Marco Moreno: “El Gobierno tiene que tratar de evitar que el tema constitucional contamine su agenda”
Según el cientista político, lo peor que le podría pasar al Gobierno es que se siga hablando del tema constitucional permanentemente y no se cierre.
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A horas de que los partidos políticos con representación parlamentaria retomen las negociones para intentar llegar a un acuerdo que viabilice un nuevo proceso constituyente, el cientista político Marco Moreno analiza con Diario Financiero las distintas variantes de este que ha identificado en el contexto de las conversaciones.
A su juicio, existe “un estilo desacompasado entre las urgencias y los tiempos que se receta la política. Pareciera ser que la elite del poder está anestesiada y no se da cuenta de lo que está pasando fuera” y coincide con algunas encuestas, cuanto a que “estamos observando una fatiga constitucional, la gente está un poco cansada de esta discusión”.
Pero también profundiza en el rol que ha jugado el Gobierno en este proceso, en el que su agenda se ha visto ha estado cooptada por el tema constitucional y no ha mostrado resultados en lo que respecta a su compromisos. Moreno aterriza las expectativas sobre un nuevo proceso en el contexto de la crisis económica y otros problemas contingentes, advirtiendo que “sería error pensar que se puede resolver un problema complejo con una solución simple como sería un nuevo proceso constituyente”.
Sobre el rol que ha jugado la oposición en la búsqueda de acuerdos, asegura que “en la derecha tradicional hay un miedo al Partido Republicano y al Partido de la Gente bastante importante”.
-¿Cuáles son las señales que está dando el Congreso con la tardanza en alcanzar un acuerdo, cuando el Gobierno había depositado en este poder la confianza para hacerlo rápidamente?
-Frente a la ciudadanía, el Congreso aparece otra vez desconectado frente a lo que son las urgencias que se ven en el país. Hay un estilo desacompasado entre las urgencias y los tiempos que se receta la política. Pareciera ser que la elite del poder está anestesiada y no se da cuenta de lo que está pasando fuera. Esa es la sensación que queda con esta receta que ellos se dan de darse todo el tiempo del mundo –han transcurrido tres meses desde el plebiscito de salida- y, por lo tanto, lo que se instala en la opinión pública es este desacompasamiento entre urgencias, necesidades, y respuesta de la política a esos problemas.
-¿Será cierto lo que dicen las encuestas de que la ciudadanía ya no está tan interesada en el proceso constituyente y se han impuesto con más fuerza los problemas económicos, por ejemplo?
-Lo cierto es que el proceso constituyente está pasando por dos problemas: Primero, ha perdido tracción en la opinión pública. Evidentemente, es un tema que no está entre las urgencias ciudadanas, lo que expresan lo propios chilenos medidos en las encuestas de opinión pública. Son oteros los temas que ocupan los primeros lugares de las prioridades, como la inseguridad, la situación económica, la migración. Por eso digo que el tema de un nuevo proceso constituyente no tiene la tracción, la fuerza, la energía que tenía hace dos años. Ese es un hecho evidente. Y, segundo, se produce porque estamos observando una fatiga constitucional, la gente está un poco cansada de esta discusión.
-¿Cómo así?
-La gente está sin energía para seguir discutiendo sobre estos temas. El momento que estamos viviendo de término del año, de término de ciclo, como suele ocurrir en el mes de diciembre; las preocupaciones de fin de año hacen que los temas constituyentes no ocupen un lugar importante. Porque, además, la gente está cansada de esa conversación… probablemente, cuando aparecen esos temas en la televisión, cambie de canal. Porque estamos experimentando un fenómeno de fatiga, de cansancio respecto de esta cuestión. Un agotamiento con todo lo que fue el proceso constituyente, los excesos de la Convención y, por lo tanto, si tuviera que usar un adjetivo diría: fatiga constitucional unida a la pérdida de tracción de la discusión constitucional en la ciudadanía.
-Lo que no termina de sellar el acuerdo es la disputa entre un órgano mixto y uno 100% electo, algunos dicen que la ciudadanía está por la primera opción, ¿es así, se inclina por un órgano mixto dad la experiencia anterior?
-De entrada diría que si realmente quisieran resolver el problema no tendrían tantas dificultades para ponerse de acuerdo. Este es el primer elemento que a uno le salta a la vista. Si esto fuera tan fundamental no se entiende que no se pueda llegar a un acuerdo; entonces, más bien los distintos actores –Gobierno, oficialismo y oposición- están viendo este proceso con la calculadora en la mano.
