Maya Zilveti, PNUD en Chile: “La mayoría considera que los liderazgos políticos obstaculizan los acuerdos para resolver los problemas del país”
La coordinadora de investigación del reciente Informe sobre Desarrollo Humano 2024 de Chile advierte sobre la demanda de la población por líderes capaces de acuerdos y a tener cambios graduales.
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Tras casi una década, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) retomó la realización del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile. Con un estallido social de por medio y la pandemia, la medición -suspendida porque el país había alcanzado un ingreso alto- respondió a una petición del Presidente Gabriel Boric.
Sus resultados, conocidos la semana pasada, mostraron que el 59% de los chilenos cree que en los últimos años la nación ha empeorado, además de una difícil relación entre ciudadanía y las elites y la “villanización” de la clase política. Pero, al mismo tiempo, como lo destaca la coordinadora del estudio y de Investigación del PNUD en Chile, Maya Zilveti, se constató la añoranza por cambios -muy en línea con octubre 2019-, aunque graduales.
“Los cambios deseados aluden de nuevo a la seguridad, que tiene que ver con la relevancia que adquirió este tema en el último tiempo, pero también con reducir la desigualdad de ingresos y mejorar o acceder a una salud de calidad”, expone.
“La ciudadanía no quiere seguridad ciudadana o derechos sociales, quiere ambas. No quiere derechos sociales o crecimiento económico, quiere las dos cosas”.
“Para las personas, un buen líder debe ser principalmente una persona capaz de alcanzar consensos y acuerdos”.
- El PNUD tiene la visión de que Chile alcanzó un “alto desarrollo humano”. ¿Cómo conversa esto con el nivel de malestar, pesimismo, frustración de la ciudadanía?
- Es algo que los informes vienen constatando hace rato, porque hace rato que Chile obtiene excelentes resultados en términos de desarrollo humano y que el PNUD viene visibilizando un malestar ciudadano que se expresa de muchas maneras. Reafirma, en el fondo, que uno puede tener indicadores muy positivos en términos socio-económicos, pero que si no atiende las demandas de la población en áreas tan concretas y tan claves, como derechos sociales, seguridad social, hay un malestar que persistirá.
Lo que identificamos ahora y que es algo interesante, es que tiene mucho que ver con la atribución del deterioro y el estancamiento que perciben las personas en Chile a los liderazgos políticos. Es un malestar que tiene una dirección, que identifica culpables.
- ¿Qué explica este desajuste? En otras partes del mundo hoy parece suceder lo mismo.
- Es un tema bastante global y tiene que ver con las dinámicas que uno puede observar ahora en el sistema político y en los actores políticos. No podría decir que la desafección o el malestar o la victimización es un fenómeno exclusivo de Chile. Lo interesante es que este informe analiza esta dinámica a la luz de los procesos sociopolíticos recientes.
- Al mismo tiempo hay alto interés por cambios profundos pero graduales. ¿El informe es una reivindicación a los acuerdos?
- Sin duda que sí. Es un hallazgo muy interesante, plantea la preferencia por cambios graduales, que es algo diferente a lo que observábamos hace 10 años. El 2013, el 37%, consideraba que los cambios debían ser graduales y ahora un 57% considera que los cambios deben ser graduales. Es posible que este valor de la gradualidad que aparece en este nuevo informe tenga que ver con procesos de aprendizaje reciente respecto de procesos de cambio frustrados.
“La villanización”
- Como lo hacen notar en el estudio, todavía no hay acuerdo en pensiones. ¿Esto refleja la desconexión entre ciudadanía y las élites?
- Efectivamente, la ciudadanía tiene una demanda por liderazgos capaces de alcanzar consensos y acuerdos, y eso ha experimentado un aumento importante.
Para las personas, un buen líder debe ser principalmente una persona capaz de alcanzar consensos y acuerdos. En el 2004 era 46%, en el 2013, 51% y ahora en el 2023, un 58%.
- ¿Por qué no son capaces de leer esto los líderes políticos? Incluso después del estallido social.
