El legado que deja el expolítico y empresario Francisco Javier Errázuriz, fallecido a los 81 años
Partió en el mundo agrícola y luego se extendió a rubros como el financiero, automotriz y minero. Desde hace más de una década, los negocios del clan los lidera uno de sus hijos.
- T+
- T-
Desde su oficina en el añoso edificio de calle Amunátegui 178, a pocas cuadras del Palacio de La Moneda, el empresario Francisco Javier Errázuriz Talavera manejó por décadas el holding que logró conformar, y que hoy tiene presencia en los negocios financiero, agrícola y minero, entre muchos otros.
En 2011, el empresario sufrió una hemorragia cerebral y dejó toda aparición pública. Su estado de salud se mantuvo en reserva, hasta que ayer se confirmó su deceso a los 81 años.
El empresario y excandidato presidencial venía de familia de políticos: su padre, Ladislao Errázuriz Pereira, y su abuelo, Ladislao Errázuriz Lazcano, fueron senadores.
Conocido por su apelativo Fra-Fra, se postuló a La Moneda como candidato del centro-centro en 1989, alcanzando el 15,43% de los votos, quedando en tercer lugar tras Patricio Aylwin y Hernán Büchi. Cuatro años después, se presentó como candidato a senador por el Maule, siendo electo con la primera mayoría.
Conocido por su apelativo Fra-Fra, se postuló a La Moneda como candidato del centro-centro en 1989, alcanzando el 15,43% de los votos, quedando en tercer lugar. Cuatro años después, se presentó como candidato a senador por el Maule, siendo electo con la primera mayoría.
Sus orígenes
Errázuriz realizó sus estudios básicos y medios en el Liceo Alemán de Santiago y en la Escuela Militar, donde alcanzó el grado de Brigadier Mayor. Posteriormente, ingresó a la Universidad Católica, titulándose de ingeniero agrónomo con mención en Economía Agraria.
Se casó con María Victoria Ovalle Ovalle, quien fue diputada en el período 1998-2002.
Inició su fortuna en los negocios agrícolas y ganaderos en Chile. Siempre aseguró que todo partió cuando se dedicó a la crianza de pollitos.
En 1958, el empresario se hizo cargo de la administración agrícola del fundo Atalaya en Santo Domingo; en ese mismo período desarrolló diversas actividades y negocios particulares.
Seis años después, asumió la gerencia de operaciones de la Sociedad Anónima Dos Álamos y, paralelamente, desarrolló actividades de carácter agrícola en un predio de su propiedad, adquirido en la provincia de Valdivia.
En 1968, formó la sociedad Coordinación de Empresas, que se encargó de aportes de capital y radicación de nuevas industrias en el país. Luego, en 1973, inició una empresa del rubro de confecciones en Ecuador bajo la licencia Mc. Gregor International y, ese mismo año, desarrolló en Quito una inmobiliaria.
Casi una década después, adquirió diversos predios agrícolas en la provincia de Santiago, O’Higgins y Colchagua. En ese período también, promovió e inició la instalación de una nueva industria en Arica, productora de papel autocopiativo, ampliando así sus actividades al rubro comercial de importación de artículos franceses y en especial en el ramo automotriz, tomando, a partir de 1976, la representación para Chile de las marcas japonesas Datsun y Nissan, la que, a inicios de 2012, vendió a la nipona Marubeni. Hasta hoy, el clan es dueño de la empresa Cidef, que se enfoca en la venta de autos chinos.
En el mismo período desarrolló la comercialización de maquinaria agrícola, importada de Brasil, Suecia y Finlandia. Hasta que, en 1980, adquirió el Banco Comercial de Curicó, licitado por Corfo, y que se llamó Banco Nacional, del que fue presidente del directorio.
En 1981, desarrolló en conjunto con otros socios, la Administración de Fondos de Pensiones Invierta, de la que fue su vicepresidente. Creó, además, las Compañías de Seguros de Vida y Generales Renta Nacional, Leasing Nacional y firmas de factoring financiero.
Un año después, adquirió la cadena de supermercados Unicoop, que luego renombraría como Unimarc, transformándose en una de las principales firmas del rubro en el país. Incluso, abrió locales en Argentina. No obstante, la empresa sufrió una serie de problemas comerciales y la vendió a la familia Saieh en 2008.
