El que haya partido de vacaciones el mismo día que la presidenta electa Michelle Bachelet anunció su gabinete (24 de enero pasado) y retomora sus actividades recién este semana, no es condición para que el abogado y ex militante de la DC, Jorge Navarrete, se reste de hacer un juicio crítico del diseño implementado por la futura mandataria en la definición del equipo que la acompañará a partir del próximo 11 de marzo y que, a su juicio, “es débil y depende de un constante apoyo de la presidenta”.
Más aún, desde su propia experiencia en La Moneda -fue subsecretario de la Segegob entre 2005 y 2006-, Navarrete considera que fue “un error” instalar en Interior a Rodrigo Peñailillo y se reconoce preocupado porque el “secretismo” se esté transformando en “un estilo de gestión política”.
- ¿Cómo califica el gabinete nombrado por la presidenta electa Michelle Bachelet, especialmente el diseño escogido, nombrando en cargos clave como Interior y Hacienda a sus dos más cercanos: Rodrigo Peñailillo y Alberto Arenas?
- El gabinete de la próxima presidenta expresa la esencia del ‘Bacheletismo’, se privilegió la confianza y cercanía por sobre el peso y la armonía política, en un cuadro donde los partidos han jugado un rol secundario y se ha concentrado todo el poder en una figura estelar.
- Ese cuadro, ¿qué ventajas tiene y qué riesgos se corren?
- El enorme capital político que tiene Bachelet le permite tomar varios riesgos. Con todo, los peligros están a la vista: un gabinete débil, que depende del constante apoyo de la presidenta, donde ella estará presente en la mayoría de las decisiones y no existen visibles barreras de contención. Esto, para bien o para mal, será a su manera.
- ¿Ve alguna similitud con el diseño escogido por Sebastián Piñera, que también puso a su mano derecha, Rodrigo Hinzpeter, en Interior?
- La relación de Hinzpeter con Piñera no es ni la mitad de cercana de como parece ser la relación de Peñailillo y Bachelet. En ese contexto creo fue un error haberlo nombrado en Interior. Conozco bien ese ministerio, las posibilidades de cometer errores y fracasar son altas, y la necesidad de eventualmente remover a un colaborador y corregir a tiempo no puede estar sometida a consideraciones personales.
- ¿El rol del ministro del Interior debe ser similar al que jugaron los jefes de gabinete en las pasadas administraciones de la Concertación?
- Las personas hacen los cargos. Supongo que el futuro ministro del Interior intentará jugar un rol similar al que se desempeñó en la administración pasada, de articulación y representación de la voz presidencial. Esta vez, sin embargo, dicha pega debe hacerse de cara al público, interlocutando de manera interna y externa con diversos actores e intereses.
- ¿Cómo evitar que se repita la historia del actual senador Andrés Zaldívar, que duró sólo 4 meses?
- Eso no ocurrirá esta vez. El riesgo es justamente al revés y consiste en que pudiera durar más allá de la objetiva evaluación de sus funciones. Hay una segunda diferencia, Peñailillo tendrá un Subsecretario de Interior talentoso, conocedor de la política y que, en los hechos, ya opera como si él fuera el ministro.
- En este diseño y según trascendidos, el llamado segundo piso desaparecerá o mutará hacia algo más técnico, ¿es una decisión acertada, conveniente?
- En principio, disolver los “segundos pisos” siempre me ha parecido una decisión correcta, pues la mayoría de las veces terminan atribuyéndose funciones que no le son propias, operando tras bambalinas y administrando un capital político ajeno como si fuera propio. Cuando Bachelet nombró su gabinete dio la clara señal de que su “segundo piso” es el comité político de ministros.
La crisis de los subsecretarios
- Antes de asumir, el futuro gobierno ya enfrenta una crisis desatada tras la renuncia de la subsecretaria Claudia Peirano, a lo que se suman los cuestionamientos que afectan otros subsecretarios, ¿en qué pie parte la próxima administración y el liderazgo de la propia mandataria que, a juicio de varios, cedió a las presiones del movimiento estudiantil?
- Se trata de una situación bochornosa en la medida de que todos los antecedentes que han aparecido con posterioridad, sean estos personales, judiciales o políticos, eran conocidos o fácilmente pudieron advertirse. En el caso particular de Peirano, lo que más me preocupa son las vacilaciones de la autoridad y el precedente que esto genera.
