Ricardo Lagos Weber “Quiero generar un clima razonable, a pesar de las diferencias”
Consciente de que hay un clima complejo, el expresidente del Senado advierte que pese a no pensar como Piñera “voy a tratar de entenderme cuando se necesiten quórums para leyes permanentes”.
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Se le percibe molesto. Las duras frases que la semana pasada vertió el presidente Sebastián Piñera en contra de la oposición molestaron a todo el sector, pero especialmente al senador Ricardo Lagos Weber (PPD), quien "de buena fe" fue uno de los primeros representantes de la exNueva Mayoría en apuntarse para participar en la Comisión de la Infancia, la primera que convocó el mandatario, en el marco de un proceso de búsqueda de acuerdos. No fueron pocas las críticas que debió afrontar el parlamentario, aun así no se arrepiente de su decisión, aunque admite que las salidas de madre del jefe de Estado lo descolocan, porque no se condicen con los llamados al diálogo.
Pese a todo, Lagos Weber no baja los brazos. Está convencido de que el gobierno deberá apelar mucho al diálogo para zanjar el debate por el salario mínimo y avanzar en el proyecto de reforma tributaria; por lo mismo, participó el viernes en la cita con los ministros Larraín y Monckeberg.
-¿Cómo ve el clima político después de lo que ocurrió la semana pasada con el salario mínimo?
-Hubo un fracaso, desde el punto de vista del gobierno, por enamorarse de sus propias ideas y no tener una mirada más larga.
-¿Cómo así?
-Le planteé algo que, a mi juicio, era razonable: que mantuviera su reajuste, pero que rebajara los 30 meses a 24 y tendría dos años de plurianualidad. Con eso daba señales claras y -muy importante- celebraba un acuerdo, porque este gobierno no ha generado ningún acuerdo en materia económica. Y los ministros de Hacienda y Trabajo desaprovecharon una oportunidad muy importante y, más encima, con esto de recurrir al veto claramente se contaminó el ambiente. A eso súmele todas las declaraciones de post verdad que ha hecho el gobierno.
-¿Comparte la percepción de que el gobierno incluyó el guarismo en el veto para presionar a la oposición?
-Eso fue lo que hicieron. Fue como decir 'atrévanse a votarlo en contra, porque vamos a decir que ustedes rechazaron el salario mínimo'. Pero al gobierno le salió el tiro por la culata, porque la oposición salió a explicar unida que aprobó el reajuste.
-Pero el gobierno insiste en acusar a la oposición de que no haya reajuste en agosto.
-Puede echarle la culpa a quien quiera, pero a mí el Presidente no me va a decir que soy un mal patriota, porque aprobé la Ley de Reajuste el lunes a las 19:00 horas y si él decidió vetar, es su responsabilidad.
-¿Se está volviendo un hábito gobernar a través de decretos y vetos?
-Me preocupa que ese sea el enfoque. Pero, además, lo que ocurrió con el salario mínimo le da la razón a los que dijeron que no había que participar en las comisiones porque era seguirle el juego al gobierno.
-¿Se arrepiente?
-No me arrepiento. El gobierno se tendrá que arrepentir, porque cuando uno quiera plantear una propuesta de solución a un tema dirá para qué, si al gobierno no le gusta lo veta o va al Tribunal Constitucional o manda decreto. El ministro de Hacienda y el Presidente tuvieron a la mano un acuerdo y ahora están en el peor de los mundos.
-¿Cómo quedó el clima de cara al proyecto de modernización tributaria?
-El clima está mal en general, al margen de la modernización tributaria. Porque, además, el Presidente apela a los buenos patriotas, en qué ayuda eso. A ratos siento que el gobierno no quiere acuerdos, quiere ver quién gana el gallito comunicacional y cae menos en las encuestas. Pero aquí nadie va a ganar, porque para un trabajador que gana el salario mínimo es el gobierno el que tiene que hacer las cosas.
-¿Le ha negado la sal y el agua al gobierno?
-Para nada, cómo le voy a estar negando la sal y el agua si participé en la Comisión de la Infancia, le he aprobado sus proyectos mejorados, le propuse una solución para el proyecto de salario mínimo. Lo que se ha dicho es que tenemos que ser muy cuidadosos respecto de cómo vamos a abordar la reforma tributaria, porque ¿si no hay acuerdo en todo nos van a vetar? Sabe qué más –dicen algunos-, vamos a conversar antes de aprobar la idea de legislar; vamos a estar los técnicos, los políticos, los parlamentarios, vamos a llegar a acuerdo en todos los temas, vamos a hacer un gran protocolo nacional ante notario público y ahí comienza a regir el proceso legislativo.
