Una extraña sensación recorrió los pasillos del Senado esa noche. Finalmente, nadie parecía haber ganado. Por el contrario, mientras el gobierno intentaba aminorar los efectos de la derrota, quienes la propinaron más que celebrar, trataban de justificar su acción.
Es que como lo muestra la intrincada historia que culminó con la caída del ministro de Educación Harald Beyer, ésta comenzó con el error de cálculo de las autoridades para enfrentar una situación en la que claramente se impondrían las consideraciones político-electorales.
Pero las cosas se dieron de esa manera hasta llegar al miércoles en la noche en un estado de máxima tensión.
Por eso, a partir del más inesperado hecho político que marcará tanto el último año de gobierno como la campaña electoral, todo indica que los ánimos entrarán en un estado de extrema crispación.
La acción de la diputada que embarcó a la oposición
Pocos imaginaron que la embestida que inició la diputada independiente, Alejandra Sepúlveda, podría adquirir las dimensiones que alcanzó. Frustrada por el rechazo al informe de la comisión sobre el lucro que ella presidió, buscó primero trasladar el caso a la justicia o al Consejo de Defensa del Estado, pero al no encontrar eco, decidió explorar una acusación constitucional en contra del ministro de Educación, al estimar que podía hacerlo responsable de los casos de lucro en las universidades.
Luego de que la parlamentaria -que había renunciado al PRI para tener la opción de postularse como independiente- tomara la causa como su bandera de lucha logrando presentar el libelo, la situación adquirió otro cariz.
En la Concertación comenzó a analizarse que si no la dejaban sola en su cruzada, la diputada Sepúlveda podría considerar postular por la lista opositora, lo que abría la posibilidad de doblar en el distrito de San Fernando que ella representa.
Con ese cálculo, a lo que se sumó el malestar de otros parlamentarios de la oposición, que acusaban de soberbia al ministro Beyer por no considerarlos, la acusación fue prendiendo, al punto que incluso algunos de aquellos que la desestimaban, percibieron que difícilmente podían no sumarse a ella. En primer lugar, porque se estaba instalando como una suerte de plebiscito contra el lucro, que era una causa que les permitía tratar de conectarse con las demandas estudiantiles.
Fue así como la acusación contra el ministro, más allá de sus fundamentos, se transformó en la bandera en torno a la cual sus impulsores lograron unir a toda la oposición.
El factor Bachelet ordena las filas
Coincidencia o no, el solo hecho de que Michelle Bachelet llegara al país justo días antes de que la Cámara de Diputados debiera pronunciarse sobre la acusación, generó que su presencia se evaluara como un elemento determinante para que ésta fuera aprobada.
En primer término, porque la apelación a la unidad del bloque opositor por la que se jugaron especialmente los socialistas, terminó haciendo fuerza entre aquellos DC que se oponían. Entre los casos que se mencionan está el de Jorge Sabag, aunque sus propios pares lo descartaban porque postula a la reelección, por lo cual el único que al final la aprobó -en contra de su decisión original-, fue Jorge Burgos.
Para éste, quien no postula al parlamento, siendo parte de un partido opositor, habría sido imposible transformarse en quien salvaba al ministro, menos si entre sus aspiraciones estaría formar parte de un posible gobierno bacheletista.
Ese orden en las filas opositoras que impuso la sola presencia de Bachelet, como los cálculos de aquellos que enfrentan una elección, terminó reeditándose en el Senado, donde también pesó como elemento adicional, la prioridad que posteriormente la candidata del PS-PPD, pese a sus ambigüedades, le dio al tema del fin del lucro.
Error en el manejo estratégico de La Moneda
Más allá de que la actitud de Beyer de ignorar los informes sobre el lucro pudo exacerbar a los acusadores, fue la conducción política de este episodio la que fracasó. De hecho, tal como en ocasiones anteriores, el ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet, se jugó por la estrategia de apostar a uno o dos votos marginales, en lugar de intentar un acuerdo con un sector más amplio, considerando, además, que precisamente entre quienes se sumaban al oficialismo en la Cámara, estaban los ex diputados del PRI, como Alejandra Sepúlveda.
Partiendo de la base que la posición en contra expresada por algunos opositores podían ser determinantes, el gobierno jugó esa carta hasta el final, al extremo de conminar a los parlamentarios del oficialismo a respetar el acuerdo que pondría en la testera al diputado Pedro Velásquez, seriamente cuestionado por no pagar una
deuda por fraude al fisco. El argumento esgrimido por Larroulet fue que éste era el voto decisivo para que pudiera rechazarse la acusación.
