Más allá de las posiciones ideológicas, nadie discute la autoridad republicana, el ejercicio de liderazgo y la cultura superior del ex Presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar. Testigo y protagonista de los acontecimientos más importantes de nuestra historia reciente, acaba de publicar un libro testimonial donde -con clara conciencia histórica- da cuenta de su actuación en el largo proceso de transición política hacia la democracia, como también los desafíos que tuvo que enfrentar en la Presidencia. Cálido y acogedor, me cuenta que lamenta no haber llevado un diario de vida que le hubiera ayudado a recordar mejor sus vivencias, aunque conserva un gran archivo documental y fotográfico que está siendo clasificado y ordenado por especialistas.
Dispuesto a conversar de todo un poco, incluyendo el presente político de la Concertación, nos recibe relajadamente en su oficina de la Fundación Democracia y Desarrollo. Sin duda, está en su mejor momento.
- Acaba de publicar “Así lo vivimos. La vía chilena a la democracia” ¿Podríamos considerarla sus memorias?
- La verdad es que no. Más bien son brochazos de cosas que viví durante estos últimos 30 años, pasando por mi experiencia bajo la dictadura, como ministro y luego, claro está, en la Presidencia. Y digo que no son memorias porque ellas deben tener un carácter más reflexivo, trabajarse con documentos que sustenten los dichos y aquí lo que he hecho es ir más bien enhebrando mis recuerdos de esa época. Mis memorias están por hacerse y para ello utilizaré el gran archivo que fui reuniendo a lo largo del tiempo de manera casual, que se fueron acumulando en la casa de mi madre y que ahora están organizándose en la Fundación.
- ¿Qué lo motivó a escribir esta parte de la historia reciente?
- Después de dejar la Presidencia, he estado mucho tiempo fuera de Chile y en casi todas partes, surgía la pregunta de cómo llevamos a cabo y vivimos el proceso de transición a la democracia. De hecho, el libro está pensado para un público básicamente extranjero, pero el escribirlo me significó no sólo recordar lo vivido sino que también -y algo insinúo- pensar que en verdad hemos sido parte de dos transiciones: la política, de la dictadura a la democracia y una segunda, que llama menos la atención, no tiene las luces de la televisión encima, pero que fue mucho más difícil: transitar de un país atrasado a uno moderno, inserto en el mundo y que al comienzo se hizo sin tener plena conciencia de ello.
- Como así…
- Cuando como Concertación hicimos el tránsito a la democracia, supusimos que después del gobierno provisional o transitorio de Patricio Aylwin, cada partido seguiría su camino y se volvería a las peleas de antes, pero nos fuimos dando cuenta que el desafío era tan grande que era mejor que siguiéramos todos juntos.
- Y, ¿qué pasa hoy con esa Concertación, desahuciada por varios de sus integrantes?
- Yo lo pondría en estos términos: para llegar a ser Concertación, pasamos por muchas etapas. Fuimos capaces de ir avanzando y llegamos a este tipo de organización superior, dejando atrás las etapas anteriores. El camino fue largo. Entonces, que me digan que ahora vamos a pasar de la Concertación a otra instancia, me parece espléndido, normal, parte de un proceso. Pero lo único que acotaría es que para ello tenemos que tener claro a qué otra instancia pasaremos, porque decir que somos sólo oposición no basta. Los partidos de la Concertación no son oposición, están en la oposición, que no es lo mismo. Hay que pensar que como Concertación, es decir, el centro más la izquierda, hasta ahora hemos sido incapaces de tener el quórum suficiente para, por ejemplo, cambiar el binominal, entonces, me puede parecer muy legítimo tener una discusión sobre la conformación de una Asamblea Constituyente, pero no me parece realista. Hay una diferencia entre academia y política, la academia da las ideas, pero la política nos obliga a transformar esas ideas en acción para realizarlas. Lo otro es voluntarismo o pura academia.
