Tras la fusión con una sociedad con propósito especial de compra (SPAC) creada por ex ejecutivos de Hollywood, las acciones de Ginkgo se dispararon en las primeras semanas de cotización.
Los resultados parecían justificar al ejército de asesores que, según los documentos presentados a los reguladores, obtuvieron unos US$ 135 millones en comisiones por la salida a Bolsa de la SPAC y su posterior fusión con Ginkgo.
Sin embargo, nueve meses después, la cotización de la biotecnológica de Boston se parece cada vez más a uno de los muchos últimos coletazos del boom de las SPAC, 18 meses de frenéticas operaciones que catapultaron a cientos de empresas a la Bolsa, enriquecieron a los bancos de Wall Street y, en algunos casos, dejaron grandes pérdidas a los inversores. Las acciones de Ginkgo se han desplomado más de un 70% desde su pico a finales del año pasado.
La subida de las tasas de interés y el debilitamiento del mercado bursátil no han hecho más que alimentar la desilusión de los inversores con las SPAC. La perspectiva de que la Comisión del Mercado de Valores endurezca las normas ha hecho que el mercado se enfríe aún más.
"El producto está muerto. No hay más SPAC", señala un abogado de una empresa que creó su propio equipo de SPAC para aprovechar el boom.
Los reguladores estadounidenses proponen reformas que limitarían la capacidad de las SPAC para hacer previsiones de rentabilidad mucho más halagüeñas que las permitidas en una OPV tradicional. De acuerdo con los planes de la SEC, abiertos a comentarios públicos, los bancos que suscriben y asesoran las operaciones serían potencialmente responsables de las declaraciones erróneas relativas a las empresas de cheque en blanco.
Los bancos ya están dando un paso atrás. Goldman, que el año pasado fue uno de los mayores suscriptores del mercado, sólo por detrás de Citigroup, ha paralizado las nuevas ofertas de SPAC y ya no trabaja con muchas de las que ayudó a sacar a Bolsa.
Citi y Bank of America también están adoptando un enfoque más cauteloso. BofA está haciendo un "trabajo selectivo" con las SPAC con las que ya tiene relación, según una persona familiarizada con la situación.
La retirada de los bancos es el último revés a un mercado que los inversores magullados comenzaron a abandonar el año pasado.
Las SPAC han recaudado US$ 12.700 millones este año, una fracción de los US$ 166.000 millones de 2021, según datos de London Stock Exchange Group. Se han cerrado poco más de 50 operaciones, frente a las 226 de 2021.
Para algunos de los que trabajaron en operaciones en el momento álgido de la fiebre de las SPAC, el desmoronamiento era solo una cuestión de tiempo.
"Creo que hay mucha gente que no debería haber creado SPAC", afirma un banquero que ha trabajado con numerosas empresas de cheque en blanco. "Sabíamos que se trataba de una bomba de relojería, pero la gente decía 'cierra la boca y llévate las comisiones'".
Una persona familiarizada con la operación de Ginkgo explica que las comisiones que recibieron los asesores estaban en la línea de las que habrían recibido en una OPV tradicional.
Auge de las SPAC
Las SPAC, que recaudan dinero en efectivo saliendo a Bolsa antes de buscar una fusión con una empresa privada, despegaron durante las primeras etapas de la pandemia aprovechando que las medidas de estímulo de la Reserva Federal alimentaron el apetito de riesgo de los inversores minoristas e institucionales.
Muchos bancos de Wall Street crearon rápidamente equipos para gestionar la oleada de salidas a Bolsa, que a menudo eran empresas de alto crecimiento con grandes promesas pero pocos ingresos o beneficios.
Según datos de LSEG, los cinco principales suscriptores de SPAC, entre ellos Citi, Goldman y Credit Suisse, ganaron aproximadamente US$ 1.700 millones con estas operaciones en 2020 y 2021. Los bancos que trabajaron en las fusiones posteriores también ganaron, recibiendo en el caso de los cinco principales asesores 270 millones de dólares en 2020 y 765 millones de dólares en 2021, según muestran los datos.
Ahora, a medida que algunos bancos adoptan un enfoque mucho más prudente, la atención empieza a centrarse en lo que depara el futuro a la otrora clase de activo de moda.
Bob Diamond, ex consejero delegado de Barclays y creador de sus propias empresas de cheque en blanco, asegura que la repentina caída de la actividad es "muy saludable para el mercado a largo plazo", ya que habrá menos SPAC a la caza de empresas privadas.
Varios actores del mercado creen que el volumen de actividad se asentará en los niveles previos a la pandemia, cuando las SPAC eran un vehículo para las empresas que tendrían dificultades para salir a Bolsa mediante una OPV convencional.
Históricamente, los vehículos de cheque en blanco solían ser atractivos para las empresas más pequeñas, ya que ofrecían acceso a la financiación eludiendo el proceso de OPV, que se considera más exigente. También era un imán para aquellas empresas demasiado pequeñas para estar en el radar de los grandes bancos.
Pero en los últimos 18 meses, "hubo demasiadas SPAC y se amontonaron en la parte especulativa del mercado", explica un banquero sénior que trabaja en el mercado. "Lo que surgirá de esto es un mercado significativamente más pequeño pero saludable para las SPAC".
Mientras que bancos como Goldman, Bank of America y Citi han parado su lucrativo negocio de SPAC, al menos hasta que haya más claridad sobre las posibles responsabilidades en el marco de las reformas previstas, otros no se han dejado intimidar.
Jefferies y Credit Suisse han asegurado a sus clientes de SPAC que seguirán trabajando en nuevas operaciones, según personas familiarizadas con la situación. El mes pasado, Cantor Fitzgerald se puso en contacto con los inversores que habían creado SPAC para hacerles saber que están abiertos a negociar y que están buscando operaciones, según una persona al corriente de la situación.
Pero aunque terminase resurgiendo un mercado de SPAC mucho más pequeño y menos libre, asesores y banqueros advierten que el sector afronta primero más turbulencias.
Como muestra de la tensión, los acuerdos alcanzados se están derrumbando. A finales del mes pasado, la editorial de revistas Forbes abandonó sus planes de salir a Bolsa a través de una SPAC, casi un año después de que se anunciase el acuerdo. El mismo día, el grupo de venta de entradas online SeatGeek señaló las "condiciones del mercado" al cancelar sus planes de salir a Bolsa a través de una SPAC creada por el ejecutivo de béisbol estadounidense Billy Beane y el veterano de Wall Street Gerry Cardinale.
Hay más de 600 SPAC que han salido a Bolsa y han recaudado dinero de los inversores, pero aún no han encontrado una empresa privada con la que fusionarse, según LSEG.
Esto deja a los llamados patrocinadores de las SPAC, los que crean las empresas de cheque en blanco, en una penosa situación.
Los patrocinadores suelen aportar entre el 2% y el 3% del capital de una SPAC, pero cada vez más han recurrido a terceros para obtener esos fondos. Sin embargo, tanto los patrocinadores como los terceros pierden ese dinero si una SPAC no encuentra un objetivo en dos años.
En cambio, otros inversores que compran acciones cuando una SPAC sale a Bolsa suelen recuperar su dinero, más algunos intereses, si el vehículo no consigue llegar a un acuerdo en ese plazo.
"Va a ser un baño de sangre para los fundadores", advierte un asesor de SPAC que todavía trabaja en acuerdos. "La mayor parte de las SPAC que buscan acuerdos se van a disolver, así que si alguien viniese y me dijese que quiere crear una SPAC ahora, le diría que está loco