La economista y académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrea Repetto, ha estado siempre vinculada al mundo laboral. Ex presidenta de la Comisión de Usuarios del Seguro de Cesantía y parte del grupo de expertos que el año pasado publicó un documento con propuestas de reforma al Código del Trabajo, es tajante a la hora de calificar los avances de la actual administración en esta materia: “Creo que este gobierno no tiene una agenda laboral”, sentencia.
Convencida de la urgencia de reformar la actual normativa, advierte que el proyecto de flexibilidad laborar anunciado por el Ejecutivo “es un error estratégico” y que, por lo tanto, “no tiene ninguna posibilidad de prosperar”.
- A más de dos años de la actual administración, ¿cómo evalúa la agenda laboral del gobierno?
- Creo que este gobierno no tiene una agenda laboral. Su programa estaba asociado a teletrabajo, lo que a mi parecer es algo francamente marginal frente a las necesidades del país, luego está el subsidio al empleo femenino y el postnatal. En algún momento la ex ministra del Trabajo, Camila Merino, habló de cambios a la indemnización por años de servicio y no pasó nada, ahora la ministra Matthei ha hablado de modificaciones al Sence y todavía no vemos avances. Dicho todo eso, creo que no hay una agenda laboral acorde a las necesidades de reforma que requiere nuestro mercado del trabajo.
- ¿Podría el gobierno avanzar en algo entonces?
- De todo lo que describí, el que probablemente tiene más posibilidades de éxito en este gobierno es el Sence. En eso hay un diagnóstico y una visión bastante clara de las modificaciones que se deben hacer en capacitación, pero no hemos visto nada y le quedan menos de dos años. Si este gobierno sólo hiciera el cambio en el Sence puede terminar diciendo con orgullo que lo hizo, ya que es una gran reforma y muy importante para el mercado laboral.
Código laboral
- Al gobierno le ha tocado una baja tasa de desempleo. Bajo ese escenario, ¿este es un buen momento para hacer un cambio significativo en el Código Trabajo como ustedes propusieron?
- Suele ser más fácil conversar las cosas cuando no estamos en problemas, porque cuando uno está en la mitad de una crisis generalmente no piensa bien. Pero esto no se hace de un día para otro, todos los temas laborales son difíciles de conversar no sólo en Chile, sino que en todo el mundo. El objetivo del debate es que se debe lograr un balance de poderes de negociación, ya que el mercado laboral no es como cualquier otro donde se puedan transar horas a un precio y después a otro.
- ¿En qué sentido?
- El código laboral lo que trata de hacer es agrupar y generar un balance entre trabajadores y empleadores. Cada vez que uno se sienta a conversar sobre eso y piensa en una sola cosa, por ejemplo cambiar las IAS, está rompiendo ese balance.
Por eso es difícil conversar. Mi percepción es que la actitud con la que se plantean estos temas termina en un juego de suma cero. Si ponemos flexibilidad laboral, unos ganas y otros pierden; si hacemos sindicalización automática, lo mismo. Entonces, indudablemente todo se bloquea. Por ello, la propuesta que hicimos considera aspectos en que unos tienen que ceder, pero a cambio de eso también incluye otros en los que pueden ganar. Todos ganan, empresarios, trabajadores y el país. Más productividad, más empleo, mejor distribución del ingreso, mejores salarios.
- ¿Se debe adecuar ese balance del Código a estos tiempos?
- Claro. Reconocer que ya no estamos en el mundo de los años ‘50 en que un trabajador entraba a una empresa y se quedaba ahí para siempre. Tampoco estamos en el mundo donde la empresa no se veía expuesta a lo que sucedía en el resto del mundo. Actualmente, las empresas necesitan ajustarse ante determinadas situaciones, no sólo a las crisis, y el Código del Trabajo de alguna manera induce a que esos ajustes sean por empleo o desempleo, a momentos donde los empleadores sólo puede elegir entre contratar más o menos gente.
- En este análisis, ¿cómo ve el envío de un proyecto de flexibilidad laboral por parte del gobierno?
- No le veo ningún futuro. Evidentemente hay una demanda para poder ajustarse a las circunstancias, pero no sólo se debe hacer pensando en una crisis. Por ejemplo, si una empresa pequeña tiene un pedido extraordinario de uno de sus clientes, hoy no tiene ninguna posibilidad de responder a eso y pierde ese contrato. De esa forma se ve mermada su posibilidad de crecer y de pagarle más a los trabajadores. La Dirección del Trabajo tiene una demanda importante de permisos excepcionales de jornada y son con la venia de los trabajadores, lo que demuestra que hay una demanda del mercado real. Por todo eso, la propuesta de flexibilidad laboral aislada del gobierno no tiene ninguna posibilidad de pasar, porque se lee que es para los empresarios.
- Este debate surge cuando pareciera que llegará una crisis. Con la experiencia de la crisis anterior ¿hoy estamos preparados desde el punto de vista del mercado laboral?
- Nuestro mercado laboral seguirá ajustándose por empleo si no se hacen las reformas necesarias para evitarlo. Hay muy poco espacio para ajustarse por horas o por salarios y así impedir que haya despidos.
- ¿Y la propuesta CUT –CPC?
- Su idea es volver a hacer lo que ya se había hecho bajo la percepción que esas medidas se implementaron atrasadas. La ley de 2009 quizás se debería haber hecho en 2008 y la del terremoto se firmó cuando las empresas ya se habían ajustado. Cuando estaba en la Comisión de Usuarios del Seguro de Cesantía nos juntamos después del terremoto, hicimos propuestas, armamos el proyecto de ley y el día que juró el nuevo gobierno se las entregamos a la ex ministra Merino. Pero entre que lo viera el presidente y otras cosas, se demoraron y llegó tarde. Ahora el gobierno está tratando de hacerlo antes y eso buscaba la CUT y la CPC, pero ninguna quería que a los trabajadores le redujeran las horas, sino que lo hicieran capacitándose. Por eso, el error estratégico del gobierno es anunciar flexibilidad laboral sin proponer un paquete de reformas.
- Se viene la discusión del salario mínimo, la CUT plantea $ 250.000 y se ha dicho que el gobierno cerca de $ 192.000. ¿Es bueno limitar al monto ese debate?
- Hay que recordar que Chile confirmó los acuerdos de la OIT donde el salario mínimo tenía que considerar productividad, el costo de la vida, el nivel de empleo y la pobreza. El problema es que el salario mínimo es un instrumento limitado para hacer todas esas cosas al mismo tiempo. Dentro del sistema de impuestos de otros países -como Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Zelanda- encuentras maneras de transferir recursos a esos trabajadores. Es muy parecido a los que hace el subsidio al empleo joven: si tienes empleo formal con bajo ingresos, el Estado da una diferencia a través de lo que se conoce como impuestos negativos. Ese es un sistema de impuestos integrado, donde se le entregan recursos a los trabajadores y, al mismo tiempo, se cuidan los incentivos de ingreso al mercado laboral. Con eso se puede complementar el salario mínimo, porque por sí solo no lo puede hacer todo. Lamentablemente eso no está en el debate ahora.