Cultura

La francesa que sigue los pasos del desconocido pintor chileno del círculo de Picasso

La historiadora Solène Bergot decidió realizar un catálogo razonado de José Tomás Errázuriz, un desconocido artista nacional que murió en 1927. Se estima que existen más de 300 cuadros, los cuales están, en su mayoría, en colecciones privadas. "Las familias se han vuelto guardianes de este patrimonio”, cuenta la académica a DF MAS.

Por: Mateo Navas | Publicado: Domingo 28 de febrero de 2021 a las 04:00 hrs.
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Todo comenzó en plena pandemia, cuando la historiadora francesa Solène Bergot decidió retomar un proyecto personal: abrir una arista de su tesis doctoral y realizar un catálogo razonado del pintor chileno José Tomás Errázuriz Urmeneta, un desconocido artista que vivió gran parte de su vida en Europa y que logró relacionarse con exponentes como Pablo Picasso y Giovanni Boldini gracias a su matrimonio con Eugenia Huici, conocida por financiar a diversos artistas de vanguardia en el viejo continente.

La directora de licenciatura en Historia de la Universidad Andrés Bello decidió comenzar con esta investigación por una razón simple: “José Tomás Errázuriz es un pintor que no ha sido muy trabajado. Existen algunas referencias, pero no se conoce mucho de su vida y de su obra”. Apunta que a principios de la década de 1880 el artista se mudó a Europa y nunca más retornó a Chile. Murió en 1927 en Londres.

Producto de su tesis doctoral —que realizó en la Sorbonne y que siguió los rastros de la familia Errázuriz Urmeneta, uno de los clanes más influyentes de la época— ya tenía un listado de 160 obras del pintor. A partir de ahí siguió buscando registros en casas de subastas internacionales y colecciones privadas. Hoy tiene una tabla con cerca de 300 cuadros, y afirma que puede haber más. “Pintaba de todo: paisajes rurales y urbanos, retratos, naturaleza muerta y escenas”, cuenta Bergot, quien agrega que el artista nacional siempre mantuvo una línea “tradicional” y no se cautivó por la corriente vanguardista.

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En solo unos meses encontró decenas de obras y recopiló cientos de detalles. “Era una persona que no firmaba sus cuadros”, enfatiza. Aparte de un registro cuantitativo, la historiadora acumula detalles como las dimensiones y anotaciones de las distintas pinturas, las cuales “son claves para realizar este tipo de investigaciones”.

Luksic, Vial y Yuraszeck

Fueron dos remates los que distribuyeron las obras de Errázuriz en Chile. Uno a finales del siglo XIX —que compraron artistas como Pedro Lira y Onofre Jarpa—, y otro en 1926, cuatro meses antes de su muerte. “Él mandó más de 100 cuadros a Chile para que fueran expuestos y vendidos para un remate de beneficencia para la fundación Patronato de la Infancia”, cuenta Bergot. Sin este evento, indica, la mayoría de sus cuadros seguiría en Europa.

Con estos dos remates las obras de Errázuriz comenzaron un periplo por las familias más poderosas de Chile. También por museos, como el Nacional de Bellas Artes y la Pinacoteca de Concepción. Incluso llegaron a la colección personal de Eduardo Frei Montalva, que luego se transformó en la Casa Museo Eduardo Frei.

Esos movimientos continúan hasta el día de hoy, ya que la mayoría de las obras de Errázuriz están en colecciones privadas, las cuales son administradas por empresarios y expertos en arte. “Por ejemplo, en la colección de Esteban Canata o, en su momento, las de Ricardo Mac Kellar y de Ji-Sang Song”, enfatiza Bergot. Y agrega: “Los coleccionistas también son custodios del patrimonio artístico nacional, en parte por los recursos limitados con los que cuentan las instituciones públicas”.

Hay otros cuadros del artista, señala, que pueden pertenecer “a otras importantes colecciones, como por ejemplo, las de las familias Luksic, Vial, Yuraszek, entre otras”. Qué cuadro tendría cada una de ellas, es algo que la historiadora prefiere mantener bajo reserva. 

El Instagram y el sueño

Comenzar con este proyecto requería contactos. Es por eso que Bergot decidió hacer algo inusual en el mundo del arte: abrió una cuenta de Instagram (@iniciativaerrazuriz) para llegar a coleccionistas y personas que supieran sobre el paradero de estas obras. Partió el pasado octubre, y hasta ahora el resultado ha sido sorpresivo.

“Me han escrito algunas personas diciendo ‘yo tengo este cuadro’. Me mandan reproducciones, medidas, si viene firmado, si tiene anotaciones y cómo llegaron a él. Si fue una herencia o si se lo regalaron. Ha sido un proceso muy colaborativo”, cuenta. Y añade: “El primer post de la cuenta tenía muy pocos datos. A los tres días alguien me escribe y me dice ‘ese cuadro lo tengo yo’. Otros me dicen que una pintura estuvo toda la vida en su familia y por un tema de herencia se tuvo que vender”.

El objetivo de la investigación, cuenta la académica, es juntar la mayor cantidad de información posible para luego publicar un documento extenso, ojalá un libro impreso, y concretar una exposición presencial para extender el legado y conocimiento de la obra de José Tomás Errázuriz.

“Él tuvo una sola exposición retrospectiva con su cuñado Ramón Subercaseaux en 1971. Es la única exposición semi individual que ha tenido. No es una obra que se conozca mucho en su conjunto”, concluye.  

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