Los gases especiales, utilizados por más del 90% de las viñas en Chile en la producción de sus vinos embotellados, permiten que la atmósfera en donde se guardan los caldos se mantenga inerte, evitando así la oxidación.
Indura, una de las empresas proveedoras de estos gases, desde el año 2006 intenta fomentar la innovación en el uso de este insumo, para generar nuevos desarrollos. El principal, crear nuevas variedades de Sauvignon Blanc, la cepa más sensible a la oxidación.
“Decidimos trabajar con alumnos de último año de enología para darles clases teóricas y prácticas acerca del uso de gases en la elaboración de vinos de alta calidad. De paso, los apoyamos en la creación de sus propios caldos, desde la fase de cosecha hasta el embotellado inerte”, explica Claudia Sánchez, subgerente del Área Vitivinícola de Indura.
Estas producciones son evaluadas cada año por un grupo de enólogos profesionales que premian al mejor equipo con un viaje al extranjero para que perfeccione su técnica, más US$ 1.500 por cada integrante del proyecto.
“El equipo ganador, al año siguiente, debe transferir el conocimiento y contar su experiencia a los nuevos concursantes. Así es como hemos descubierto otras maneras de utilizar estos gases, como por ejemplo, para extraer el aroma en los vinos blancos”, explica Sánchez.
Uno de los objetivos de Indura con esta iniciativa ha sido estandarizar el uso de los gases inertes. Y no sólo ha logrado diseñar una especie de “manual” de buenas prácticas, sino que también mejorar la implementación de este insumo en toda la industria.
Etapas propias de la elaboración de vinos, como la maceración, fermentación, almacenamiento y líneas de embotellado, son algunas de las que han podido ser perfeccionadas con el conocimiento generado por esta iniciativa.