- Está hablando de que hay que tener un mínimo de realismo político…
- Le contesto con lo que habría dicho un Presidente una vez que fue elegido nada menos que con el 60% de los votos. Todos le comentaban “¡Qué mandato tiene Ud.! Sí, respondió, como tengo el 60% de los votos, haré el 60% de mi programa”.
- ¿Cuál es su posición en esta pugna concertacionista entre autocomplacientes y autoflagelantes?
- A ver, en toda actividad humana siempre hay cosas que quedan por hacer, algo que falta. Cuando miro la parte más llena del vaso, soy más autocomplaciente y cuando miro la parte vacía, más autoflagelante. Pero creo que es indispensable preguntarse por qué uno fue capaz de llenar una parte del vaso e incapaz de llenar la otra. ¿Fue falta de tiempo, falta de voluntad, o fueron las condiciones objetivas la que lo impidieron? El contexto es muy importante. Por eso me gustó mucho un letrero que llevaban los estudiantes que salieron a la calle el año pasado: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo” y resulta que el contexto de los primeros años de la Concertación estuvieron traspasados por el temor. En el libro cuento algunas cosas para que los de hoy tengan un sentido de cómo se avanzó, incluso a pesar del miedo.
- ¿Se refiere a cuando Pinochet seguía en la Comandancia en Jefe del Ejército?
- Claro. Hay que recordar cuando hubo ejercicio de enlace, “boinazo”, donde hubo una suerte de tembladera general. Ese fue el contexto. Pero quisiera agregar algo que no por obvio pierde valor. Lo que pudo hacer Aylwin fue menos de lo que pudo hacer Frei, o dicho de otro modo, lo que yo podía hacer era más que al comienzo de la transición y lo que puede hacer Piñera también es más que cuando estaba Bachelet. Se bajó la pobreza del 40% al 15%, por lo que las tareas que vienen a futuro son distintas. Hay otras agendas, porque no es lo mismo tener un país con
US$ 5.000 de ingreso per cápita con uno de US$ 15.000. Entonces, volvemos al contexto, por qué su gobierno no hizo esto o esto otro, es porque simplemente, las condiciones eran distintas.
- Ahora las prioridades son diferentes…
- Sí, en los 20 años de gobierno la prioridad de la Concertación era crecer porque se necesitaba aumentar el nivel de ingreso por habitante. A mayor ingreso con políticas públicas bien focalizadas, se mejoraron todos los indicadores de calidad de vida. Sin embargo, cuando ahora visualizamos que a 4 u 8 años vamos a estar sobre los US$ 20.000, hay que poner en el centro el tema de la distribución de ingreso porque es ésta, la distribución, la que explica el mejoramiento en el nivel de vida en los países más desarrollados. Es lo que aparece en la evidencia empírica y por tanto, ¿Chile desea estar entre los países con mejor o peor distribución de ingreso? esa es la pregunta. Soy partidario de un debate de ideas.
- Sobre todo en un momento de crisis de representatividad política…
- Es lo que nos permite también estar a tono con las nuevas demandas del Chile de hoy. Hay que entender que éstas están también inmersas en un contexto mundial diferente que es esa gran ola, que no termina de caer todavía, y que son las tecnologías de información que “empoderan” a grandes sectores que piden más y mejor sociedad para poder satisfacer sus demandas. Fundamentalmente, esta es una expresión de sectores medios que han dejado atrás la pobreza y que tienen ahora otras exigencias a la sociedad de la cual forman parte. Además, y este también es un fenómeno mundial, internet, facebook, twitter, hacen una ciudadanía con mayores conocimientos y más exigencias que siente que existen demasiados abusos y no hay a quien reclamar. De ahí entonces esta sensación de malestar que recorre muchos países.
- Como explica que el PPD, partido que Ud. formó y que tuvo en sus filas a gente de derecha opositora al gobierno militar, se haya convertido en un partido que lidera la izquierdización de la Concertación con dirigentes como Girardi y Quintana que desahucian la coalición que los mantuvo 20 años en el poder?
