PetStar: las claves de un modelo exitoso de reciclaje
La planta de tratamiento ubicada en Toluca es, en grado alimenticio, la más grande del mundo y uno de sus puntos fuertes es la formalización del trabajo de recolectores.
- T+
- T-
PetStar es la planta de reciclaje de PET (tipo de plástico muy usado en envases de bebidas y textiles) grado alimenticio más grande en el mundo. Ubicada en Toluca, la capital del estado de México, tiene a Arca Continental (49,90%) y a Coca-Cola de México (30%) entre sus principales accionistas, y es capaz de reciclar 65 mil toneladas de PET al año, equivalente a 3.100 millones de botellas y transformarlas de manera limpia y eficiente en resina reciclada gracias a la aplicación de tecnologías innovadoras.
En sus 20 años de existencia, la compañía ha evolucionado de un modelo pionero de recolección y venta de PET al exterior, hacia un esquema de responsabilidad compartida asumido por la marca cola y seis embotelladoras, las con el tiempo pasaron a optar a una cuota del producto final de acuerdo a su participación accionaria. Además, PetStar participa como asociado contribuyente en Ecoce, asociación civil sin fines de lucro que promueve la cultura del reciclaje en México.
El mecanismo se fue perfeccionando y expandiéndose a diferentes puntos del país. Se formalizó aún más el trabajo de los recolectores de base, y se fortaleció la estructura de acopio, claves en el negocio. Así surgió la oportunidad de abastecer al mercado local a través de PetStar inaugurada en 2014 por el presidente Enrique Peña Nieto.
La planta tiene una inversión de US$ 100 millones y su modelo puede ser regionalizable, repara el director general de PetStar, Jaime Cámara. “Lo importante es que ello vaya de la mano de los incentivos necesarios y de un mayor apoyo de los gobiernos, porque así se incentivan las inversiones”, apunta.
La meta de Coca-Cola al 2030 es que sus empaques sean 100% reciclables y además reciclar el equivalente al 100% de sus botellas en todo el mundo.
Tres pilares
La operación, según el director general de PetStar, Jaime Cámara, genera un triple impacto que se capitaliza al 100%. En lo social, la planta se abastece de un modelo de acopio inclusivo que involucra a 1.200 puntos ofreciendo un ingreso justo y constante y promoviendo competencias a 24 mil recolectores.
En lo ambiental, la planta reduce en un 87% la emisión de gases de efecto invernadero contra la resina virgen gracias a un proyecto de cogeneración y uso de energía eólica, lo que significa evitar más de 101 mil toneladas de CO2 al año, o como si dejaran de circular todos los autos de la ciudad de México durante dos días. Desde 2015, la planta ha reducido en un 60% su huella y el consumo de agua es de solo un litro por kilo de PET reciclado (o 40 botellas), destaca Cámara.
PetStar tiene a su vez valor económico, ya que dependiendo de la situación geográfica, puede comprar PET reciclable a 4 pesos mexicanos y terminar vendiéndolo a 23 pesos. De hecho, el negocio ha sido tan rentable que la planta ha superado su capacidad de producto final de 40 mil toneladas a 50 mil toneladas.
Además de los ocho centros de acopio, PetStar tiene una planta de valorización de subproductos (tapas y etiquetas), que es otra de sus claves, remarca Cámara.
I+D
Si bien la tecnología de reciclaje es desarrollada en Europa, esta se ha “tropicalizado” sin perjudicar la calidad del producto final y que pasa por la aprobación del cliente, asegura Cámara.
Básicamente, para obtener el producto final en forma de pellet, el material reciclable pasa por una etapa de molienda, lavado y secado. Luego, la hojuela es sometida al proceso mecánico de extrusión, peletización y policondensación donde finalmente el PET se reacomoda molecularmente eliminando cualquier tipo de bacteria. Tras ello, obtiene el grado alimenticio y recupera sus propiedades.
La investigación y desarrollo es un tema fundamental para PetStar, por eso su política es invertir entre el 1% y 3% del volumen de sus ventas en I+D. En ese contexto, la compañía está trabajando un proyecto para que las tapas y las etiquetas de las botellas puedan convertirse en caja refresquera para la industria.