Calculadora en mano
-¿Por qué con la calculadora en la mano?
-Porque están calculando cuál es el mejor momento para llevar adelante un proceso constituyente. Al Gobierno y al oficialismo no les conviene hacerlo ahora, porque el bajo apoyo que tiene el Gobierno, medido por las encuestas, podría traspasarse y ser un castigo para los candidatos del oficialismo, que tendrían que cargar con la baja aprobación del Gobierno si es que hubiera una elección ahora o en dos o tres meses más. El Gobierno no se ha repuesto de la derrota electoral, no tiene resultados que mostrar… la reforma tributaria y la de pensiones no han avanzado lo suficiente, por lo tanto, el Gobierno tiene poco que mostrar y eso se expresa en una baja aprobación de la ciudadanía. Por eso que el cálculo del oficialismo es que si hicieran elecciones ahora o en hasta tres meses más, el resultado no sería bueno para las pretensiones del oficialismo.
-¿Y cuál es el rol de la oposición en esto?
-El cálculo que hacen Renovación Nacional (RN), la UDI y Evópoli, es que los ciudadanos no quieren este proceso constituyente y eso puede llevar a partidos como Republicanos, que están instalando el discurso de que no hay que hacer nada y todo esto es una pérdida de tiempo, o el Partido de la Gente (PDG), que está en una posición parecida, a capitalizar ese descontento con apoyo hacia ellos. Por lo tanto, los partidos tradicionales de la derecha podrían tener una menor representación en esa nueva Convención y eso los lleva a no poder todos los esfuerzos en sacar esto adelante. Si realmente quisieran transformar, avanzar en los cambios que hay que hacer, en ampliar la legitimidad de la Constitución, no tendrían tantas dificultades en ponerse de acuerdo. Y lo que estamos observando es que les cuesta tanto abordar el acuerdo porque se sienten más cómodos administrando la situación tal como está hasta ahora. En la derecha tradicional hay un miedo al Partido Republicano y al Partido de la Gente bastante importante.
-¿Se podría caer en el mismo error de la primera vez con un nuevo proceso constituyente? No vaya a ser que la gente piense que una nueva Constitución podría solucionar los problemas contingentes que mencionaba, la crisis económica, seguridad, migración.
-Claro, sería error pensar que se puede resolver un problema complejo con una solución simple como sería un nuevo proceso constituyente. Creer que ese solo hecho va a garantizar el éxito quedó demostrado en el proceso anterior que no es así. Por lo tanto, se instala la incertidumbre sobre a qué nos puede llevar un nuevo proceso de estas características.
-¿Que no se llegara a un acuerdo cómo afectaría a la continuidad del Gobierno?
-El Gobierno tendría un escenario complejo para tramitar sus proyectos de reforma emblemáticos, pero sobre todo le quitaría el control de la agenda, porque esta se volvería a constitucionalizar. Lo peor que le podría pasar al Gobierno es que se siga hablando del tema constitucional permanentemente y no se cierre. Porque en la medida que se siga hablando de este tema desvía su energía respecto de lo principal, que son las reformas que tiene en tramitación en el Congreso, se supone que en marzo va a ingresar también la reforma de Salud. Tres reformas que no avanzan, el Ejecutivo que se ve obligado a pronunciarse permanentemente sobre la cuestión constitucional, es volver a constitucionalizar la agenda del Gobierno, eso no es bueno para el Gobierno que tiene que dedicarse a gobernar, mostrar resultados, eso es lo que espera la gente, que resuelva los problemas.
-Y si, en cambio, surge un acuerdo y avanza el proceso constituyente, ¿qué significa para el Gobierno, también se constitucionaliza la agenda o eso libera la tensión?
-Eso libera la tensión, porque la energía se va hacia el proceso de la elección de los convencionales, hacia la campaña, hacia esa discusión… Y el Gobierno, que debe tener un rol prescindente –porque me imagino que debe haber aprendido de la experiencia pasada-, dejará que la energía fluya por ese cauce, enfocándose en su agenda y fundamentalmente en las reformas. El Gobierno tiene que tratar de evitar que el tema constitucional contamine su agenda y un proceso electoral llevaría a los partidos a entrar en competencia, a buscar candidatos y enfocarse en las campañas. Eso tendría su propia dinámica y el Gobierno iría por otro camino, eso es lo que se debiera observar para adelante, si hay acuerdo.