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Jorge Cauas cuatro capítulos en la vida del ministro del shock

Por: Andrea Lagos | Publicado: Viernes 29 de diciembre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Gentileza Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales
Gentileza Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales

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Tras la muerte de Jorge Cauas Lama, el pasado 22 de diciembre, ha surgido la pregunta de si fue realmente Sergio de Castro quien instauró el modelo en Chile. Lo cierto es que el plan de shock económico, el periodo más radical de las transformaciones, lo ejecutó el ministro de Hacienda previo a De Castro.

En 1975, Jorge Cauas fue quien supo convencer a Augusto Pinochet y a su círculo de llevar a cabo el Programa de Recuperación Económica.

La urgencia era combatir la inflación de tres dígitos y reducir el enorme déficit fiscal heredado del gobierno de Salvador Allende.

A diferencia de los Chicago Boys, que estudiaron ingeniería comercial en la Universidad Católica y posgrados en la Universidad de Chicago, Cauas se formó en Ingeniería Civil en la Universidad de Chile e hizo un master en Economía en Columbia (NY). Además, era democratacristiano y había tenido altos cargos en el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Cauas, definitivamente, pertenecía a otra raza en la camada de economistas del régimen militar.

Aquí, cuatro aspectos privados de su vida pública.

Cauas, De Castro y Büchi forman el trío de hombres clave de la historia económica del gobiemo militar. De los 16 años, casi doce estuvieron bajo la conducción económica de alguno de ellos.

El peso de la DC

Jorge Cauas se defendía cuando se hablaba que la Democracia Cristiana lo había expulsado del partido al asumir el ministerio de Hacienda del régimen de Pinochet en julio de 1974.

Había sido vicepresidente del Banco Central con Frei Montalva (1967-1970).

Era un democratacristiano convencido y trabajó para un gobierno que postulaba una economía mixta como fue el de Frei.

“Yo llamé a Patricio Aylwin, cuando me comprometí. Tuve dos conversaciones muy importantes. Una con don Eduardo Frei Montalva y la otra con don Patricio Aylwin Azócar. A ambos les conté que estaba aceptando (el Ministerio de Hacienda) y que si acaso eso complicaba mi presencia en ese momento como miembro del partido democratacristiano”, señaló en una conversación con José Luis Cea y Jaime Antúnez para la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.

“Yo estaba resuelto a dejar el Partido Demócrata Cristiano”, agregó.

Sin embargo, el entonces vicepresidente del PDC, Andrés Zaldívar, dice que el partido expulsó a Cauas, porque asumió un cargo de primera línea en el régimen militar, a diferencia de militantes como Carlos Massad, quien colaboró solo cuatro meses como asesor del ministro de Coordinación Económica y Desarrollo, Raúl Saéz.

En 1968 y tras la renuncia del Ministerio de Hacienda, Sergio Molina, Andrés Zaldívar confiesa que le propuso al Presidente Frei Montalva designar a Jorge Cauas. Nunca supo por qué el presidente democratacristiano no lo consideró.

Una premisa que rodeó a Jorge Cauas y a sus asesores fue que la situación económica sería tratada con absoluta distancia de la situación política.

Tensión interna

Cauas era director del Centro de Estudios para el Desarrollo del Banco Mundial desde 1972, pero en 1974, quiso volver a Chile. Le importaba el descalabro económico en que había quedado el país tras los tres años de la Unidad Popular (UP) en el poder.

“Dejó en Washington un puestazo por venirse a Chile. Y llegó su momento. En ese tiempo, era el economista chileno que había alcanzado el puesto más alto en el extranjero”, dice Vittorio Corbo, quien lo conoció a comienzos de los ‘70 en la Escuela de Economía de la Universidad Católica.

Aterrizó como vicepresidente del Banco Central, pero en dos meses ya se había convertido en el primer Ministro de Hacienda civil después del almirante Lorenzo Gotuzzo.

Sergio Undurraga, que estuvo en Odeplan y en el grupo formador de los Chicago Boys, dice que Cauas quiso volver después de la caída de la UP y se ofreció a ayudar. “Nadie pensó que era democratacristiano al nombrarlo en Hacienda. Esas eran cosas políticas y había que sacar al país a flote”, recuerda.

Al nuevo ministro le tocó enfrentar fuego amigo. “La oposición a Cauas no se veía porque estaba tapada bajo varias capas”, señala Carlos Massad, expresidente del Banco Central y exministro de Salud.

En 1974, Fernando Léniz, que había sido ejecutivo del grupo Edwards y un fiel alessandrista, se convirtió en el primer civil del gabinete designado como ministro de Economía.

En el libro “La historia oculta del régimen militar”, de Ascanio Cavallo y otros autores, se recuerda el alejamiento entre Léniz y su asesor, Sergio de Castro: “Léniz estaba por implantar gradualmente medidas de sanidad económica en 1975, pero De Castro creía que la única fórmula era el shock, decidido y frontal. El eje del poder se trasladó entonces desde el Ministerio de Economía hacia el de Hacienda”. Y allí justamente estaba Cauas, irritado porque la inflación bajaba poco y el presupuesto fiscal era aún muy alto.

Raúl Sáez, exministro del gobierno del DC, Eduardo Frei Montalva, había sido nombrado ministro de Coordinación Económica por Pinochet. Y resultó ser otro de los derrotados.

Un rol público permanente tuvo Jorge Cauas, quien participó de la fundación del Centro de Estudios Públicos (CEP). 

