Exministro Huepe traza cuatro escenarios para analizar el rol del gas natural dentro de la transición energética
El extitular de la cartera de Energía modeló -entre los escenarios- uno en el cual el uso de este se expande, otro en que se contrae y un tercero en que hay una transformación tecnológica significativa que genera un cambio en el uso de la infraestructura de gas natural.
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Con la premisa que la discusión se ha enfocado en la generación eléctrica renovable y no ha considerado de manera sistemática el papel del gas natural, el exministro de Energía, Claudio Huepe, realizó un estudio sobre el rol de éste último en la transición energética que sintetizó en un documento donde analiza escenarios futuros de uso en relación con todas las otras fuentes.
Advierte que los escenarios planteados -cuya definición se realizó por medio de consultas a los miembros de la Asociación de Gas Natural, estudios previos sobre la materia y entrevistas con organismos internacionales- no son los únicos posibles, porque -por ejemplo- no se consideró la posibilidad de reconversión de centrales de carbón a gas en el marco de una salida acelerada del carbón del parque eléctrico, y que se diseñó escenarios sin evaluar ni establecer preferencias entre ellos.
En concreto, la exautoridad delineó en su trabajo cuatro escenarios 2025-2050: un caso base esencialmente "tendencial" y tres escenarios alternativos que se construyen introduciendo "elementos" disruptivos a las tendencias (un escenario en el cual el uso del gas natural se expande, otro en el cual se contrae y uno en que hay una transformación tecnológica significativa que genera un cambio en el uso de la infraestructura de gas natural).
Escenario base
En el detalle, se identifica el escenario base que es de continuidad en políticas y condiciones de contexto en el cual ninguna tendencia relevante actual cambia. Según se explica, el desarrollo de este marco es "frágil" por cuanto se requiere un ajuste muy preciso en el proceso de implementación de las diversas políticas para que no se produzcan dificultades (no hay holguras). Se precisa que no supone el fin del uso de gas natural, sino una continuidad (en niveles menores) en ciertas zonas residenciales e industrias.
Retiro acelerado eléctrico
El segundo es el escenario de retiro anticipado eléctrico donde el gas es retirado del sector eléctrico el 2035, pero se mantiene las tendencias del escenario base en el resto de los usos. Es decir, el gas natural disminuye su participación (absoluta) entre los años 2025 y 2035 en el sector eléctrico, y el 2035 es retirado definitivamente. El resto del contexto no cambia.
En el documento se sostiene que los desafíos son análogos a los del escenario previo, pero se agrega la complejidad del retiro de las centrales a gas. Según el estudio Kas & Chile Sustentable (2021), el que recoge Huepe, se requiere instalar 3.800 MW adicionales de generación solar y eólica y 900 MW de almacenamiento, para reemplazar las 20 centrales que actualmente operan con gas natural. Esto requiere que la instalación de renovables suman casi 400 MW anuales desde 2025 a lo que ya se requería. Eso implica, dice, del orden de 3.000 MW anuales en total, superando los promedios máximos logrados hasta el momento.
Dado el gran requerimiento de nuevos proyectos renovables, el riesgo se incrementa a medida que se acerca la fecha de salida del gas natural. "Hay una probabilidad relevante de que no se pueda cumplir con los objetivos o de fallas en el sistema eléctrico", se dice.
Se recalca que en este escenario, como en el anterior, el carbón sale completamente del sector eléctrico, por lo que hay menor capacidad de almacenamiento (la disponibilidad de carbón en canchas) que debería ser suplida por más embalses o más almacenamiento en sistemas de baterías, lo que puede implicar un costo importante.
"El riesgo de cortes eléctricos afecta la viabilidad social y política de la propuesta, a la cual se debe sumar los costos adicionales (en particular por mayor almacenamiento y transmisión) que sin adecuados diseños deberán ser cubiertos por los clientes finales. Adicionalmente, es probable que no haya impulso al desarrollo de alternativas económicas y eficientes a la biomasa, pero considerando la nueva ley de biocombustibles, la leña será un combustible algo más caro y también con mayores restricciones de acceso, lo que puede incrementar una transición a dos (o más) velocidades, en función de los ingresos", se advierte.
Participación aumentada inicial
Otro escenario es el de participación aumentada inicial. En este se incrementa o mantiene estable el uso del gas natural en todos los sectores durante el período 2025-2035 y luego se mantienen estables hasta 2040, año en que empieza a declinar el uso en el sector eléctrico hasta su retiro total en 2050, mientras que se mantiene el uso en el sector industrial y residencial. En este caso, el gas natural adicional se obtiene de Argentina.
Entre los elementos del análisis, se identifica que el impacto en reducción de emisiones si se utiliza más gas natural en industria y residencias será significativo, pero una dificultad importante es que sólo 15 años después debería comenzar un nuevo proceso de cambios involucrando una cantidad relevante de agentes. "Sería necesario definir medidas claras para ese proceso", se dice.