- El PPD nació como un partido abierto a nuevas ideas, al progreso y a las mutaciones que van teniendo toda sociedad. Por eso acogió a tantos que nunca habían participado en política y a personas como Armando Jaramillo y Julio Subercaseaux que le dieron un sello muy importante incorporando el pensamiento de la tradición liberal que siempre ha existido en la derecha chilena. El PPD cumplió ese rol pero ahora creo que está teniendo una posición voluntarista. Más que etiquetas, lo que necesitamos son ideas.
- También falta liderazgo. Ud. ha intentado tomarlo pero sin éxito...
- Lo que intenté y sigo intentando porque creo es parte del rol de uno como ex Presidente, es poner ideas y temas en el debate. Por eso escribí “Chile 2030: Siete desafíos estratégicos y un imperativo de equidad”. Después he ido profundizando y a partir del surgimiento de los movimientos sociales del año pasado me pareció que era todavía más urgente por lo que invité a un grupo de jóvenes -los más viejos tienen 45 años- y sacamos otro texto “El Chile que se viene”. Creo que no se captó en ese momento, pero cuando los estudiantes se sientan a negociar con el ministro Bulnes, fue evidente que el punto uno de sus demandas políticas, cual era “abajo el binominal”, había quedado ya de lado y lo lógico era que la Concertación en ese momento retomara esa bandera, no para congraciarse con los jóvenes, sino porque es una exigencia nuestra para tener un sistema electoral que permita mayorías y minorías como en toda democracia. Pero la Concertación no lo hizo. Recuerdo que me junté con los jefes de partidos y les pregunté si había agua en la piscina para hacer aquello y fueron muy honestos porque me dijeron “nadie se va a atrever a decir que no”. Con eso me estaban dando la respuesta, que es lamentable.
- La semana pasada se rechazó eliminar el guarismo 120 de la Constitución que hubiera permitido cambiar el sistema electoral porque algunos de la Concertación no llegaron a votar…
- De nuevo lamentable. Se necesitaban 72 votos y algunos no llegaron. Creo que este tipo de situaciones, que son tan determinantes, no tienen justificación. Bastaría que las directivas de los partidos dijeran, este es un tema de tal envergadura que el que no llegue a votar, no tendrá garantizado cupo en la próxima elección parlamentaria. Esa es la única forma de ordenar. Creo que no valen las excusas. Este proyecto se podía haber aprobado y no implicaba mayor costo financiero porque se establece que el mismo presupuesto de 120 queda para 150, es decir, cada parlamentario queda con un 25% menos de ingresos.
- Algunos le sacan en cara no haber derogado el binominal en su gobierno...
- Sí, me lo han preguntado varias veces. En una actividad universitaria cuando ya habían comenzado las protestas, se me acercó un joven a hacerme esa pregunta y le contesté: porque como Presidente necesitaba mayoría en el Parlamento. Me insistió diciendo que porqué no firmé un decreto. Entonces, lo miré extrañado y le dije: para eso se necesita una ley y con quórum. Ahí me di cuenta del desconocimiento que existe de cómo funciona el sistema. La UDI también me lo dijo, olvidando el veto que realizó por años y todos mis intentos por derogarlo, llegando incluso al Tribunal Constitucional. Pienso que es hora de dejar atrás la trinchera política, asumir que se acabó un ciclo político y se inició otro donde todos los sectores políticos tengan representatividad y cumplan con lo que la ciudadanía les demanda. Se habla tanto de la próxima elección presidencial, pero el problema es que de no haber una modificación, seguiremos marcando el paso, permitiendo que el empate permanente impida que las deficiencias actuales se aborden.
- ¿Ve posible que Piñera haga algo al respecto?
- Pensé que después de las movilizaciones del año pasado el presidente había escuchado el clamor profundo de la sociedad por mayor participación. Es el momento que él tome esa bandera, la haga suya y dé un vuelco en el sistema político, que sin duda significaría un hecho histórico.
El foco en la gobernabilidad
- ¿Cuál es su opinión en torno a la polémica Velasco/Girardi y el clientelismo?
