Hace siete años, un equipo de académicos de la Universidad Católica de Chile (UC), compuesto por Eduardo Agosín y Ricardo Pérez, en alianza con Viña Santa Rita, inició una investigación para resolver una problemática mundial de la industria vitivinícola: devolver al vino los atributos aromáticos perdidos en el proceso de fermentación alcohólica.
“En general, por cada cuba se pierde el 30% de los aromas. Por ejemplo, en los vinos blancos brindan cerca del 70% de los atributos organolépticos y mientras más aromático es éste, es también mejor evaluado, logrando mayor calidad e impulsando las ventas”, comenta Eduardo Agosín, académico líder del proyecto.
Para capturar los aromas durante la fermentación alcohólica, los ingenieros idearon una máquina -mínimamente invasiva- que denominaron Re-Soul, la que se conecta a la salida de gases de la cuba de fermentación, y que mediante principios físicos, permite condensar los aromas dejando un subproducto líquido, 100% natural, similar a un aceite esencial, concentrado, de aroma frutoso y fresco. Basta con uno o dos milígramos del extracto en un litro de vino, para generar cambios positivos en él.
“Permitiría elaborar nuevos estilos de vino, que apunten a públicos específicos en el mercado nacional o internacional”, explica Agosín respecto a los potenciales usos del producto.
Otros sectores interesados son la industria de aromas y sabores, destilados, jugos naturales y aguas, entre otros.
El proyecto, que demandó una inversión total de $ 360 millones, es financiado por la UC y la Viña Santa Rita, además del apoyo de Corfo hasta diciembre de 2017. Hoy, la tecnología cuenta con dos patentes de alcance internacional.
Proyección internacional
La expansión de Re-Soul partió hace seis meses a través de una alianza con la empresa española Avanzare y la estadounidense Alpine Engeneering Solutions, a través del enólogo neozelandés Nick Goldsmith. Durante la última vendimia en el hemisferio Norte, realizaron demostraciones de la tecnología en varias bodegas de La Rioja y California.
A la fecha, las cinco máquinas creadas por los académicos, están en Chile, Estados Unidos y España. Este último solicitó una provisión de seis equipos para comercializar durante la vendimia, en septiembre de 2017.
A futuro, evalúan la exportación de la maquinaria y del servicio de recolección de los aromas del vino.