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Ignacio Sánchez: “Esta crisis llevará a las universidades a reflexionar sobre cuál es la mejor forma de enseñar”

Además de implementar clases online, creó un grupo interdisciplinario de apoyo a la Mesa Social Covid-19 que trabaja en cinco proyectos; entre ellos, la implementación de 1.000 exámenes diarios gratuitos a partir del 20 de abril.

Por: Alejandra Rivera | Publicado: Lunes 13 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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En 5 de marzo asumió su tercer período a la cabeza de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), en plena expansión del coronavirus. Si bien los planes para el año se han visto afectados por el contexto actual, tiene muy claro dónde pondrá las prioridades de la casa de estudios en los próximos cinco años: la identidad de la universidad, su rol en la sociedad chilena, la nueva estructura para enfrentar los desafíos, la inclusión en todas sus aristas y el compromiso público.

En lo inmediato, la crisis sanitaria lo tiene con teletrabajo “desde muy temprano”, con decenas de reuniones por Zoom, incluida las de la Mesa Social Covid-19 de la que forma parte, y a la que acaba de entregar los lineamientos éticos para el sistema de salud. Pero este no es el único aporte de la UC para abordar la pandemia, afirma. El rector Sánchez instruyó la creación de un grupo interdisciplinario con académicos de esa casa de estudios, para desarrollar cinco productos entregables; entre ellos, la vacuna contra el coronavirus en la que trabaja el doctor Alexis Kalergis.

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A la universidad va dos veces por semana -dice-, principalmente a firmar documentos, pero lo cierto es que tres de los cuatro campus están cerrados y operan con teletrabajo y clases online. Cuenta que los estudiantes están recibiendo tres clases diarias en el horario habitual y en algunos casos, la conexión de los alumnos ha sido mayor que la asistencia a las clases presenciales.

“Todas las universidades invertimos en infraestructura, pero a lo mejor después de esto, veremos que no necesitamos más salas, sino instalaciones tecnológicas para complementar las clases presenciales con las virtuales. Esta situación de crisis va llevar al mundo universitario, no sólo en Chile, a reflexionar sobre cuáles son las mejores formas para enseñar”, afirma el rector.

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- ¿La universidad ha debido replantear focos o metas para 2020?

- Veníamos de un estallido social que a partir de octubre nos tuvo bastante complicados en cómo cerrar el año y planificar el 2020, considerando que venía el plebiscito y ciertas agitaciones. Nos preparamos para enfrentar esa situación, y sirvió sobre manera para el momento actual. Nos habíamos preparado para clases virtuales, se había capacitado a profesores y estudiantes, y llega marzo y lo presencial se hizo difícil por la infección viral y la enseñanza giró hacia la educación a distancia. Estamos cerrados, sólo con la actividad básica para mantener laboratorios o informática. El enfoque y trabajo cambió totalmente y estamos preparados para mantenernos así en los próximos dos meses y ver la evolución.

-¿Cómo ha sido la respuesta de los estudiantes?

-Estamos usando las plataformas de Canvas y Zoom, compramos 3.500 licencias para los profesores, apoyamos a 1.500 estudiantes con tarjetas para internet, y prestamos 600 computadores a alumnos que no tenían. Luego de tres semanas, con una de rodaje, el promedio de sesiones fue de 2.200 por día, con 60.000 participantes, con un porcentaje de conexión sobre el 80%, mayor incluso a la asistencia presencial.

- ¿Es viable un proyecto de educación online en el largo plazo?

- Había mucho desarrollo online en educación continua, la mitad de los diplomados son remotos. Y en el pregrado, había inquietud por desarrollarla, pero había sido más lento, había un rezago. La crisis es también una oportunidad de potenciar los contenidos online en pregrado, se miraba con cierta distancia, porque a lo mejor no iba a dar los mismos resultados que la presencial. No hay nada que reemplace a la presencia física, pero esta metodología permite desarrollar con cierta buena calidad muchos de los aspectos docentes, permite un mayor ordenamiento en el uso de la palabra y distribuir mejor el tiempo que dura la clase. Estoy convencido que una vez que salgamos del coronavirus, cada institución universitaria podrá encontrar el nicho o el lugar para mantenerla en un futuro. Estamos abiertos a incorporar algunos elementos de educación online en pregrado, sería un desperdicio no hacerlo.

- ¿Y cómo mantienen los proyectos de investigación y la actividad de los centros?

-También se están realizando conferencias virtuales, pero la investigación experimental está teniendo un retraso, porque los laboratorios no se están utilizando, más que para lo urgente y mantención. Vamos a tener un rezago en esos proyectos. Todo lo que se puede hacer para mantener activa la investigación a través de reuniones se hace.

- ¿Han redireccionado recursos a áreas de investigación médica? Por ejemplo, para la vacuna contra el Covid-19?

- Cuando fue el estallido social reflexionamos sobre cómo la universidad estaba respondiendo a las demandas y surgió el tema del compromiso público e investigación centrada en las demandas. En ese ámbito se crearon comisiones de trabajo en el área médica, vivienda, pensiones, etc., tratando de recoger las demandas de cambio de la sociedad para dar respuestas. Con el coronavirus estamos en lo mismo, estamos generando discusión interdisciplinaria en salud e ingeniería. En relación a la vacuna del doctor Alexis Kalergis para el Covid-19, le estamos prestando apoyos, algunos fondos y presentando sus avances al Ministerio de Salud. La tarea es magna, es larga y desarrollar una vacuna nunca es menos de un año y medio o dos. Este es uno de los cinco ejes del grupo interdisciplinario Covid-19 que está funcionando al interior de la universidad.

-¿En qué está trabajando este grupo interdisciplinario?

-Ofrecí a la Mesa Social crear un grupo interdisciplinario para abordar distintos ámbitos para realizar aportes a la investigación de Covid-19. Le pedí al vicerrector de Investigación, Pedro Bouchon, que lo coordinara.

Él me planteó tener cinco ámbitos de trabajo: primero, potenciar la capacidad diagnóstica del virus; segundo, testeo y diagnóstico oportuno en población enferma; tercero, la generación de respuestas tecnológicas en el ámbito de cicladores ventilatorios; cuarto, manejo de salud mental y quinto, la generación de vacunas, con el grupo de Kalergis y sus colaboradores. Dos veces a la semana me actualizan los avances para que entregue la información a la Mesa Social.

-¿Y cuáles son los avances?

-Nos propusimos tener un producto cada 15 días. Por ejemplo, el primero fueron los lineamientos éticos consensuados con otras entidades.

Un segundo aporte es un proyecto con la empresa minera BHP -que aportó US$ 7 millones-, para implementar cerca de 1.000 exámenes diarios gratuitos para detectar el Covid-19 en el área suroriente de Santiago, en Antofagasta y en Iquique, que se suman a los 4.500 que se realizan hoy. Parte el 20 de abril e implica que de aquí a diez días, vamos a incrementar la capacidad actual en más de un 20% con nuevos exámenes procesados en los laboratorios de la universidad.

Un tercer eje son los cicladores ventilatorios que se están construyendo en la Escuela de Ingeniería y que se pueden usar en pacientes leves o que pasaron la etapa de gravedad. Ya están siendo testeados por la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva y si pasan las pruebas, podríamos producir 200 unidades con indicaciones precisas para uso, no son ventiladores. A fin de mes podríamos tener las primeras 50 unidades y hacia fines de mayo el resto. Y otro eje es la vacuna, pero es a más largo plazo.

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