Al recordar al Papa Francisco I, el obispo de la diócesis de San Bernardo, Juan Ignacio González, lo describe como “siempre simpático, tallero, bromista”.
Desde el primer momento tuvieron una relación “muy buena, cercana y simpática”, que se fue profundizando en los últimos años a través de cartas manuscritas y correos electrónicos, “que eran un signo de confianza y cercanía al que yo traté de ser fiel”, expresa.
“Su simpatía era grande, especialmente en los momentos de conversación fraterna con él. Uno podía decirle todo. Era algo como paternal. Recuerdo una vez que le dije por carta que tenía que ir a Roma en agosto y al día siguiente me llegó por mail una carta suya en que advertía que averiguará bien quiénes de las autoridades que debía ver estaban en Roma, porque ‘en agosto no está aquí ni siquiera el gato’”, rememora con humor.
“El último tiempo su llamado a la paz del mundo fue dramático. Clamó con ocasión y no fue escuchado. Quizás ahora, ya difunto, desde el cielo lo logre”.
- Para ud. ¿qué hitos marcaron su pontificado?
- Para mí, el primer hito es volver a toda la Iglesia hacia un mundo que necesita a Dios. Lo sintetizó muchas veces con la expresión: “Quiero una Iglesia en salida”, o con el término dejar de “balconear”.
Siempre ha sido un peligro mirarnos mucho a nosotros. Las enseñanzas del Evangelio tienen una dimensión social. En eso Francisco fue exigente y su enseñanza lo manifestó. Él vivió lo que nos enseñó. Se tomó en serio el ir por todo el mundo y anunciar la Buena Nueva.
El último tiempo su llamado a la paz del mundo fue dramático. Clamó con ocasión y no fue escuchado. Quizás ahora, ya difunto, desde el cielo lo logre.
- ¿Cuál cree que es el mensaje que le deja a Chile?
- Recojo con admiración la fuerza con que nos llamó a poner a Cristo en el centro. En sus diversas cartas a Chile, este tema está siempre en la médula de su mensaje.
Ahora que ya no está con nosotros, vuelvo a rememorar esas cartas y me impacta de nuevo al leer lo que nos dijo a los obispos el 15 de mayo de 2018: “Lo que sí podemos observar es que la Iglesia que era llamada a señalar a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6) se volvió ella misma el centro de atención. Dejó de mirar y señalar al Señor para mirarse y ocuparse de sí misma. Concentró en sí la atención y perdió la memoria de su origen y misión. Se ensimismó de tal forma que las consecuencias de este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención”.
Con el tiempo, nos daremos cuenta de la certeza del diagnóstico y podremos estudiar sus causas. Tarea que el Papa nos dejó a todos.
- A su juicio ¿cuáles son sus publicaciones clave?
- Para mí la Exhortación Evangelii Gaudium, (2013) es como un resumen anticipado de lo que sería su enseñanza. Allí plasma lo nuevo que quería traer a la Iglesia del siglo XXI (...) Es una enseñanza práctica, pero ascética, espiritual, porque pone como fundamento la conversión, personal y comunitaria.
En 2018, nos volvió a recordar algo que está en el corazón del Concilio Vaticano: la santidad, con la exhortación Gaudete et exultate. Más allá de las polémicas, algunas de ellas sobredimensionadas, Amoris Laeticia, sobre el amor en la familia, tiene maravillosos aterrizajes acerca de la familia humana y cristiana.
Pero hay una exhortación, que ha pasado inadvertida, C’est la confiance, que lo retrata en su íntima fisonomía. Tiene solo 30 páginas y la escribió en 2023. Trata sobre la confianza en Dios, que es el único camino para llegar al amor.
Luego, ya en octubre de 2024, nos escribió una larga carta sobre el Sagrado Corazón de Jesús, devoción a la que vivía aferrado y que nos muestra el amor de Dios por nosotros al enviarnos a su hijo. Sin prejuzgar, creo que estos dos últimos documentos nos muestran a las claras quién era Francisco, qué lo movía y de dónde sacaba esa fuerza que a todos impresionaba: creía en la acción de Dios en las almas y en el mundo, creía en la Gracia Divina.
Entre las enseñanzas más sociales, los dos documentos sobre los temas ecológicos también son puntos esenciales, especialmente por el enfoque espiritual y antropológico que hay en ellos. No nos olvidemos que aún seguimos leyendo y aprendiendo de las enseñanzas sociales de León XIII, por allá en 1891. Pasará lo mismo con las enseñanzas del Papa Francisco.
Visita a Chile
- ¿Qué significado tuvo para Chile la visita del Papa?
- La visita de Pedro a las Iglesias del mundo entero tiene siempre sabor evangélico. Algunas veces nos quedamos con las menudencias, con detalles, a veces muy poco importantes. Pero, ¿quién ha repasado sus homilías, discursos y enseñanzas, dirigidas a la Iglesia en Chile?
Que cada uno se haga esta pregunta, y veremos que estamos en falta y que hay un tesoro por descubrir. Es nuestra superficialidad. Solo más tarde nos comenzamos a dar cuenta de la densidad de su anuncio. Son tiempos de Dios, tan diversos como los nuestros.
- ¿Cuál fue su legado en un tema tan delicado como los abusos en el clero?
- Su impulso fue decisivo –hablo de nuestro caso chileno, que conozco– para ponernos a trabajar. Empezó ese camino Benedicto y Francisco lo continuó con fuerza y sabiduría. Con una intuición que lógicamente es sobrenatural, se dio cuenta de la gravedad que el mal y pecado de los abusos tiene para la vida de la Iglesia. Hoy, gracias a ese impulso, también la sociedad está reaccionando ante este mal en muchos ámbitos, sobre todo en la familia y en lo laboral. Quizás muchas personas no saben las veces que personalmente y como Conferencia Episcopal hemos escuchado en directo los relatos de las víctimas, uniéndonos –hasta donde se puede– con su dolor y tragedia. He visto a muchos hermanos míos obispos, llorar y llorar.