El último informe “Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y Nutricional”, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), advierte que América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más expuesta a fenómenos meteorológicos extremos, después de Asia.
De esta manera, el 74% de los países de la región tiene una alta exposición a eventos climáticos extremos, lo que significa que ocurren con una alta frecuencia. En tanto, el 52% pueden definirse como vulnerables a estos fenómenos, ya que tienen más probabilidades de experimentar un aumento de la desnutrición.
Por lo mismo, la FAO alertó que la variabilidad climática y los fenómenos extremos reducen la productividad agrícola, alteran la cadena de suministro y aumentan los precios de los alimentos, por lo que las dietas saludables son menos accesibles.
El subdirector general de la FAO y representante regional para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, destacó la importancia de implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios.
“Esta resiliencia nos permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar de manera positiva, eficiente y eficaz frente a diversos riesgos, incluidos los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”, dijo.
No obstante, el indicador de hambre se redujo y en 2023 se registró que afectaba al 6,2% de la población de América Latina y El Caribe - es decir a 41 millones de personas-, significando una baja de 0,4 punto porcentual (pp.) respecto a 2022, pero 0,6 pp. por encima de los niveles de 2019.
La mejora del resultado vino de la mano de la subregión de América del Sur, que promedió 5,2% en desnutrición y bajó 0,7 pp., respecto al año anterior. En el caso de Chile, el indicador fue menor al 2,5%.
La FAO señaló que la región mejoró su resultado en inseguridad alimentaria moderada o severa, que afectó al 28,2% de la población en 2023 -187,6 millones de personas- y fue la segunda disminución consecutiva y está por debajo del promedio mundial (28,9%).
Sudamérica registró un promedio de 29,2% y países como Uruguay, Chile y Brasil tenían la prevalencia más baja, con un 15,7%, un 17,6% y un 18,4%, respectivamente.