Por otra parte, se añade, este escenario requiere verificar el cumplimiento de los compromisos nacionales en términos de reducción de emisiones de gases de efectos invernadero (si bien hay ventajas significativas en términos de emisiones locales) identificando otros sectores de reducción para, eventualmente, compensar el mayor uso del gas con objetivo de carbono neutralidad (dependerá de qué alternativas serán desplazadas).
Se sostiene que el "lock in" tecnológico -cuando se adopta una tecnología que tiende a permanecer; es decir, cuando se vuelve difícil para la sociedad dejar de usar esa tecnología por los costos que esto implica- será relativamente acotado por cuanto se restringirá a los sectores industriales, y comercial, público y residencial lo cual permite que se pueda hacer cambios progresivos de largo plazo en la medida que los costos económicos lo incentiven. Por otra parte, "permite un uso de gran parte de la infraestructura existente evitando algunos de los costos de abandonar estos activos, los que se podrían producir después de que la vida útil de estos llegue a término".
Transformación tecnológica
Y, por último, se plantea el escenario de transformación tecnológica en que también se incrementa progresivamente el uso del gas natural o se mantiene estable en todos los sectores durante el período 2025-2035 y se amplía la infraestructura, en particular en los sectores industrial y residencial para luego empezar a declinar su uso en el sector eléctrico, pero sin desaparecer al 2050, año en que se ha llevado un cambio de "combustible" usando parte de la infraestructura.
En este escenario se describe además que en el sector industrial y residencial desde 2025 empieza un reemplazo progresivo por alternativas (manteniendo la infraestructura) hasta la completa transformación el 2050. En esta variante, se precisa, el gas natural adicional se obtiene esencialmente de Argentina.
Según el escrito, este escenario entrega una oportunidad de abordar las complejidades políticas y sociales si se logra establecer cierta claridad sobre los cambios reales de combustibles que se puede hacer, sus costos y plazos. En particular, dice, "podría haber mayor disposición a este camino si se logra establecer beneficios colaterales (desarrollo efectivo de la producción de combustibles alternativos en ciertas zonas, por ejemplo)".
"Este escenario es muy dependiente del desarrollo efectivo de las tecnologías, algunas de las cuales aún tienen mucha incertidumbre, y por lo tanto menos control de Chile", se indica.
Por otra parte, para los acuerdos eventuales con Argentina "se abre la complejidad de que el proceso de transformación genera una mayor incertidumbre sobre la demanda en el tiempo, lo que exige nuevamente un trabajo conjunto más acabado, incluyendo en el uso de combustibles alternativos para la infraestructura".
Un riesgo adicional de este escenario -se añade- "es el de que efectivamente se produzca un lock in tecnológico mayor si hay un cambio muy significativo en alternativas bajas en carbono (por ejemplo, si las opciones de electrificación se hicieran más costo efectivas que lo anticipado hasta el momento), lo que podría abrir una brecha con los objetivos de descarbonización". "El planteamiento desde el inicio de usos alternativos deberá tener un análisis de costos como aspecto central", se enfatiza.
En tanto, se puntualiza que un potencial relevante de este escenario es que se podría sumar avances mucho más acelerados en el proceso de transformación de calefacción, anticipando soluciones de largo plazo sin uso de gas natural, pero sí de la infraestructura.
"Tendrá un rol en la transición que no se puede soslayar"
Consultado por si hay un denominado común o un patrón general que pueda dar luces del rol que tendría el gas natural en este proceso, Huepe indica a DF que "el estudio no busca predecir cuál será el rol del gas natural en el proceso de transición energética, si no identificar las implicancias de escenarios futuros alternativos a fin de iluminar las opciones de política actual. El estudio no se pronuncia sobre cuál camino es mejor, si no que analiza las alternativas con el propósito de apoyar un mejor debate público sobre el camino que debería seguirse".
"Lo que el trabajo pone en evidencia, es que el gas natural tendrá un rol en la transición que no se puede soslayar, por lo que definirlo adecuadamente es importante. Todas las fuentes de energía tienen un papel en la transición y lo que se buscó fue poner atención particular al rol del gas natural en el marco de una mirada sistémica", afirmó.
En cuanto al principal factor y el riesgo más relevante que puede influir en el rol del gas natural en medio de esta transición energética, asegura: "El rol del gas dependerá de múltiples factores, pero muy fundamentalmente de las decisiones de política que se tomen y para eso se debe considerar al menos los impactos ambientales globales y locales, los costos y los impactos distributivos, la posible evolución de las tecnologías y la seguridad energética".
"Lo esencial es tener una mirada sistémica del sector energético y de las implicancias de diversas decisiones. Es importante considerar todas las dimensiones de la transición energética para lograr no sólo un beneficio global, sino también una coalición de intereses favorable a este proceso que abarca integralmente al desarrollo económico y social: industria, hogares, comercio, transporte", sentenció.