Por Claudia Marín
Chile es conocido en el mundo por el cobre, las frutas y el vino. Sin embargo, a futuro también podría convertirse en el país de origen de la cura del cáncer de colon, una de las investigaciones más avanzadas del Consorcio de Tecnología e Investigación para la Salud, CTI-Salud.
Con un aporte estatal de
$ 2.900 millones provenientes del Fondo de Innovación para la Competitividad y entregados por Conicyt, el consorcio reúne a universidades y empresas chilenas e instituciones internacionales que por cinco años han avanzado en tres líneas de acción: la búsqueda de fitofármacos o sustancias vegetales para el tratamiento de diferentes tipos de enfermedades, la identificación de marcadores que puedan servir tanto para el diagnóstico, pronóstico o tratamiento del cáncer gastrointestinal, y el desarrollo de terapias base de vacunas genéticas.
Y, aunque se trata de investigaciones de largo plazo, los avances permiten prever que en un plazo de tres años podrían concretarse los primeros ingresos para el consorcio, a partir de un virus inteligente que ataque el cáncer de colon.
Hacia la comercialización
Se trata de un virus modificado genéticamente para eliminar toda su carga nociva para el ser humano, pero manteniendo su capacidad de infectar e integrándole genes terapéuticos o la capacidad de seleccionar a una célula tumoral en un contexto de células normales y proceder a su eliminación. Es decir, una potencial cura para este mal.
“Estamos encontrando un producto que en estudios previos en animales ha demostrado ser muy eficaz para tratar metástasis de cáncer de colon”, explica Osvaldo Podhajcer, coordinador científico de CTI-Salud.
El virus se está replicando en Estados Unidos para continuar los ensayos preclínicos ahí y en Europa, lo que podría facilitar su venta en el extranjero al comenzar a demostrar su efectividad en humanos.
En CTI-Salud descartan comercializar el fármaco directamente, por el alto costo que implica (unos
US$ 700 millones), pero creen que venderlo en una etapa avanzada de pruebas en humanos, que podrían iniciarse el próximo año, sería “un éxito rotundo para la estrategia de consorcios universidad-empresa”,dice Manuel Gidekel, gerente de Operaciones del consorcio.
Y es que sus potencialidades comerciales son muy altas, ya que el cáncer gastrointestinal afecta principalmente a latinos, cuya presencia aumenta cada año en todo el mundo, y japoneses.
“Fármacos desarrollados en Chile pueden ser muy importantes en mercados internacionales”, recalca Gidekel.