A fines de 2016, el gobierno presentó una hoja de ruta para la industria del vino, a partir del trabajo del Nodo Estratégico Chile Vitivinícola 2.0, -en el que participaron actores públicos, privados y extranjeros- que determinaron los grandes desafíos tecnológicos, de fomento competitivo e innovación para el sector en los próximos años.
Uno de los cuatro ejes estratégicos definidos entre las regiones del Maule y Aysén -resultados aplicables a todo el territorio nacional-, fue el de cambio climático. Esto, considerando que el desafío clave del país es posicionarse como el principal exportador de vinos premium del Nuevo Mundo (hoy es el cuarto a nivel mundial) y para ello, hay que tener en cuenta los retos técnicos y ambientales de los desplazamientos territoriales de valles aptos para viñedos hacia zonas australes y patagónicas, que ha producido este fenómeno. “Teníamos una necesidad frente a los desafíos globales, como la caída de los precios de la uva a nivel mundial, sobre stock y la tendencia a tomar otros cócteles (…) También nos percatamos que históricamente hemos exportado las mismas cepas, pese a que si miramos el mapa, hay países emergentes dispuestos a pagar por un producto como los que Chile podría desarrollar, con identidad territorial y patrimonio genético, pero para eso necesitamos tecnología, porque producir en la zona sur no es lo mismo que en el valle tradicional”, destaca Patricia Fuentes, asesora senior de Agricultura de Corfo.
Añade que entre el 85% y 90% del vino chileno se exporta, es decir, casi 950 millones de litros de los cerca de 1.200 millones que se producen. “La idea es competir con los tres principales exportadores del mundo, que son España, Francia e Italia”, afirma.
Cinco proyectos sustentables
El Consorcio I+D Vinos de Chile cuenta con un Programa de Sustentabilidad con cinco proyectos relacionados con el cambio climático: Geología y Zonas Vitícolas (ejecutado por la U. de Chile para identificar la influencia de las características geológicas, texturales y mineralógicas del suelo y sustrato en viñas que cultivan variedades de tintos y espumantes); Cambio Climático y Zonas Vitícolas (del Centro de Cambio Global de la U. Católica, que finaliza en enero de 2018 y busca caracterizar climática y geológicamente zonas vitícolas nacionales, actuales y potenciales); Energía y Gases Efecto Invernadero (de la U. Técnica Federico Santa María, orientado a desarrollar herramientas de apoyo a la toma de decisiones para la incorporación de Tecnologías de Eficiencia Energética, Energías Renovables No Convencionales, Emisión de Gases Efecto Invernadero, Huella de Carbono y Huella de Agua en las empresas vitivinícolas nacionales y que culmina este año); Biodiversidad (busca unir la conservación de la biodiversidad y el desarrollo de la industria nacional. Este último ya concluyó y están en fase de transferencia de resultados) y Código de Sustentabilidad (estándar voluntario para incorporar prácticas sustentables en las viñas chilenas, en tres áreas complementarias: viñedo, proceso y social).
Según Patricio Parra, gerente general del consorcio, este proyecto tuvo un costo total de $ 10.350 millones, de los cuales $ 5.350 millones fueron aportados por la industria y $ 5.000 millones por Corfo para un período de diez años. “Estamos en la mitad del proyecto global y se ha gastado cerca de la mitad del presupuesto”, dice.
Mecanización en Santa Rita
Eduardo Alemparte, gerente de Vitivinicultura de Viña Santa Rita, comenta que están enfocados en asegurar el abastecimiento hídrico de los viñedos existentes, habilitando nuevos pozos. “A medida que las temperaturas son mayores, la parra necesita más agua y al mismo tiempo, queremos tenerla más desarrollada, con más follaje, para compensar el efecto de la radiación y eso también se hace regándola más”, sostiene.
Señala que han levantado estudios que indican que el mundo se está calentando, salvo en las zonas costeras donde incluso, podría llegar a enfriarse o a moderar sus temperaturas. Por eso, “la mayoría de las nuevas inversiones o tierras que estamos mirando están más cerca de la costa”, afirma.
Alemparte menciona que enfrentar el cambio climático no sólo implica estar preparados para el calentamiento global, sino también ante otros fenómenos extremos, como lluvias, heladas, etc. Por lo mismo, consideran estos factores para decidir qué campo comprar. “Estamos apuntando a la mecanización, porque ante la llegada de lluvias, por ejemplo, hay que cosechar rápidamente y ahí hemos hecho inversiones por US$ 2 millones al año”, expresa.
Concha y Toro adapta su manejo de viñedos y bodegas
Viña Concha y Toro está llevando adelante iniciativas -enmarcadas en el plan estratégico para el período 2016-2020- que permiten adaptar tecnológicamente los manejos de viñedos y bodegas frente al cambio climático, dentro de las cuales destaca el proyecto de deshojes. Es decir, se remueven hojas del follaje donde están ubicados los racimos con el fin de medir y controlar las condiciones lumínicas que recibe la uva que ha durado cuatro años y cuyos informes finales serán entregados en junio o julio de este año. “Trata de cómo modificamos el microclima de maduración de las uvas a las nuevas condiciones de temperatura y humedad para generar una mayor cantidad de compuestos propicios para producir vinos de buena calidad. También trabajamos en madurez de cosechas, cambiando las fechas en que se cosechaba normalmente, a fin de maximizar la calidad de la uva”, explica Álvaro González, subgerente de I+D del Centro de Investigación e Innovación de Viña Concha y Toro.
La compañía también desarrolló la aplicación para smartphone, Grappe, que permite obtener imágenes del follaje antes y después del deshoje, las cuales son analizadas in situ, entregando un índice de variación de exposición a la luz de los racimos de uva. Con esto, la app fortalece el monitoreo y control del proceso por parte de los supervisores y genera un registro histórico que complementa la toma de decisiones. 
nuevo centro de Extensionismo Tecnológico Vitivinícola
Del Nodo Estratégico Chile Vitivinícola 2.0 nació el Centro de Extensionismo Tecnológico Vitivinícola del Sur, impulsado por el centro de excelencia internacional UC Davis, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y la Universidad de Concepción ¿Su objetivo? Atender las necesidades de la zona de desplazamiento de la agricultura por efectos del cambio climático, a través de modelos de producción más sofisticados, industrias inteligentes y tecnología.
El centro -que se instalaría en la comuna de Portezuelo, ubicada a 55 km al poniente de Chillán- se enfocará en mejorar la calidad y competitividad del vino producido por las Pymes de los valles de Tutuvén, Itata, Biobío y Malleco, mediante la oferta de servicios que les permitan adquirir conocimientos, prácticas y tecnologías que optimicen sus procesos productivos y amplíen su capacidad de innovar. "Estamos descentralizando capacidades tecnológicas y capital humano especializado en regiones, y considerando la agricultura de frontera, en Biobío tenemos el límite de este desplazamiento de la agricultura y producción tradicional de vinos hacia el sur (hasta Aysén incluido)", afirma Patricia Fuentes, asesora senior de Agricultura de Corfo.
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