Pero erró, porque además de que la oposición votó en bloque a favor, el oficialismo quedó con el estigma de haber respaldado a un parlamentario que posteriormente, fue sancionado por la comisión de Ética, lo que terminó con una presentación de censura a la mesa que presiden el UDI, Edmundo Eluchans y el RN, Joaquín Godoy.
Las razones que se impusieron en la decisión de los senadores
Como de acuerdo a lo que indica la Constitución, los senadores deben actuar de jurado, hubo quienes pensaron que al menos algunos de los más moderados de la DC podrían actuar en forma diferente a como lo habían hecho los diputados de ese partido. Pero con excepción de Patricio Walker, no fue así.
Es que después de que toda la bancada de la Cámara aprobara el libelo –e incluso algunos se jugaran con fuerza por su aprobación- era poco el espacio que les quedaba para disentir. Es lo que explica, por ejemplo, que aun cuando no le toca postular a la reelección, el presidente de la DC, Ignacio Walker, que enfrenta serios problemas al interior de su partido, desestimara la posibilidad de desmarcarse.
En ese escenario, donde además el bloque de izquierda había tomado la bandera de la acusación, era impensable que lo hicieran otros como Soledad Alvear u Hosain Sabag de acuerdo a lo que se pensó.
En el caso de la senadora -quien reconoció haberse desvelado- se destaca que enfrenta una dura competencia con el diputado PS, Carlos Montes, quien además de que puede exhibir su cercanía con Bachelet, ha sido el adalid de las posturas radicales en temas de educación que ahora aparecen más cercanas a las demandas de los estudiantes.
La situación de Sabag, por su parte -quien no es primera vez que se inclina por las posturas del gobierno- no es muy diferente, porque después de trasladarse de circunscripción en el Biobío, debe dar una dura batalla contra el diputado PPD, Felipe Harboe. En ese cuadro, los beneficios de adoptar una actitud disidente no eran suficientes para contrarrestar el efecto que podría haberle significado quebrar la unidad, menos si con ello hubiera impedido la caída del ministro.
La duda estaba centrada en el independiente Carlos Bianchi, quien no ha desperdiciado dicha calidad para negociar siempre con las autoridades cuando lo que decida puede ser determinante. Pero en esta oportunidad, luego de hacer una jugada al quedarse para el final, se inclinó por aprobar la destitución del ministro. Entre las razones que habrían pesado en su decisión está el malestar porque percibe que el gobierno estaría apoyando la postulación en Punta Arenas de su contrincante, el diputado por esa zona, también independiente, Miodrag Marinovic, quien se sumó al oficialismo en la Cámara. En este cuadro, Bianchi no podía desestimar el protagonismo que le daba para su campaña ser quien dirimió la caída del ministro.
La apuesta con que La Moneda decidió enfrentar a la oposición
Luego de que el gobierno no logró impedir que la Cámara de Diputados aprobara la acusación que suspendió de sus funciones al ministro Beyer, se analizó la posibilidad de que éste renunciara. La idea era que si se imponía su planteamiento en el sentido de que la política había mostrado su peor cara, los costos de la derrota podrían ser menores de que si se exponía a ser destituido.
Pero ni entonces, ni tampoco inmediatamente antes de que el libelo pasara al Senado, se tomó la decisión. En parte pesó la postura del mismo ministro que no daba crédito a lo que le estaba ocurriendo, pero también que las encuestas internas no mostraban el rechazo esperado a la acción contra el titular de Educación.
Con un resultado incierto, el tema siguió rondando en medio de opiniones contrapuestas. Hasta que finalmente, cuando los sondeos indicaron que tanto la acusación era percibida como una acción "politiquera", como que Beyer era inocente, la decisión del propio presidente Sebastián Piñera, fue dar la pelea hasta el final sabiendo a lo que se exponía.
La tesis que se impuso fue que, si se perdía, quedara claro ante el país la injusticia cometida con un ministro que había recibido todos los reconocimientos que se podía esperar. Por eso, tras la acusación que terminó con su caída, todos los esfuerzos se focalizarán a tratar de que quede claro que los parlamentarios no fueron capaces de actuar como ellos mismos pensaban.
Eso lo tienen claro muchos en la oposición, al punto que hasta el último momento, algunos senadores, como el DC Andrés Zaldívar, intentaron negociar su voto de rechazo, a cambio de que el ministro renunciara antes de destituirlo.
Con la apuesta de La Moneda de enfrentar la derrota encarando a la oposición, el ambiente que se percibió en el Senado es que difícilmente se podrán calmar los ánimos, sobre todo si se considera que en este episodio se impusieron las tesis de aquellos parlamentarios más radicalizados.