-¿Un proceso prelegislativo profundo?
-Algunos están pensando eso ante el clima y la desconfianza.
-¿A qué atribuye este clima?
-Al empecinamiento del gobierno, esa sensación de que no lo pueden derrotar; bueno, yo siento que estamos todos medio derrotados y que esto fue un fracaso, pero la responsabilidad mayor la tiene el gobierno y va a pagar el costo.
-¿Entonces estaría disponible para rechazar la idea de legislar del proyecto tributario?
-Espero que no tengamos que tomar ese camino y tengamos la capacidad de conversar. La política es como la vida, tú no andas pasando por encima de la gente porque eres más fuerte, hay que conversar porque hay que convivir. Los tiempos y las mayorías cambian, pero yo quiero generar un clima razonable a pesar de las diferencias. Claramente tengo diferencias con el gobierno de Piñera, pero no por eso no voy a tratar de entenderme cuando se necesiten quórums para tener leyes permanentes. En el tema tributario, eso sí, se tiraron con el tejo completamente pasado.
-¿Qué posibilidades hay de que usted apruebe ese proyecto?
-Como está, hay varias cosas que si no se modifican sustantivamente no van a ver la luz del día. Y la integración es severamente cuestionable.
-¿Es una reforma para los más ricos? como han dicho algunos representantes de su sector.
-Es una reforma que hace carne lo que dijeron en campaña para satisfacer a sus adherentes, porque saben que para aprobarla necesitan mayoría. La reforma tributaria la íbamos a discutir en su mérito y ahora, producto del veto en el salario mínimo, cambió el clima. Yo no me voy a amilanar por un veto presidencial, pero sí me molesta, porque veo una estrechez de criterio. Sobre todo, porque objetivamente el reajuste es significativo comparado con los últimos, para qué lo empañan con todo lo que ha pasado.
"La mayoría del primer trámite fue efímera"
-¿Usted comparte la molestia de la oposición por el hecho de que el ministro Felipe Larraín no haya estado hasta el final de la negociación por el salario mínimo y, en vez de eso, haya viajado a Concepción?
-Yo no conozco la interna del gobierno. A lo mejor, el ministro del Trabajo, como exdiputado, tal vez pensó que con el acuerdo de la Cámara de Diputados estaba resuelto el problema; aunque, para ser bien franco, en la Cámara no hubo un acuerdo, sólo hubo mayorías circunstanciales para aprobar el primer trámite, pero de ahí en adelante el gobierno nunca más las tuvo.
-¿Cuándo habla de mayorías circunstanciales se refiere a los votos de la Democracia Cristiana?, que son por los que el gobierno apuesta que va a poder rescatar en todas las votaciones trascendentes.
-Para ser bien justo, el diputado René Alinco del PPD y el diputado Pepe Auth también apoyaron al gobierno en la primera instancia del trámite del reajuste del salario mínimo. Y no todos, pero casi todos ellos, cuando el Senado hizo las enmiendas y el proyecto regresó a la Cámara, apoyaron lo que nosotros hicimos, porque les pareció razonable. Entonces, yo me quedo muy tranquilo. Porque el gobierno tuvo un número pequeño, pero suficiente para aprobar en primer trámite su reajuste, pero esa mayoría resultó ser efímera.
"El gobierno no se puso al día con los cambios"
-A raíz de los últimos episodios, ¿cómo evalúa al equipo de gobierno? considerando que ya tiene experiencia, a diferencia de lo que ocurría en la primera administración de Sebastián Piñera.
-Más que impericia es que no lograron ponerse al día con los cambios que están ocurriendo y los movimientos y tensiones que hay al interior de las coaliciones, o lo que queda de coalición en nuestro caso, y la relación que tenemos con el Frente Amplio y sus dinámicas internas.
-Se dice que por momentos el gobierno ha fracasado en imponer su agenda y le ha entregado a la oposición temas que la unen. ¿Comparte eso?
-Siento que desde lo que hoy día llamo la oposición y, más específicamente la centroizquierda, para poder devenir en algo más orgánico o institucional, se tiene que comenzar a trabajar respecto de temas y de esa forma ir generando confianzas, o despejando desconfianzas, y sobre todo aunarnos en temas comunes en que coincidamos, criterios comunes que hay que definir. Ese es un camino largo, pero más sano que decidir unirnos por secretaría para ganar una elección, que si va a ocurrir quiero que sea a partir de cosas con contenido y unidad. Efectivamente, DDHH es un aglutinador natural en nuestro caso y el tema tributario también, porque sobre la integración tenemos una visión distinta a la del gobierno.