Barroso recomienda una mayor unión política
El presidente de la Comisión Europea es optimista respecto a la estabilización de Europa y reconoce que falta voluntad política en los gobiernos de la región.
Por: | Publicado: Viernes 27 de septiembre de 2013 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, dio este mes el que probablemente será su último discurso del “Estado de la Unión” antes de que deje su mandato el próximo año. Entregó una optimista defensa a la reacción de la Unión Europea a la crisis económica y financiera, proporcionando una evaluación relativamente alentadora de las perspectivas de recuperación económica, y llamó a los Estados miembros a acelerar sus movidas hacia una unión política, particularmente entre los países de la eurozona. El fragmento del discurso anual planificado tiene poco significado concreto, pero provee un barómetro útil del estado de ánimo dentro y entre las instituciones y en los Estados miembros de la UE. En base al discurso de Barroso y el debate que lo siguió, se ve que se han aprendido pocas lecciones políticas durante la crisis de lo que se podría haber esperado.
Como era de suponerse, la Comisión –el brazo ejecutivo de la UE– se mantiene comprometida con el principio de la unión -más estrecha que nunca- de los Estados miembros. Esto es parte del ADN institucional de la Comisión y Barroso destacó, como es debido, en su discurso al Parlamento Europeo que “una unión política debe ser nuestro horizonte político”. Pero mientras la crisis de la eurozona se ha desplegado, la Comisión ha perdido la iniciativa en esta área frente a los gobiernos nacionales, moviéndose, aunque de forma incierta, hacia un incremento en la integración en la zona euro.
Si en el pasado la Comisión se dio la tarea de persuadir a los Estados miembros de los beneficios de la integración y para orientarlos hacia ella, resolver las cuestiones relacionadas con el ritmo de la integración se ha convertido en un interés nacional apremiante para muchos miembros de la UE, en particular los de la de la zona euro.
Optimismo sobre regreso a la estabilidad
Barroso estuvo sorpresivamente optimista sobre las proyecciones de un regreso a la estabilidad en Europa, pero reconoció que persistían los mayores desafíos económicos, particularmente el creciente desempleo. La batalla para recuperar la confianza de los mercados financieros se está ganando, dijo, y el mayor obstáculo que permanece es un debilitamiento de la voluntad política entre los gobiernos de los Estados miembros para implementar su decisión. Citó la propuesta de Europa de unión bancaria como prioridad inmediata, señalando que mientras se está progresando en establecer un sólo mecanismo supervisor, las propuestas de la Comisión para un solo mecanismo de resolución –lo que permitiría la disolución ordenada de los bancos en quiebra– han estado en espera desde julio. Hay límites de lo que se podría hacer a nivel de la UE para dirigir el crecimiento y Barroso recitó una lista conocida de las prioridades de la Comisión: consolidar y extender el mercado único para bienes y servicios, impulsar el gasto en investigación y el desarrollo (I+D), e invertir en educación y formación.
Barroso se refirió en varias ocasiones a las elecciones del Parlamento Europeo que se desarrollarán en la región en mayo de 2014. Él ve esto como una oportunidad para “un verdadero debate político europeo”, pero la atmósfera en parlamento luego de su discurso sugiere que los miembros del parlamento europeo (MEPs, su sigla en inglés) tienen una comprensión más profunda de lo que es probable que suceda el próximo año.
Ellos reprendieron al presidente de la Comisión por la complacencia de sus suposiciones de que la recuperación está arraigándose y por la insuficiencia de sus propuestas para estimular el crecimiento en general y el desempleo en particular. Los parlamentarios son conscientes de que es probable de que en las elecciones de 2014 haya un aumento en el voto de protesta, una participación menor o -probablemente- ambas.
Escepticismo en Reino Unido
Barroso estaba en lo cierto cuando dijo en el mismo discurso hace dos años que era “una ilusión” creer que una moneda única podría ser construida exclusivamente sobre criterios nacionales para la política económica y presupuestaria. Pero es igualmente erróneo pensar que los enfoques nacionales pueden ignorarse frente al interés de la entrega de una unión política a la que nadie se le ha pedido que se inscriba.
En ninguna parte la idea de una unión cada vez más estrecha de Europa es políticamente más tóxica que en el Reino Unido, donde el gobierno liderado por los conservadores se ha comprometido a aflojar sus lazos con la UE y a tener un referéndum en 2017.
Inevitablemente, esto ha provocado consternación en Bruselas y en algunos Estados miembros. Pero el irritable intercambio de Barroso con los conservadores del MEP sugiere que la Comisión se mantiene sorprendentemente desprevenida al tratar con sus críticos. Fue despectivo con la actitud hacia la UE del Partido Conservador, diciendo que se arriesgan en hacer del partido una débil imitación –y un subcampeón electoral– del explícitamente anti Bruselas Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, su sigla en inglés). En el improbable evento que algún votante conservador o UKIP estuviera escuchando a Barroso, es poco probable que haya ido con la sensación de que él conciba un papel destacado para ellos en su debate verdaderamente europeo.
