Daniel Raisbeck, analista de Cato Institute: “El manejo económico ha sido más moderado de lo esperado”
Desde el centro de estudios estadounidense, asegura que el manejo macroeconómico “no fue desastroso” como algunos temían. Además, señala que “la Cámara de Diputados acertó al rechazar la propuesta”.
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Sorprendido respecto a la gestión económica del primer año de gobierno de Gabiel Boric, se reconoce Daniel Raisbeck, analista de políticas sobre América Latina en el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global de Cato Institute. Desde su punto de vista, “no se sabía que esperar” de esta administración cuando fue electa, pero ha demostrado ser “más moderada” de lo que se anticipaba, lo que quedó claro con la señal inicial de poner a Mario Marcel en el Ministerio de Hacienda y se reforzó con el cambio de gabinete pos plebiscito.
Más allá de este balance, el experto del think tank estadounidense -promotor de “ideas llibertarias en los debates público”, como indica su sitio web- es crítico de la agenda de reformas del Gobierno. No veía con buenos ojos la propuesta tributaria del Ejecutivo, valorando que se haya rechazado en la Cámara de Diputados, y tampoco le convence el proyecto de pensiones que se tramita en el Congreso.
“Ahora es más claro el mensaje del Gobierno de Boric de seguir en la línea que mantiene Chile hace ya varias décadas, aunque más cercano a lo que fue el segundo gobierno de Michelle Bachelet”.
- ¿Qué evaluación hace de la gestión económica del primer año de gobierno de Gabriel Boric?
- Me ha llamado la atención que el manejo económico ha sido más moderado de lo esperado. Fue una sorpresa desde que nombró a Mario Marcel como ministro de Hacienda, porque en su momento fue una señal para todos los mercados de moderación, considerando que al inicio no se sabía qué esperar. Hemos visto una fuerte relación con el Banco Mundial, sorpresivamente ha tenido una buena política de austeridad o, por lo menos, no han salido a gastar como Piñera en los últimos años.
Digamos que se esperaba algo mucho más radical de la izquierda, pero en general le ha tocado -por una u otra razón- moderarse, lo que obviamente se notó más desde el plebiscito y los cambios de gabinete que le siguieron.
- ¿Ha destacado el manejo macroeconómico, considerando, por ejemplo, el superávit fiscal en 2022?
- No sé si destacado, pero por lo menos no fue desastroso como se esperaba. Ahora, es más claro el mensaje del Gobierno de Boric de seguir en la línea que mantiene Chile hace ya varias décadas, aunque más cercano a lo que fue el segundo gobierno de Michelle Bachelet, donde ya hubo incremento de impuestos y se tomaron una serie de medidas que rompieron un poco con el modelo de alto crecimiento. Eso se ha visto en los últimos años, un crecimiento bajo o lo que se espera para este año, con el pronóstico del FMI -que uno no sabe si se cumplirá-, pero es el único país al que se le pronostica una recesión en la región.
En ese sentido, no se puede decir que el desempeño ha sido destacado, pero tampoco ha sido un desastre, al menos hasta ahora, en este primer año. Habrá que ver cómo se desarrolla el Gobierno de aquí para adelante, lo que ocurra con el gabinete, si mantiene la tradición más tipo Concertación, por ejemplo, manteniendo a Mario Marcel. Suele ser más importante para la evaluación de una administración conocer el gabinete con el que se termina, más que aquel con el cual comienza.
- ¿Qué implicancias tiene la caída de le reforma tributaria, dada su relevancia para el programa de gobierno?
- Cualquier reforma tributaria que busque aumentar el recaudo por medio de un aumento significativo de impuestos, o la creación de nuevos impuestos, es errada. El impuesto al patrimonio -que castiga el capital que genera inversión, empleo y crecimiento- es particularmente nocivo, en especial con umbrales relativamente bajos. También son perjudiciales los incrementos en las ganancias de capital, al igual que el impuesto sobre los dividendos. La Cámara de Diputados acertó al rechazar la propuesta.
Hay que tener en cuenta que, como porcentaje del PIB, el recaudo de Chile ya es muy similar, por ejemplo, al de Irlanda, un país desarrollado. No hay una necesidad de incrementar el recaudo. Al contrario, Chile debe regresar a la austeridad que caracterizó su surgimiento económico. En los últimos años el país se ha desviado de ese camino, por ejemplo, con la creación de nuevos ministerios y distintos tipos de subsidios, entre ellos los de Boric, en medio de un alza en la inflación.
- Tras lo ocurrido con la reforma tributaria, ¿cree que corre riesgo la de pensiones? ¿Qué consecuencias tendría eso para el país?
- El sistema de pensiones chileno, aunque llegó a ser un modelo para América Latina e inclusive más allá, siempre se puede mejorar. En mi opinión, sí era necesario reducir las comisiones que cobran las AFP y, sobre todo, asegurar que esto se haga a través de la máxima competencia en el sector, con muchas opciones de muy bajo costo para el ahorrador individual. Sin embargo, la creación de un único administrador estatal es muy mala idea. La creación de un fondo estatal, sobre todo por tener la ventaja de ser la opción por defecto, también es un error. El Estado o, mejor dicho, los funcionarios que lo componen, no tienen por qué ser empresarios.
El aumento de la pensión garantizada crea incentivos perversos en la sociedad, y su financiamiento sólo se puede dar a través de mayores impuestos o deuda, lo cual en últimas genera más impuestos. Por ello, el golpe a la reforma tributaria también fue un golpe a la reforma de pensiones. Aunque ésta por lo menos mantiene la propiedad individual del ahorro, sigue siendo una reforma nociva en mi opinión.