Gonzalo Müller Osorio (41) es abogado, estudió en la Católica y fue alumno del último curso que dictó Jaime Guzmán en la escuela de Derecho. Profesor en la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, actualmente es columnista y panelista político en varios medios de comunicación. Abierto, flexible, con redes en todos los sectores políticos, este militante de la UDI interpreta bien la renovación del partido y su responsabilidad ante el nuevo escenario político.
- La noticia de la semana fue el cambio ministerial ¿Cuál es tu lectura?
- Positiva. Lo más importante y sustantivo fue el cambio en el responsable de la conducción política. Con ello se corrige un error de origen en la conformación del gabinete, y se abre para el gobierno la oportunidad de una nueva etapa, un nuevo trato con la oposición. Algo se había corregido con la entrada de Chadwick a la vocería, logrando ampliar su espacio de influencia y ejerciendo en la práctica como conductor político, pero lógicamente tenía las limitaciones que implicaba el no serlo oficialmente.
- ¿Faltaba, a tu juicio, liderazgo en Interior?
- Era evidente la falta de conducción política y si bien fue la UDI la que vio desde un principio la carencia de liderazgo allí, finalmente la crítica fue compartida por RN y por todos, incluso por la oposición que se quejaba de no tenía interlocutor para avanzar en el diálogo. Este cambio yo lo pongo incluso por encima de la salida de los presidenciables, porque si hubiera sido ahora o en marzo, no hubiera afectado mayormente la situación en el gobierno. Pero lo que sí la cambió es que hoy tenemos un hombre fuerte en La Moneda, alguien con quien se puede conversar y llegar a acuerdos.
- Y el paso a Defensa, ¿es un premio a su lealtad hacia el Presidente?
- No es primera vez que se utiliza Defensa para despejar a un ministro de La Moneda. Lo hizo la ex presidenta Bachelet con Francisco Vidal. Dicho eso, creo que Rodrigo Hinzpeter es un hombre capaz y su cercanía con el Presidente no la veo disminuida. Está teniendo una segunda oportunidad y hubiera sido mucho castigo sacarlo del gabinete. Es como cuando un buen director técnico se da cuenta que el centro delantero lleva casi tres temporadas sin hacer goles y piensa que quizás puede hacerlo mejor como volante de contención y lo cambia para ver si funciona. Es su oportunidad para reinventarse, para que muestre lo mejor de sí y eso es lo que está por verse aún.
- Muchos creyeron que el gobierno viviría el síndrome del “pato cojo” y que al final, Piñera se quedaría solo. Sin embargo, ninguno de los históricos de la Alianza se alejó para ir a las parlamentarias. ¿Cómo interpretar este hecho?
- La reacción del gobierno y de los partidos respecto al golpe que significó la municipal no fue una reacción histérica, sino que inteligente al definir qué es lo que el país requiere para distintos momentos. Este es el primer gobierno de centroderecha en mucho tiempo y que termine bien es clave para pensar en futuros gobiernos. Aquí hay personas que tienen muchas elecciones en el cuerpo y saben que pueden ganar o perder, pero también saben que hay un proyecto que se construye que es de más largo plazo y donde la centroderecha sí o sí va a estar. Quedan 15 meses, lo que no es poco, y hay posibilidades que con ellos en el gobierno se termine bien. Muchos podrían haberse asegurado en la individual, ir a senaturías, pero hicieron la apuesta de quedarse pensando que el 2014 se puede volver a ganar y si sufren un revés, habrá nuevas elecciones el 2018 y cualquiera de ellos tiene el liderazgo y las fuerzas para mantenerse vigente y ser incluso, cartas presidenciales para esa contienda.
- Es una apuesta riesgosa que si falla puede significar un Parlamento debilitado para el sector…
- La Concertación cometió un error que creo que la Alianza no está dispuesta a repetir: recurrir insistentemente a los mismos liderazgos individuales durante 16 años, trasladándolos del gobierno al Congreso y viceversa. Con Bachelet hubo algo de aire fresco y se pudo ver algo de recambio, pero en general, los mismos ministros y parlamentarios se movían de un lugar a otro provocando aburrimiento, desgaste, estancamiento.
- ¿Y eso no pasa en la Alianza?
- Ser permeables a la sociedad en una coalición es clave, es decir, estar abiertos a nuevos rostros para poder crecer. En la centroderecha hay liderazgos nuevos que tienen la capacidad para asumir desafíos importantes, como lo es el del propio Golborne que hace 3 años no estaba en el mapa político y hoy lidera a una parte importante de nuestro sector. Es una buena señal, porque la principal crítica que los ciudadanos le hacen a la política es que la ve lejana, como un club cerrado de privilegios, inasequible y resulta que aquí tenemos un candidato que antes no pertenecía a esta elite que hoy está en primera línea y que se muestra permeable, abierto, señal de que si alguien tiene el mérito para estar, tiene un espacio y le puede ir bien.
