Roque Benavides, líder empresarial de Perú: "Cualquier gobierno que llegue tendrá que enfrentar una frustración en la población que no puede continuar"
El expresidente de la Confiep analizó el escenario electoral de este domingo, en el que el socialista Pedro Castillo y la líder de derecha, Keiko Fujimori, se disputan la segunda vuelta. Reconoció que es necesario más aporte de las grandes empresas del país.
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Este domingo, un Perú completamente polarizado vuelve a las urnas para decidir quién liderará el país por los próximos cinco años. Los dos candidatos que se disputan el balotaje llegan con un apoyo popular que no superó en primera vuelta el 30%, en su conjunto.
Como favorito según las encuestas, se muestra Pedro Castillo, un profesor socialista, sin experiencia en la gestión pública, desconocido hasta hace poco, y quien ha enarbolado en su campaña las banderas de la izquierda latinoamericana, mostrándose en contra de las grandes empresas y proponiendo un nuevo comienzo para el país al reemplazar la Constitución.
A pocos puntos de ventaja, incluso en algunos sondeos dentro del margen de error, se encuentra Keiko Fujimori, la aspirante de derecha que ha intentado llegar a la presidencia en tres oportunidades, pero cuyo vínculo con su padre, Alberto Fujimori, le ha jugado en contra.
Sus planes de gobierno, más allá de contradecirse entre sí, han llevado a los más destacados analistas y empresarios -peruanos y extranjeros- ha intentar entender cuál será el rumbo del segundo mayor productor de cobre del mundo, detrás de Chile.
Para Roque Benavides, expresidente de la Confiep (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas) el escenario es claro. "Una alternativa lo que va a hacer es ahuyentar toda la inversión, que es el caso del señor Castillo; y la señora Fujimori tendrá que aplicarse mucho en la gobernabilidad del país y generar el ambiente", dice.
Estima que, bajo un gobierno de Castillo, "seguramente la inversión pública crecerá un poco", pero ello representa solo un 20% de la economía local. Pero, explica, "del otro 80%, lo que corresponde a inversión extranjera se ahuyentaría y la inversión nacional también es tan sensible a las políticas".
A ello hay que sumarle el cómo se ha referido el candidato respecto de las empresas mineras, respecto de las grandes empresas y sobre la Constitución.
- A solo cuatro días de la segunda vuelta y con el candidato Pedro Castillo volviendo a declarar respecto de revisión de contratos mineros, ¿qué análisis puede hacer del proceso?
- Si nos referimos al tema específico de las empresas mineras, me temo que el señor Castillo ha sido muy errático. No ha sabido definir nacionalización, estatización, renegociación de contratos. No se le entiende muy bien a qué se refiere. Y cuando se le ha preguntado ha sido muy difícil entenderlo. En un momento dijo que esperaba que el 70% de las ventas de las empresas mineras fueran al Estado. Pero, seguramente se refería al 70% del impuesto a las utilidades, lo que es distinto y que, si es que se hace, nos saca del mercado como industria minera, en cuanto a competitividad.
Y hay otros temas relacionados a contratos, que tampoco logramos apuntar realmente a lo que él plantea. Ahora bien, si pensáramos, por ejemplo, que finalmente resulta electa Keiko Fujimori, esta preocupación o estos llamados de atención que han surgido a partir de las propuestas o de los comentarios de Castillo, se relajan un poco. Estamos un poco más confiados en que no habrá tanto cambio si llega a triunfar Keiko.
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- Es que son proyectos completamente antagónicos, pero que igual generan algunos temores, ¿o no?
- Estamos enfrentados a dos esquemas distintos. Uno muy estatista y el otro un esquema más pro mercado, pero que exigirá de las empresas mineras y del Estado una mejor gestión para lograr que los resultados, los beneficios de la industria minera, realmente lleguen a la gente.
Keiko Fujimori ha sido muy concreta en decir que las empresas mineras, por supuesto, tendrán que pagar todos los tributos que deban de pagar y que el Estado, especialmente a nivel regional, tiene que ser más eficientes en la redistribución del impuesto, lo que llamamos el canon minero. Ella hace propuestas innovadoras de parte del gobierno para utilizar los recursos de manera que lleguen a las comunidades donde están ubicadas las minas y que no se ha hecho eficientemente antes. Y eso es lo que ha causado tanta desigualdad y descontento en el interior del país.