- ¿Por qué?, ¿se le está dando una señal a otros eventuales grupos de presión?
- Por supuesto que sí. Todos los gobernantes dan señales a la ciudadanía, unas buenas y otras malas. No quiero exagerar, pero habida cuenta de la dinámica política de este año en el tema estudiantil, como se dará el debate y la presión que ejercerán varios interlocutores, el “caso Peirano” podría ser el Barrancones de Bachelet.
- ¿Qué hacer con los otros subsecretarios cuestionados, pedirles que den un paso al lado o ratificarlos?
- Depende. Es mejor ponerse rojo una vez y no amarillo en varias oportunidades. Tienen que hacer una evaluación seria, profunda y definitiva, ratificando o revocando según el riesgo y mérito de los antecedentes.
Secretismo como sello
- En medio de estos cuestionamientos nadie de la futura administración ha salido a enfrentar “esta suerte de crisis”, ¿debieron haber dejado a un vocero, como acusó el presidente del Partido Socialista, diputado Osvaldo Andrade?
- La ausencia de un vocero durante este traspié es un síntoma de algo más profundo y pernicioso, que se refiere al secretismo como un estilo de gestión política. Me preocupa cierto ánimo privatizador del espacio público, más todavía cuando se presenta como un sello de Bachelet y sus colaboradores.
- Las críticas de la Nueva Mayoría permiten concluir que la oposición al futuro gobierno saldrá de las filas de la misma coalición?
- Es muy temprano para sacar conclusiones. Con todo, hay dos datos objetivos: primero, será difícil administrar y satisfacer las expectativas de una coalición tan amplia y diversa, cuyos intereses muchas veces son contrapuestos. Y segundo, el poder de Bachelet irá disminuyendo en la medida que avance su mandato y se ponga en perspectiva el escenario del 2018.
- ¿Habrá que generar alguna instancia de resolución de conflictos internos, algún mecanismo de moderación o esa es tarea del ministro del Interior?
- Si hay algo que debió aprender la antigua Concertación es que se requiere institucionalizar el debate interno, administrar las diferencias y recoger la crítica como algo natural y propio a la tarea de gobernar. Será un área donde el equipo político tiene un rol fundamental, con la complicidad de los partidos y otros actores relevantes. Pero esa confianza se cultiva y se practica, cuestión que está pendiente.
No es "deslealtad" criticar nominados
- Desde el PC han cuestionado varios nombramientos, ¿es una deslealtad o sólo es el reflejo de la diversidad ideológica que cohabita en el pacto?
- Las genuinas diferencias ideológicas por los nombramientos son un bien escaso. Lo que hay es una lucha de poder y posiciones propia de cualquier fase de instalación.
- ¿Las críticas de la diputada electa Camila Vallejo (PC) a Peirano confirman que el PC no tiene espíritu de gobierno y que mantendrá eso de "un pie en La Moneda y otro en la Alameda"?
- Criticar un nombramiento nunca ha sido sinónimo de deslealtad. La verdadera cohesión del gobierno se jugará en el debate parlamentario.
"Premio de consuelo pobre" a Orrego
- ¿Cómo evalúa la nominación de la senadora DC Ximena Rincón en la Segpres?, ¿es un gesto a la DC?
- Ximena es una política muy competente. Sin embargo, su perfil no se ajusta al diseño general de Bachelet. La presidenta suele resentir las agendas propias y los proyectos personales. Resulta tan obvio como legítimo que Rincón quiera ser su sucesora y aquello introducirá un ruido que pudo haberse evitado, al menos en esta etapa.
- ¿Su cargo en el gabinete puede convertirse en la plataforma presidencial para Rincón?
- Es una oportunidad, pero también un riesgo.
- ¿Y la nominación de Claudio Orrego en la intendencia metropolitana es un premio de consuelo o también una vitrina?
- Un premio de consuelo y bastante pobre en mi opinión.
- ¿Qué otro presidenciable ve en el gabinete?
- Los presidenciales se hacen y sólo ahí se ven. Siempre dependerá de cuán exitosos sean en la evaluación pública de sus funciones. Si de oportunidades y riesgos se trata, el niño símbolo de esta cuestión será Nicolás Eyzaguirre.
Ver también "Bachelet y Peñailillo afinan detalles para resolver cuestionamientos en designaciones"