- El informe hace un análisis sobre cambios controversiales, intentos de reforma del sistema de pensiones o la ley de inclusión en su momento, y lo que detecta es que el debate público está altamente polarizado y el debate público se estructura de alguna manera en torno a oposiciones dicotómicas, básicamente entre Estado y mercado y todos sus términos aledaños: solidaridad y competencia; individuo y colectivo. Lo que plantea el informe es que las élites se atrincheran en estas oposiciones y no logran dialogar y que eso dificulta mucho la capacidad de representación de la ciudadanía. Lo que observamos en el informe es que la ciudadanía tiene sueños de cambio y aspiraciones de cambio bastante pragmáticas y diversas, y no logran encajar en agendas unidimensionales de cambio o en un debate público que se estructura en torno a la oposición entre Estado y mercado.
- ¿Llama la atención que se sigan dando estas dinámicas, a pesar de que tuvimos el estallido social?
- No, porque hacemos estudios de manera sistemática y es algo que lo veníamos viendo. Pero sí es preocupante, de cara a la relación que establece la ciudadanía con la política formal y también de cara a las expectativas que tiene la ciudadanía, de que el sistema político dé respuesta a sus demandas.
- ¿Y ahí aparece esta “villanización” de la clase política o elites en general?
- Es lo que la ciudadanía plantea a partir de distintos dispositivos de investigación, estudios cualitativos, pero también la encuesta de opinión pública. Es que, efectivamente, el estancamiento y el deterioro que perciben en Chile -y que alude básicamente a los cambios profundos y esperados en materia de protección y derechos sociales que no se han concretado-, lo atribuyen a los liderazgos políticos.
En el fondo, la mayoría considera que los liderazgos políticos obstaculizan los acuerdos necesarios para resolver los problemas del país, que priorizan sus intereses electorales, que desconocen las necesidades de las personas que ponen por delante sus ideologías políticas.
- ¿Cuánto de esto responde a lo que se identifica en el informe como obstruccionismo o veto entre los distintos bloques políticos?
- Si bien el sistema político ha sido capaz de dar respuesta a crisis y demandas sociales y eso hay que reconocerlo, también el sistema político tiene dificultad para dar respuesta y el informe lo atribuye al predominio de lógicas obstruccionistas, que tiene que ver con no dialogar, no ponerse de acuerdo, con anular al adversario político más que analizar la potencialidad o el beneficio de la propuesta que se plantea considerando a la población en su conjunto.
“Relación disfuncional”
- Chile entrará en un proceso electoral próximamente. ¿Qué desafíos le plantea este contexto a los futuros candidatos?
- Hay bastantes condiciones por construir y que, de alguna manera, pudiesen recoger los y las candidatas a elecciones.
Primero, reparar la relación entre élites y ciudadanía. Esta relación disfuncional que plantea el informe y que inhibe las capacidades de conducción social requiere ser abordada de manera importante y prioritaria. Y para eso es clave que los liderazgos políticos aprendan a escuchar a la ciudadanía con todos sus matices y ambivalencia. La ciudadanía no quiere seguridad o derechos sociales, quiere ambas; no quiere derechos sociales o crecimiento económico, quiere las dos cosas.
Es clave también reconstruir la confianza de las personas en las instituciones. Pero para eso es necesario que las instituciones logren dar respuesta a las necesidades de las personas.
En ese sentido, nosotros planteamos un arreglo del sistema político, a propósito de la expectativa de reforma del sistema político para minimizar la fragmentación.
Otro elemento clave de cara a las elecciones es promover acuerdos entre las élites y entre los liderazgos políticos. Que sean acuerdos pragmáticos, acuerdos realistas
- ¿Qué significa esto?
- Acuerdos transitorios que permitan avanzar y que reconozcan el conflicto como parte inherente del cambio. Y, por último, es fortalecer la cultura cívica de las personas y a eso nos referimos con transmitir la idea de que los cambios involucran costos. Es decir, abandonar esta esta tendencia que percibimos en la ciudadanía, que considera que las capacidades individuales son lo único necesario para el logro de los proyectos personales, pero que la sociedad no importa nada.