Por Karen Ríos
Tan sólo seis meses. Ese fue el plazo en que Rosicler, sociedad formada por tres profesionales, actuó como incubadora de negocios patrocinada por Corfo. Según explican sus fundadores, tras ver el potencial que exístan en su región (opera en Atacama), y detectar nuevas oportunidades de negocio, decidieron “privatizar” sus servicios.
“Hoy no sólo trabajamos en líneas de proyectos de innovación y emprendimientos, también actuamos como una especie de corredores de propiedades mineras”, dice Juan Céspedes, uno de los tres socios de Rosicler.
Durante el tiempo que funcionaron como incubadora llegaron a tener un portafolio de 10 proyectos, los cuales la mayoría fueron derivados a otras entidades. Hoy, con el nuevo formato, manejan seis proyectos entre ambas líneas de negocio.
“Tenemos una alianza con nueve personas de la zona y de Santiago, que están interesadas en invertir tanto en emprendimientos como la compra de propiedades mineras que le podamos ofrecer”, añade Céspedes.
Ayuda y gestión
Tres son los proyectos que Rosicler apoya actualmente bajo la misma modalidad de una incubadora y aceleradora tradicional. La mayor diferencia, destaca Céspedes, está en que si quieren, pueden pasar a formar parte del proyecto como inversores, y de paso, asumir responsabilidades de gestión y decisiones mientras la idea concreta su consolidación.
“En el caso que optamos por invertir, acordamos con los emprendedores acceder a una participación del proyecto entre 7% a 10%”, explica Céspedes.
Aun cuando inicialmente la idea era apostar por proyectos mineros (proveedores de esta industria), hoy Rosicler “incuba” una empresa cerveza de la cual ya están a punto de levantar capital privado por unos $ 20 millones. También están gestionando recursos para una emprendimento del área de las tecnologías de la información.