Nacionalizar el fracaso y europeizar el éxito
De manera más amplia, Barroso busca hacer retroceder la perspectiva de que la UE está en la raíz de la crisis de la región. En fragmentos que se sentían como si estuviera entregando su versión de los hechos antes de dejar su puesto a fines del próximo año, se refirió a las muchas personas que gustan de “nacionalizar el éxito y europeizar el fracaso”. Indicó que Europa no tiene la culpa de la crisis, sino una combinación de mala gestión fiscal de los gobiernos y el comportamiento irresponsable de los mercados financieros. Nadie discutiría la importancia fundamental de cualquiera de esos factores. Pero al sobre absolver a las instituciones de Europa de toda culpa, Barroso parece estar adoptando la táctica que él desprecia, nacionalizando el fracaso y europeizando el éxito.
Como era de suponerse, la Comisión –el brazo ejecutivo de la UE– se mantiene comprometida con el principio de la unión -más estrecha que nunca- de los Estados miembros. Esto es parte del ADN institucional de la Comisión y Barroso destacó, como es debido, en su discurso al Parlamento Europeo que “una unión política debe ser nuestro horizonte político”. Pero mientras la crisis de la eurozona se ha desplegado, la Comisión ha perdido la iniciativa en esta área frente a los gobiernos nacionales, moviéndose, aunque de forma incierta, hacia un incremento en la integración en la zona euro.
Si en el pasado la Comisión se dio la tarea de persuadir a los Estados miembros de los beneficios de la integración y para orientarlos hacia ella, resolver las cuestiones relacionadas con el ritmo de la integración se ha convertido en un interés nacional apremiante para muchos miembros de la UE, en particular los de la de la zona euro.
Optimismo sobre regreso a la estabilidad
Barroso estuvo sorpresivamente optimista sobre las proyecciones de un regreso a la estabilidad en Europa, pero reconoció que persistían los mayores desafíos económicos, particularmente el creciente desempleo. La batalla para recuperar la confianza de los mercados financieros se está ganando, dijo, y el mayor obstáculo que permanece es un debilitamiento de la voluntad política entre los gobiernos de los Estados miembros para implementar su decisión. Citó la propuesta de Europa de unión bancaria como prioridad inmediata, señalando que mientras se está progresando en establecer un sólo mecanismo supervisor, las propuestas de la Comisión para un solo mecanismo de resolución –lo que permitiría la disolución ordenada de los bancos en quiebra– han estado en espera desde julio. Hay límites de lo que se podría hacer a nivel de la UE para dirigir el crecimiento y Barroso recitó una lista conocida de las prioridades de la Comisión: consolidar y extender el mercado único para bienes y servicios, impulsar el gasto en investigación y el desarrollo (I+D), e invertir en educación y formación.
Barroso se refirió en varias ocasiones a las elecciones del Parlamento Europeo que se desarrollarán en la región en mayo de 2014. Él ve esto como una oportunidad para “un verdadero debate político europeo”, pero la atmósfera en parlamento luego de su discurso sugiere que los miembros del parlamento europeo (MEPs, su sigla en inglés) tienen una comprensión más profunda de lo que es probable que suceda el próximo año.
Ellos reprendieron al presidente de la Comisión por la complacencia de sus suposiciones de que la recuperación está arraigándose y por la insuficiencia de sus propuestas para estimular el crecimiento en general y el desempleo en particular. Los parlamentarios son conscientes de que es probable de que en las elecciones de 2014 haya un aumento en el voto de protesta, una participación menor o -probablemente- ambas.
Escepticismo en Reino Unido
Barroso estaba en lo cierto cuando dijo en el mismo discurso hace dos años que era “una ilusión” creer que una moneda única podría ser construida exclusivamente sobre criterios nacionales para la política económica y presupuestaria. Pero es igualmente erróneo pensar que los enfoques nacionales pueden ignorarse frente al interés de la entrega de una unión política a la que nadie se le ha pedido que se inscriba.
En ninguna parte la idea de una unión cada vez más estrecha de Europa es políticamente más tóxica que en el Reino Unido, donde el gobierno liderado por los conservadores se ha comprometido a aflojar sus lazos con la UE y a tener un referéndum en 2017.
Inevitablemente, esto ha provocado consternación en Bruselas y en algunos Estados miembros. Pero el irritable intercambio de Barroso con los conservadores del MEP sugiere que la Comisión se mantiene sorprendentemente desprevenida al tratar con sus críticos. Fue despectivo con la actitud hacia la UE del Partido Conservador, diciendo que se arriesgan en hacer del partido una débil imitación –y un subcampeón electoral– del explícitamente anti Bruselas Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, su sigla en inglés). En el improbable evento que algún votante conservador o UKIP estuviera escuchando a Barroso, es poco probable que haya ido con la sensación de que él conciba un papel destacado para ellos en su debate verdaderamente europeo.
Nacionalizar el fracaso y europeizar el éxito
De manera más amplia, Barroso busca hacer retroceder la perspectiva de que la UE está en la raíz de la crisis de la región. En fragmentos que se sentían como si estuviera entregando su versión de los hechos antes de dejar su puesto a fines del próximo año, se refirió a las muchas personas que gustan de “nacionalizar el éxito y europeizar el fracaso”. Indicó que Europa no tiene la culpa de la crisis, sino una combinación de mala gestión fiscal de los gobiernos y el comportamiento irresponsable de los mercados financieros. Nadie discutiría la importancia fundamental de cualquiera de esos factores. Pero al sobre absolver a las instituciones de Europa de toda culpa, Barroso parece estar adoptando la táctica que él desprecia, nacionalizando el fracaso y europeizando el éxito.