- ¿Cuán importante serán las primarias en el sector?
- La presidencial está marcada por la primaria, una decisión que la UDI tomó antes de la municipal porque percibió que había una gran desmovilización y que era necesario re encantar los votos propios. Además, lo clave de una elección con voto voluntario es la movilización y eso quedó demostrado en las municipales. Es cosa de mirar lo que acaba de pasar en EEUU. Gran parte del esfuerzo de Obama fue reencantar a aquellos que lo votaron en 2008, no en convencer a republicanos, ni a independientes, sino que reencantar a aquellos que lo eligieron la primera vez. Lo logró de buena forma, reteniendo casi el 85% de los votos y eso le permitió ganar. No olvidemos que Piñera obtuvo el 52%, es decir, existe una mayoría a la cual se podría volver a apelar, recuperarla. La centroderecha tiene que movilizar a sus bases y la primaria es la última oportunidad de ser competitivos en la elección presidencial.
- En la oposición, los candidatos a primarias tienen diferentes proyectos, ¿Pasa lo mismo con la centroderecha?
- Aquí no hay mayores diferencias de proyectos, no hay miradas antagónicas. Diría que ambos partidos y los independientes -que son casi un tercer partido de la centroderecha- son bastante homogéneos. Lo que hace la diferencia es el tipo de liderazgo que se quiere para el futuro, para el Chile que viene. En ese sentido, hay dos ofertas nítidamente diferentes: un liderazgo más político de alguien con gran trayectoria, referente del sector y muy conocido en sus posiciones, más bien duras, y, por otro lado, alguien que es un buen reflejo biográfico del nuevo elector de centro derecha -no del tercio tradicional- que tiene una mirada mucho más abierta de la sociedad, menos politizada, que cree en el emprendimiento y que ha aprovechado las oportunidades para desarrollarse a la par que la nueva clase media del país.
- Y por cual perfil de candidato te inclinas, ¿el de Allamand o el de Golborne?
- En mi opinión, ambos serían excelentes presidentes, ambos tienen cualidades suficientes como para dirigir al país, ambos representan bien el proyecto de la centroderecha, pero no todos los candidatos son buenos para todas las elecciones. Las elecciones son momentos que tienen que ver con los ritmos del país, con lo que se está pensando y necesita. Por ejemplo, Lagos que ganó en el 2000, hubiera sido un desastre hoy, por el tipo de liderazgo muy autoritario que no va con los tiempos actuales. Hoy el país no aguantaría un liderazgo de ese tipo. Lo mismo Frei. Simbolizó algo y es el presidente elegido con mayor votación, pero hoy no tiene ni la mitad de ese liderazgo.
- Y bajo esa premisa, ¿Por quién se inclinará la centroderecha?
- Creo que el electorado de nuestro sector es inteligente y bastante perspicaz y va a elegir no solo al que le gusta más, sino a aquel que pueda ganar la elección y en eso la primaria abierta será un buen ejercicio porque nunca se ha hecho en nuestro sector. Lo que le permitió a Piñera imponerse a Lavín, fue su posibilidad de mayor competitividad, es decir, era el mejor candidato para una eventual segunda vuelta y para enfrentar a Bachelet. La trayectoria política pesa, pero hasta cierto nivel. Allamand sin duda, la tiene pero también le puede jugar en contra en este momento que existe una enorme desconfianza hacia la política tradicional. Golborne, en cambio, tiene una historia, una biografía mucho menos política, pero más cercana, que lo ayuda mucho a incorporar a ese electorado nuevo de la centroderecha que se identifica con su vida de esfuerzo y superación. Finalmente, al ser parecidos los mensajes, es el testimonio de vida el que le da la fuerza y credibilidad.
- ¿Qué debe hacer la Alianza de aquí en adelante para tener una opción cierta en 2014?
- La distancia que nos marca la elección de alcaldes es de sólo 6 puntos entre la Concertación y la Alianza, por lo tanto, los dos conglomerados saben que no hay carrera corrida. Si bien las cosas están difíciles, hay dos parámetros que deben estar claros: primero, la unidad. En la centroderecha hay un paradigma del que debe cuidarse siempre: la división es sinónimo de derrota. Lo segundo, se tiene que elegir a quien mejor represente nuestro ideario, pero que sea capaz de convocar a la mayoría. Si Allamand y Golborne quieren ganar la primaria tienen que empezar por reconstruir la casa, las bases electorales del oficialismo que algo se dañaron por querer ampliarla aunque sin buenos resultados. En las primarias los partidos son claves, el despliegue territorial y la capacidad movilizadora de sus parlamentarios, alcaldes y concejales puede ser determinante en el resultado.