DF Lab Opinión / Invertir por el planeta
"Sin embargo, es necesario que estas finanzas verdes, que han mostrado una favorable acogida a los aspectos climáticos, se abran también a integrar los riesgos que conlleva la pérdida de biodiversidad"
- T+
- T-
Cómo financiar la conservación de la naturaleza es una de las preguntas clave que enfrentan los países hoy. La situación mundial no es muy alentadora: apenas un 0,2% del PIB global se destina a proteger la biodiversidad. Por contraste, para reducir la pérdida de naturaleza se necesitan seis veces más recursos. Puestos en esta coyuntura, el tema que adoptó el reciente Día de la Tierra es muy oportuno: “invertir en nuestro planeta”.
Chile ha mostrado avances en los últimos años, principalmente en relación a las llamadas finanzas sostenibles. Uno de los últimos hitos fue la emisión, en marzo, de un bono vinculado a sostenibilidad (SLB) que se basa en los compromisos climáticos del país.
Sin embargo, es necesario que estas finanzas verdes, que han mostrado una favorable acogida a los aspectos climáticos, se abran también a integrar los riesgos que conlleva la pérdida de biodiversidad. Es urgente avanzar en ello, porque el deterioro y la degradación de ecosistemas genera pérdidas materiales para los actores financieros y, por cierto, para la sociedad en su conjunto. Asimismo, puede implicar riesgos sistémicos derivados de zoonosis, como lo hemos visto con la pandemia del COVID-19. Por otro lado, y no menos relevante, las finanzas también impactan la capacidad del medio ambiente para regenerarse en forma sostenible.
Si hablamos de la necesidad de financiar la conservación de la naturaleza, y muy en línea con el llamado a invertir en el planeta, Chile dio un nuevo paso hace un par de semanas con la presentación de la Fundación Fondo Naturaleza Chile. Ésta sigue la ruta de experiencias similares que han logrado movilizar millones de dólares para la biodiversidad en diversos países, como Costa Rica, Brasil y México.
Las expectativas son altas, pero la solidez del fondo las justifica. Fue fruto de cuatro años de un inédito proceso de diseño basado en estándares internacionales, con el apoyo de expertos de WWF a nivel nacional y global. Esto fue coronado con trabajo colaborativo al alero del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), junto a las organizaciones WCS Chile, TNC, CODEFF, Oceana y WWF Chile, y agencias de gobierno como Conaf y Sernapesca.
Esta noticia nos hace mirar con más optimismo el futuro, sobre todo respecto a la posibilidad de cubrir la brecha financiera que existe para la protección del que es uno de los mayores tesoros que tiene Chile. Esto, recordando que somos el país de la OCDE que menos invierte en biodiversidad y el décimo con menores aportes a nivel mundial.
Las consecuencias de ello están a la vista: la mayoría de nuestras Áreas Marinas Protegidas (79%) no cuentan con plan de manejo, por lo cual podríamos decir que son solo puntos en un mapa. En tierra, el déficit de recursos del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (Snaspe) hace imposible abordar, por ejemplo, amenazas crecientes como los incendios forestales y la proliferación de especies invasoras.
Estos dos enfoques, las finanzas verdes que redirigen inversiones a proyectos positivos para el medio ambiente y el Fondo Naturaleza Chile, que moviliza inversión directa, esperamos que ayuden a revertir las deficiencias que tiene nuestro país en esta materia.