- Ahora, Keiko Fujimori ha intentado llegar a la presidencia en tres oportunidades. Antes se le ha visto como una opción extrema e incluso se ha temido su llegada al poder. Frente a Castillo, ¿es hoy la mejor opción para el país?
- Si analizamos las tres últimas elecciones, vemos perfectamente que Fujimori se ha visto afectada por el antídoto o el rezago del expresidente Fujimori, su padre. Le ha jugado siempre en contra el anti-voto. El tema en estas elecciones ha sido un tema muy particular. Entre los dos candidatos no llegan al 30% de los votos, en primera vuelta. El tema político es muy curioso. En el Parlamento hay 10 bancadas, lo que va a requerir de mucho diálogo, mucho consenso. Ese escenario, si a Fujimori no le funciona, a Castillo menos por sus propuestas. Eso sí, cualquier gobierno que llegue a la presidencia el 28 de julio tendrá que enfrentar una frustración en la población que no puede continuar.
- ¿Pudiera ser Castillo el Ollanta Humala de su época? ¿Que en campaña se mostró muy radical, pero en la práctica no logró girar tanto a la izquierda?
- Humala no lo hizo porque tuvo a (Mario) Vargas LLosa dándole su apoyo. Eso le aseguró el triunfo y el tuvo que cambiar su plan de gobierno para mantener el respaldo de Vargas Llosa. Ese ingrediente, ahora, está con Keiko a quien le ha exigido pautas democráticas. El temor con ella es que pueda hacer un gobierno con sesgo dictatorial, como el que pudiera acusarse al señor Alberto Fujimori. Y se ha logrado que ella se comprometa a que no sea así.
Ahora, si Castillo puede estar tan a la izquierda como (Nicolás) Maduro en Venezuela, me da la impresión de que no tiene la fuerza. En el Congreso de la República tendrá que conversar y dialogar con 10 bancadas.
- En términos económicos, ¿cómo ve usted el país, más allá de quien gane? ¿Hacia a dónde apunta Perú luego de erigirse como uno de los países de mayor crecimiento de la región?
- El tema está en que una de las alternativas va a ahuyentar toda la inversión, que es el caso de Castillo; y Fujimori tendrá que aplicarse mucho en la gobernabilidad del país y generar el ambiente para ganar la confianza e impulsar el crecimiento.
En Perú, el 80% de las inversiones son privadas y 20% públicas. Seguramente la inversión pública con Castillo podría crecer un poquito, pero no mucho más. El otro 80% corresponde al sector privado y de esas, también el 80% es de nacionales. Sabemos que la inversión extranjera se ahuyentaría bajo su gobierno y la inversión nacional también es tan sensible a las políticas. Así que, creo, que en general la inversión privada se retrae fría y lamentablemente el crecimiento de Perú no sería el mismo.
Además, Castillo se ha expresado en términos muy críticos a la industria minera. Ha despertado una suerte de ideología casi crítica al sector minero, lo cual, por supuesto, desde el sector minero responsable no logramos entender, porque en el fondo se contribuye mucho a la recaudación fiscal, al consumo de energía, a la descentralización del país. Pero bueno, pareciera que no hemos sido muy exitosos en convencer a buena parte de la población.
- ¿Qué hay del cambio a la Constitución de la que también ha hablado Castillo?
- No cabe duda de que lo volverá a traer al debate, si gana. Pero hasta en eso es incoherente, porque la Constitución Política del Perú contempla mecanismos de modificación parcial que permite ir adaptándola a la realidad que vivimos. Desde el '93, cuando se hizo la Carta Magna actual, se ha modificado 25 veces. Decir queremos una nueva Constitución no tiene mucho sentido.
A veces, cuando dicen nueva Constitución, me pregunto: ¿nueva Constitución, para qué? Si tenemos los mecanismos para modificar las partes que tenemos que modificar bajo consenso y diálogo.