En el caso de él, fue peor. Pese a que Sáez asesoraba a la Junta y a diversos ministerios, su poder se terminó cuando los Chicago Boys junto al ministro Cauas prepararon el tratamiento de shock que se aplicaría. No tuvo siquiera oportunidad de oponerse. Apenas el Ministro de Hacienda habló en cadena nacional el 24 de abril de 1975, Sáez presentó su renuncia.

Los economistas DC Andrés Sanfuentes que trabajaba en el Banco Central y Juan Villarzú, director de Presupuesto, meses más tarde dejaron desencantados el régimen militar.

Sin renunciar a su partido, los economistas DC que colaboraron en el primer año del gobierno militar buscaron la gradualidad y el no provocar grandes traumas sociales.

En otro frente estuvo la guerra que dio la Fuerza Aérea, y en particular, el general e integrante de la Junta de Gobierno, Gustavo Leigh, con sus ideas nacional-corporativistas en lo económico que postulaban un rol preponderante del Estado. El shock económico, sin embargo, llegó bruscamente y terminó con las resistencias. Con el apoyo total de Pinochet, se venció en la guerra interna.

Los sectores empresariales afectados por la baja de aranceles constituyeron otro frente de oposición. Eran representantes de numerosas fábricas e industrias que debieron cerrar ante la imposibilidad de competir con productos importados que llegaban a Chile por las rebajas de las tasas de aranceles decretadas. En una sociedad desmovilizada, este grupo no tuvo el poder de imponer sus ideas ante el equipo económico.

“Fue clave la apertura de la economía chilena a la competencia internacional por la vía de bajar los aranceles. Tocó muchos intereses privados, pero era la única forma de que ganara eficiencia. Esa política es una de las más importantes de los últimos 50 años”, dice el exministro de Hacienda y del Interior del régimen, Carlos Cáceres.

“Fue complicado. Poco a poco se formó un criterio mayoritario de lo que había que hacer, pero siempre hubo personas dentro del régimen que estuvieron en contra de la política económica”, recuerda Sergio Undurraga.

“Jorge Cauas tenía una convicción general de lo que estaba haciendo y también una gran capacidad de convencer a quien tenía que tomar la decisión que era Pinochet”, subraya Cáceres.

“Para él era inevitable el plan de shock ante una inflación de más del 300% anual”, recuerda Carlos Massad, sobre Cauas.

Dos mundos

Una premisa que rodeó a Jorge Cauas y a sus asesores fue que la situación económica sería tratada con absoluta distancia de la situación política. Más allá de la falta de popularidad que pudiesen tener las medidas, lo que le importaba era el efecto de largo plazo que se consiguiera.

Y aún cuando el ajuste pudiera causar cesantía o la quiebra de industrias nacionales; Cauas estaba seguro que, a la larga, el país entero sería beneficiado.

Mientras Raúl Sáez, en 1974, en las reuniones de gabinete insistía que la situación con los derechos humanos estaba dejando sin recursos externos al régimen, Cauas le respondía que el apoyo externo por razones políticas era siempre difícil y que habría que prescindir de él. Y que la reducción del gasto fiscal y el que se acomodara la oferta de empleo, era lo urgente, aun cuando esto tuviera una consecuencia inevitable en el empleo.

El exministro y expresidente del Banco Central, Carlos Massad, aclara que Jorge Cauas “tenía una gran preocupación por los desamparados y por los más pobres. Para él era inevitable el plan de shock ante una inflación de más del 300% anual. Sabía que iba a tener un costo social, pero pensó en medidas paliativas como la creación de empleos especiales”.

Letelier y Washington DC

Durante el segundo semestre de 1976, Jorge Cauas estaba cansado tras dos años de liderar Hacienda en el que ha sido, seguramente, el frenazo económico más duro de la historia.

Fue a hablar con Augusto Pinochet para renunciar, pero este le contestó que debía entregar el mando con el Presupuesto de 1977 aprobado. Tiempo después, en vez de liberar a Cauas, le encomendó que se hiciera cargo de la Embajada de Chile en Estados Unidos.

El 21 de septiembre de ese año 1976, una bomba plantada en el auto Chevrolet Chevelle de Orlando Letelier, el exministro de la UP y más activo opositor de Chile en el exterior, explotó y los ojos del mundo apuntaron a agentes del régimen militar como autores del crimen de Letelier y de Ronni Moffit, la estadounidense que iba también en el auto.

El embajador de Chile en Washington, Manuel Trucco, había dado palos de ciego en un clima insostenible. Había que reemplazarlo. El mismo día del atentado acusó a Letelier de haber intentado hacer explotar la bomba en la residencia del embajador que estaba a unos metros: “Tuvo la mala suerte que (la bomba) le estallara en la cara”. Al día siguiente, el FBI comunicó que la bomba se había colocado bajo el asiento del conductor del coche y Trucco quedó peor.

Al embajador Jorge Cauas le tocó hacerse cargo de batírselas con el fiscal especial para el caso Letelier, Eugene Propper, y atender todos sus requerimientos y peticiones de exhortos para ubicar a los agentes chilenos que viajaron desde Chile a Paraguay y a Washington con pasaportes falsos. Los mismos que fueron los autores de la ejecución del plan para asesinar a Letelier urdido por la alta cúpula de la DINA en Chile.

En 1978, y con ofertas en el sector privado para asumir la presidencia del Banco de Santiago (del grupo Cruzat Larraín), Cauas pidió regresar al país. Trabajar en Washington en medio de la presión del gobierno demócrata de Jimmy Carter ante el asesinato de un importante opositor chileno en el corazón de Washington, no estaba siendo grato.

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