Errázuriz también desarrolló negocios en el área pesquera y minera: instaló la Pesquera Nacional y dos Plantas procesadoras de harina en Chile, más una tercera en Chimbote, Perú, donde, además, estableció el Banco República. En el sector minero, emprendió proyectos de carácter aurífero y de cobre, y plantas productoras de yodo y nitrato en el Norte de Chile.
Desde 2011, a cargo de los negocios de la familia está su hijo Francisco Javier Errázuriz Ovalle, quien gestiona, entre otras, la minera no metálica Cosayach, la distribuidora de autos y maquinaria china Cidef y numerosos predios agrícolas.
Las polémicas
Así como por sus éxitos empresariales, la vida de Francisco Javier Errázuriz también estuvo marcada por algunos episodios polémicos.
Una de ellas ocurrió en 1998, cuendo fue desaforado por la Corte de Apelaciones de Rancagua, por la acusación por agresión y secuestro al interior de su fundo La Esperanza, ubicado en la Región del Maule, de un abogado de la antigua Endesa, mientras éste intentaba despegar con su helicóptero. Este fallo fue ratificado por la Corte Suprema el 26 de enero de 1999, por once votos contra cinco.El desafuero se mantuvo hasta enero de 2002.
Las extensas concesiones mineras del grupo y sus planes para crecer en litio
La minería es una de las grandes fuentes de ingresos del grupo Errázuriz. A través de la Compañía de Salitre y Yodo, Cosayach, la firma explota desde 1985 los extensos recursos mineros del caliche pertenecientes a la familia, gran parte de los cuales fueron obtenidos por el fallecido empresario y algunos títulos tenían su origen en escrituras previas a la Guerra del Pacífico. Según cercanos, fue él quien revivió las salitreras en la Primera Región cuando todo estaba abandonado.
Hoy Cosayach cuenta con tres plantas emplazadas en la Región de Tarapacá -Negreiros, Cala-Cala y Soledad- que producen nitratos, yodo e iosalts.
Pero la empresa tiene el foco puesto en un estratégico mineral: el litio. La compañía posee un joint venture con el fondo asiático Simbalik para desarrollar Simco Lithium. A la fecha, Simco tiene, entre el Salar de Maricunga y las áreas aledañas, unas 11 mil hectáreas, de las cuales 3 mil hectáreas están dentro del Salar.
Además, ya partió la operación de planta piloto de Tierra Amarilla, que es el paso preliminar a la construcción de una instalación química comercial, que empezaría a edificarse durante este 2024.
Aunque la cuantía de la inversión está todavía por verse porque se debe hacer un estudio de factibilidad final, los números son grandes: el grupo Errázuriz estima que la planta sería entre US$ 400 millones a US$ 500 millones”.
A ello se suma la extracción de litio en Maricunga, que implica una inversión entre US$ 400 millones o US$ 500 millones, que se añaden a la planta química. “Dependiendo de los precios a la cual uno toma el cálculo, el proyecto entero es eso: US$ 1.500 millones a US$ 1.800 millones sin problemas”, señaló a fines del año pasado a Diario Financiero el director de Simbalik, Sebastián Yang.
La idea del grupo es que, al amparo de la Estrategia Nacional del Litio, pueda desarrollar los recursos que tiene el grupo Errázuriz de la mano de las firmas estatales que la política pública definió para tal fin. Por ello, el grupo ha tenido contacto tanto con Codelco como con Enami.
Con la primera de estas firmas estatales, el interés del grupo es avanzar en acuerdos por el litio en el Salar de Maricunga, donde el conglomerado liderado por Francisco Javier Errázuriz Ovalle desarrolla el ya mencionado proyecto Simco, pero que además tiene intereses en el oro blanco en Coipasa y en el Salar de Atacama.
Sin embargo, en una primera etapa, Codelco se decantó por otra minera presente en Maricunga: la australiana Lithium Power International (LPI). La estatal compró el 100% de las acciones en US$ 244 millones. El presidente del directorio de Codelco, Máximo Pacheco, no descartó negociar, pero después de cerrar con LPI.