Cultura

Alan Pauls y su nueva novela: “La ansiedad es un mal contemporáneo que todos compartimos”

Desde Berlín, donde reside desde finales de 2019, el escritor argentino habla de su más reciente novela, La mitad fantasma. Y también analiza fenómenos de estos tiempos como la dependencia tecnológica, la espectacularización del arte y la pandemia misma.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 13 de agosto de 2021 a las 11:00 hrs.
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Savoy es un hombre en sus cincuentas que se quedó abajo del tren de la tecnología y que tiene un particular gusto por asomarse a las vidas de los demás. Con ese propósito finge interés inmobiliario y logra pasearse por casas ajenas y fisgonear.

Savoy es también el protagonista de la novela La mitad fantasma (Penguin Random House, 2021), del escritor argentino Alan Pauls (62), con la que vuelve al ruedo de la ficción luego de la trilogía que cerró en 2013 con Historia del dinero.

Este libro se comenzó a escribir en Buenos Aires en 2018, cuenta el autor a través de una conversación por Zoom desde Berlín, donde vive junto a su mujer, la dramaturga Lola Arias, y su hijo Remo, desde que ganó una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). El 2019 lo dedicó a la escritura y entregó la novela los primeros días de marzo de 2020, una semana antes de que estallara la pandemia y el planeta entrara en confinamiento.

La adicción en nuestras manos

Al igual que el escritor, el protagonista Savoy se traslada desde Argentina a la capital alemana, donde remata el relato con una persecución algo cómica.

“Da mucho para la risa, no solo por las cosas que suceden, el tipo de personaje o las situaciones en que se mete, sino por cómo Savoy se da cuenta de la situación. Accedemos al modo en que piensa y que linda con el delirio. Da cuenta de una hiperkinesia mental muy próxima al disparate”, señala Pauls.

Agrega que le gustan las novelas mentales pero que eso no necesariamente implica que haya un desarrollo grave o pesado desde el punto de vista de la conciencia: “Me resulta un desafío escribir historias que transcurran en la cabeza de un personaje y que sean vertiginosas como una novela de acción. No hay nada más veloz que la cabeza y eso cualquier persona ansiosa lo sabe. La ansiedad es un mal muy contemporáneo que creo todos compartimos, y que puede ser más arrebatadora que cualquier acción física o corporal”.

Otro tema muy presente en el libro es el de la dependencia tecnológica contrastada con un protagonista absolutamente anacrónico que comete una serie de errores que en ocasiones incluso conducen a momentos de luminosidad.

“Hablemos del teléfono como nuestra principal droga legal”, apunta Pauls. En su caso, señala, la tecnología no es una herramienta imprescindible de trabajo, y trata de mantener cierto equilibrio entre su consumo y sus necesidades.

Aunque admite: “El teléfono es una zona perdida, es evidente que yo no controlo el teléfono. El teléfono me controla a mí. Es como un agujero negro. Hay mucha gente que logra amortizar diciendo que trabajan con él. Yo paveo con el teléfono, me pierdo, no tengo ninguna defensa”.

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La tiranía del contenido

El nombre del protagonista de La mitad fantasma es una referencia al Hotel Savoy, mencionado en la famosa canción de la banda argentina Virus, “Sin disfraz”, y que se suma a la mención de un repertorio musical que incluye a Eurythmics y Laura Branigan, y películas como Las alas del deseo (1987), de Win Wenders. Todos guiños ochenteros.

-¿Qué significan los años ‘80 para ti?

-Para mí personalmente es una época bisagra donde las ilusiones culturales y artísticas que tuve, se empiezan a corromper o degradar. Ciertas creencias o maneras de pensar la practica artística, se comienzan a pudrir ante la necesidad de convertirse en relatos comprensibles.

Es el momento en que empiezo a convertirme en escritor y tiene algo de paradójico salir al mundo cuando algunas cosas que me gustaban se convierten en cosas que yo odiaba. Un chileno que para mí encarna eso es Raúl Ruiz. Fue el artista latinoamericano que mejor entendió lo más sublime e inmundo de los años ‘80, y hasta qué punto se entrelazan ambas.

-¿Y eso cómo evolucionó hacia el presente?

-Creo que eso se radicalizó. El nuevo elemento que se agregó al paisaje es el retorno del contenido. La gran categoría contemporánea es el director de contenidos, que uno ya no sabe qué carajo es. Que todo sea contenido significa que la forma ya no es relevante, no es pertinente, no es objeto de discusión ni de goce.

La desaparición de la instancia formal es una catástrofe. Como si el arte se hubiera convertido en una gran máquina de canalizar contenido que tiene que ver con la agenda hot del momento. La literatura está copada por el trauma personal. Ahora siempre detrás de un libro hay una violación, un abuso, una historia de inmigración o explotación. No tengo nada contra eso, pero tampoco tengo nada a favor.

Para mí hay una especie de empobrecimiento del mundo porque consumimos con neo-inocencia historias estándar hechas con criterios básicos, sobre casos tremendos. Y nos abrazamos a ellas como ciegos, conmovidos por el contenido. Esa frivolización y espectacularización es para mí la zona crítica de lo contemporáneo.

El efecto calor

Pauls pregunta interesado por el control de la pandemia en Chile, y comenta su experiencia viviendo en un país más desarrollado.

“Durante 2020 la sensación fue que hubo una gestión sensata y razonable de algo que parecía fuera de control en la mayoría del planeta. Eso cambió en octubre-noviembre cuando entramos en un lockdown con un invierno durísimo y fue desolador. La gran eficacia alemana dejó mucho que desear, empezó a no haber criterios y se tomaron decisiones audaces que luego eran revocadas. Alemania entró en el mismo delirio de improvisación en el que estuvo, por momentos, todo el mundo”.

El escritor y filósofo concluye que finalmente lo que nos envidiamos de un hemisferio a otro, durante este tiempo, es el calor: “poder salir a la calle, estar al aire libre, todo se reduce a eso”.

Cuenta que viene llegando de unas vacaciones en Grecia junto a su familia. Viajó con el pasaporte sanitario. “El gran salvoconducto a la libertad y felicidad”, dice. Pero una vez allá se dio cuenta que nadie tenía lector de código QR.

“Mostraba mi celular y el tipo de aduana miraba el QR con sus ojos, y me decía ok. Si era el del menú del restaurante donde almorcé, anda a saber. No me extrañaría que los europeos que están veraneando ahí vuelvan a sus países con la variante delta, o alfa, beta, gamma, todo el alfabeto griego”, comenta con pesimismo.

Él por su parte seguirá viviendo en Alemania, donde su hijo pequeño va al colegio, y tiene planeado viajar a Argentina a fin de año para visitar a su familia; es hermano del actor Gastón Pauls y del músico Nicolás Pauls. En el intertanto se dedica a hacer clases, y también a promocionar su nuevo título: “Me gusta hablar de lo que hago, no soy de esos escritores fóbicos. Estoy contento con el libro”.

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