Por Alejandra Clavería
La considerable disminución que han experimentado las cuotas de captura en la industria pesquera no sólo ha obligado a las empresas del sector a extraer una menor cantidad de especies marinas y mermar así la sobreexplotación que éstas han registrado en los últimos años. También ha instado a las compañías a buscar alternativas que les permitan sacar el máximo provecho a los escasos recursos disponibles, que van desde las asociaciones estratégicas entre algunas de ellas hasta la elaboración de productos con mayor valor agregado, que atenúen el déficit registrado en los volúmenes de producción.
Es que las medidas tomadas por el gobierno para garantizar la sustentabilidad de especies como el jurel, la merluza y la anchoveta, entre otras, han golpeado fuertemente a las principales pesqueras, que sólo este año han visto disminuidas en 57% sus cuotas globales de captura. Dentro de ellas, la reducción más radical ha sido la del jurel, el principal producto pesquero del país, que pasó de un millón 300 mil toneladas en 2010 a 315 mil toneladas en 2011, un 76% menos.
Jorge Toro, director ejecutivo del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP) comenta que ante este escenario, “el sector está obligado a innovar, ya que la baja disponibilidad de los recursos obliga a darle valor agregado a las capturas, pero también a hacer las cosas de manera distinta, más allá de asegurar la sustentabilidad del recurso marino”. En ese sentido, enfatiza que existen dos caminos: “O innovo y obtengo al menos el mismo valor que conseguía antes con las cuotas de captura que tenía, o desaparezco. Los estudios muestran que efectivamente no hay disponibilidad de especies y, por ende, no tiene sentido tratar de extraer más recursos, sino darles una nueva utilización”.
De acuerdo al experto, mientras más se aproveche la materia prima disponible, más oportunidades de inversión habrá, lo que además impulsará a la industria a ser más competitiva a nivel mundial.
Luis Pichott, gerente del Área de Recursos Marinos de Fundación Chile, reconoce que si bien la escasez de recursos pesqueros evidencia una industria poco estable y llena de dificultades, “el sector da valor a recursos aprovechables que el mundo necesita, sobre todo aquellos enfocados en la alimentación humana directa, y además es una fuente de empleo de buena calidad para muchos chilenos. Por ello es importante fomentar la investigación científica, las buenas prácticas y el control de las externalidades negativas propias de esta actividad. Estos desafíos deberán asumirse con seriedad y llevarán a la industria a un nuevo estándar de competitividad”.
Golden Omega
Uno de los proyectos más importantes que cumplen con el propósito de diversificar la industria pesquera es la construcción de la primera planta Golden Omega, que busca producir y comercializar en los mercados nutracéuticos concentrados y farmacéuticos internacionales (dominados por empresas noruegas, canadienses, japonesas y alemanas), concentrados de Omega 3 obtenidos a partir del aceite de pescado, que surge como subproducto de la pesca industrial y cuyo mercado tiene actualmente un valor de
US$ 1.500 millones anuales. La iniciativa, que ha tenido una inversión de US$ 60 millones, es impulsada en conjunto por Empresas Copec, a través de sus filiales Orizon y Corpesca, y la compañía química Härting.
“Este proyecto, inédito a nivel nacional, representa un salto para a industria pesquera chilena, al transitar desde las materias primas no elaboradas hacia el desarrollo de productos de un alto valor agregado, conjugando conocimiento científico aplicado y tecnología de punta”, explica Joaquín Cruz, gerente general de Golden Omega. La idea es que esta planta, agrega el ejecutivo, sitúe a Chile como un referente en la fabricación de estos ácidos y se constituya en un ejemplo de “cómo la creación de valor a través de la investigación, el desarrollo y la innovación es hoy clave para aumentar la competividad no sólo de la industria pesquera, sino del país en general”.
La fábrica, que estará ubicada en Arica, ofrecerá concentrados ultra refinados que carecerán de olor o sabor a pescado y que en los próximos años, según proyecta Cruz, podría alcanzar un 5% de participación en el mercado internacional.
Universidades y preservación
Otra iniciativa, pero que esta vez apunta a la preservación del recurso marino, es la desarrollada por el Departamento de Matemática de la Universidad Técnica Federico Santa María. Se trata de un estudio, financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad, que tiene como objetivo proponer estrategias de recuperación para la merluza común en la Región de Valparaíso, y que se traduce en brindar una plataforma (software) inclusiva que permita a los principales actores del sector pesquero evaluar alternativas técnicamente viables para la formulación y evaluación de planes de recuperación de esta especie.
La Universidad de Antofagasta, en tanto, desarrollará un proyecto que busca asegurar la sobrevida de las larvas de Dorado y crear una nueva alternativa para el desarrollo acuícola de la Segunda Región, que podría convertirse en una industria parecida a la del salmón en el sur. La iniciativa, que obtuvo
$ 208 millones por parte del Fondef, tiene por objetivo desarrollar probióticos para mejorar la sobrevivencia de esta especie, aumentando su resistencia a posibles enfermedades (patógenos) durante su desarrollo juvenil y adulto.