- A uno le sugieren muchos nombres para muchos cargos y para ejemplificarlo le cuento que siendo Patricio Aylwin Presidente, me ofreció ser ministro de Obras Púbicas. Le dije que no y le agregué, "pero tengo un candidato espectacular que es Sergio Bitar". Entonces él me contestó: "Perdóneme Ricardo, el ofrecimiento es nominal para Ud. y claro, Bitar es muy bueno pero he pensado en él para otras cosas". Fin de la conversación. Ahora, yo pienso que ninguna autoridad puede, porque por algo es investido ministro, dejar de ejercer sus atribuciones y debe saber enfrentar presiones. A mí nunca me ocurrió que alguien viniera a decirme "haz tal cosa" o te prometo las penas del infierno, porque a ese señor le hubiera dicho, salga por favor de aquí inmediatamente. En el caso que me pregunta, si fue así y de tal magnitud, el ministro debió haberlo hecho saber en su momento o llevar el caso a la autoridad superior. En todo caso, cada uno sabe cómo enfrentar estas situaciones.
- El presidente del Senado, Camilo Escalona, ha intentado abrir espacios de diálogo con el gobierno. ¿Qué opina de su actuación?
- Hay tantos que están disponibles para opinar de la contingencia, que no tiene sentido que uno opine de estas cosas.
- ¿Ha estado con Michelle Bachelet?
- Hace mucho tiempo que no converso con ella. Ella quiere estar tranquila para dedicarse a los suyo en Naciones Unidas y me parece muy bien. Hay que respetar las decisiones de cada uno.
- ¿Se resolverán los problemas de la Concertación si ella es candidata?
- Lo pondría de otra forma. Mejor ordenemos la Concertación, hagámosla más inclusiva, abrámonos a los sectores sociales y escuchémoslos. Así, ésta será una Coalición capaz de gobernarse a sí misma y por ende garantizar gobernabilidad mañana al país, si la ciudadanía así lo decide.
El incentivo para "salirse de la fila"
- En su gobierno logró ejercer su autoridad y ordenó a los partidos oficialistas. Ello no sucedió con Bachelet y aparecieron en gloria y majestad, los díscolos. Hoy a Piñera también le cuesta mucho ordenar a la coalición ¿Es un tema de personalidad?
- Como le gusta decir a los economistas, lo que pasa es que los incentivos están mal puestos. Cuando alguien quiere ser elegido parlamentario, va a querer fotografiarse con la candidata a presidente, pero el día que ya lo es y quiere ir a la reelección, lo que tiene claro es que la única foto con quien no va a estar es con la de ese mismo presidente, porque éste no se puede reelegir. Por eso cuando me plantearon que revisara mi decisión el 2009 de no volver a La Moneda, puse condiciones.
- ¿Cuáles fueron?
- Primero, el programa, y yo tenía ideas bien claras al respecto, lo segundo, que fue lo difícil, dije: quiero tener la última palabra en las listas parlamentarias. No hubo acuerdo y dije entonces que no. Yo había sufrido la situación en carne propia. Gran parte de los que fueron elegidos el 2002, lo hicieron con mi foto y todos hicieron el ritual de ir a La Moneda. Pero el 2004-2005 ya no fue así. Porque digo esto porque el binominal implica empate y si uno de los dos elegidos se convierte en díscolo, se puede perder la mayoría parlamentaria. Bastó que en la presidencia de Bachelet dos senadores se fueran para perder la mayoría. Por eso, repito, el incentivo es muy grande para salirse de la fila y producir los efectos que estamos viendo.
- ¿Está de acuerdo con la propuesta que de la DC y RN en el sentido de cambiar el sistema presidencial por uno semi-parlamentario?
- En Chile tenemos una gran tradición presidencial y va a seguir siendo así por mucho tiempo. Entonces, lo que hay que analizar es como establecer mecanismos de participación que no nos obliguen a la ingobernabilidad. Cuando se produjo la destitución del presidente Lugo, me permití decir que independiente del debido proceso, lo que hicieron fue, en 48 horas, pasar del sistema presidencial al parlamentario.