Muchas veces reiterada en el canto del Himno Nacional, la frase “el asilo contra la opresión” fue citada, la semana pasada, por la presidenta Michelle Bachelet con un fin específico: para referirse a la posible acogida chilena de cuatro presos de la cárcel estadounidense en Guantánamo, que, de ser aceptados, llegarían en calidad de refugiados.
Así, el Estado chileno concedería a los reclusos, derecho de protección, de asentamiento y, en un futuro, posibilidad de traer a sus respectivas familias. Esto, en respuesta a la petición del mandatario norteamericano, Barack Obama, en su plan por cerrar la cárcel ubicada en Cuba, y que se abrió en 2002 en el contexto de la “lucha contra el terrorismo” tras el ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre del año anterior.
En la misma línea que Bachelet, el ministro de relaciones exteriores, Heraldo Muñoz, afirmó que “hay que combinar dos elementos: la tradición de Chile hacia el asilo (...) con la necesaria seguridad nacional, un tema no menor que la Presidenta tendrá muy presente cuando se tome la decisión”.
Con esta inquietud es que desde el Ministerio del Interior admiten que difícilmente el gobierno accedará a la solicitud de Washington.
Esta posición, refrendada a última hora por autoridades de La Moneda surge a pesar de que, de acuerdo a los análisis de la Cancillería en la línea de acceder a la solicitud, los reclusos que podrían ser trasladados a Chile no tendrían ninguna relación comprobada con grupos terroristas y enfatizan en que otros países ya han aceptado acogerlos.
Los dichos de la Presidenta –en el marco de la reunión bilateral con el mandatario uruguayo José Mujica- pasaron prácticamente inadvertidos, pero no por ello el tema ha estado ausente de la polémica generando apoyos y rechazos de manera transversal.
Es así como frente a ese “ (posible) asilo contra la opresión” parlamentarios como Guillermo Teillier (PC), Jorge Tarud (PPD), Iván Moreira (UDI) y José Manuel Edwards (RN) ya han manifestado su negativa, mientras Osvaldo Andrade (PS), Hernán Larraín (UDI) y Hugo Gutiérrez (PC) han señalado su apertura a debatir tal acogida.
Este último señaló que “si hay una petición de parte de los mismos detenidos por medio de sus abogados difícilmente el Estado chileno puede negarse a acogerlos, por razones humanitarias, sobre todo si el mismo Estado Norteamericano los está dejando en libertad, sin haber tenido una condena y un juicio”.
En tanto, Tarud argumentó no estar de acuerdo con que “personas vinculadas a grupos fundamentalistas lleguen a nuestro país. Sería complejo para la seguridad interna de Chile, más aún en el escenario que tenemos en la actualidad”.
Así, como señala el diputado PPD, es en un contexto especialmente complicado en el que se insertan la nueva petición de Barack Obama y las declaraciones de Bachelet, cuando, con la seguidilla de atentados incendiarios, se ha instalado en Chile la preocupación por el terrorismo y la deficiente institucionalidad en materia de seguridad pública para combatirlo.
El dolor de cabeza de Obama
Entre los argyumentos que esgrimen quienes rechazan la medida, está que se trata de un problema de Estados Unidos que debe resolver ese país. Una situación que, en todo caso, es difícil de solucionar para el gobierno de Obama, que asumió el cierre de Guantánamo como uno de sus principales compromisos de campaña.
Pero pasados cinco años no ha podido concretarse, dada la complejidad que implica la resolución del congreso estadounidense, que señala que los prisioneros de Guantánamo no pueden ingresar a EE.UU, por motivos de seguridad nacional. Y la constante negativa del parlamento a revertir esa prohibición es la que ha empujado a Obama, a pedir a otros países, como Chile, que reciban a los prisioneros por motivos humanitarios, para poder desmantelar la cárcel. Ésta sin embargo, no es la primera vez que el presidente estadounidense toma contacto con La Moneda por este motivo. Las conversaciones se habrían iniciado en 2010, bajo la gestión de Sebastián Piñera.
Pero por si la complicación del caso fuera poca, según explica el analista internacional Raúl Sohr, “en Guantánamo los prisioneros están en una suerte de limbo en el cual la mayoría de ellos no han sido juzgados, no hay acusaciones concretas contra ellos, entonces han estado por 12 años en la cárcel sin tener ningún juicio, ni siquiera acusaciones. Es una situación absolutamente irregular”.
GUANTÁNAMO Y SUS PRESOS
Perfil de los reclusos:
La mayoría de ellos son de Yemen y fueron encarcelados por supuesta vinculación con grupos terroristas del mundo islámico, como Al Qaeda.
Abrió en 2002:
Tras el atentado del 9/11, George Bush habilitó la cárcel de alta seguridad en el marco de la "guerra contra el terrorismo".
Al menos ocho países han accedido a petición de Obama:
Suiza, España, Bélgica e Italia, entre ellos.
Cerca de 100 reos tiene hoy:
A 750 llegó en su máxima ocupación.