Los pedidos online alcanzaron récords históricos durante la pandemia, lo que llevaría a suponer que un mayor número de vehículos de reparto provocaría un aumento de las emisiones de carbono. Sin embargo, la huella del reparto de última milla se redujo. Esto se debe a que el Covid-19 aceleró el cumplimiento local, es decir, el almacenamiento de existencias lo más cerca posible de los consumidores. Muchos retailers ya habían desarrollado estas capacidades, usando sus tiendas u otras opciones de inventario local. Pero la crisis adelantó esas estrategias en cinco años.
Darle aún más fuerza a este fenómeno tendría un gran impacto en la sociedad. Un estudio reciente de Accenture y Frontier Economics muestra que los centros de distribución locales podrían reducir las emisiones de la última milla hasta en un 26% para 2025 a nivel mundial. Cuanto más cerca esté el centro de distribución del consumidor, más viables serán los modos alternativos de entrega de última milla, como el vehículo eléctrico, la bicicleta o incluso los peatones. Sin embargo, si no se interviene, podemos esperar un aumento del 32% en las emisiones de carbono del tráfico de reparto urbano para 2030.
Para avanzar, es fundamental impulsar tres acciones clave. Primero, incentivar las opciones más ecológicas. Estudios recientes de Accenture muestran que 43% de los consumidores opta por retailers que ofrecen entregas más sostenibles. Al añadir valor o descuentos para las personas que, por ejemplo, eligen recoger sus propios paquetes en centros de cumplimiento cercanos, se podría incentivar aún más las opciones sostenibles. Pero los incentivos también deberían ir más allá de la vía de la empresa al consumidor. Los gobiernos podrían ofrecer incentivos fiscales a las empresas de reparto que inviertan en flotas más ecológicas o desarrollen prácticas de gestión de rutas más sustentables.
Segundo, repensar el uso de los activos. Se debe avanzar hacia la reutilización de activos con la sostenibilidad como prioridad. Las empresas de reparto podrían facilitar el acceso a las redes de las demás, como los lugares de recogida y entrega. Los gobiernos podrían fomentar este uso compartido de activos creando puntos en las afueras de las ciudades donde se concentren las entregas para todos los transportistas. Así también, los minoristas pueden seguir transformando sus tiendas físicas en centros de cumplimiento omnicanal que permitan comprar, recoger y devolver las entregas. Los centros comerciales y otros espacios urbanos no utilizados o infrautilizados podrían convertirse en centros de cumplimiento de múltiples inquilinos.
Tercero, aprovechar los datos y la analítica. La mejora de la data hace que el cumplimiento local sea aún más sostenible, al predecir quién comprará qué, dónde y cuándo, lo que permite a los minoristas abastecerse de forma adecuada a nivel local. La combinación del cumplimiento local con la optimización de las rutas podría reducir aún más las emisiones en casi una décima parte. Esto requeriría el análisis de una combinación de datos internos y de terceros, la escucha social y el seguimiento de las tendencias del mercado. El intercambio de datos entre ecosistemas a través de la nube es la clave para lograrlo.
Para garantizar un progreso positivo en la sostenibilidad será necesaria la voluntad de cooperar con el ecosistema, incluidos los competidores. La colaboración es la base del cambio.