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La casualidad quiso que Procter conociera a Gamble

Por: Expansión, España. | Publicado: Viernes 29 de agosto de 2014 a las 05:00 hrs.
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Resulta curioso pensar cuántas casualidades -además del trabajo bien hecho, ya que sin él lo demás daría igual- han hecho falta para que algunas de las empresas más importantes del mundo nacieran y se convirtieran en lo que son hoy. Un buen ejemplo es Procter & Gamble. Presente en 180 países, 4.800 millones de veces al día alguna persona en el mundo utiliza sus productos.

Que lo hagan no es casualidad, pero sí lo fue, y mucho, el nacimiento de la firma. Primero, porque los fundadores, William Procter y James Gamble, decidieron emigrar desde dos países diferentes (Inglaterra e Irlanda) a EEUU. Después, porque ambos coincidieron en una misma ciudad (Cincinnati) y en un mismo año (1837), debido a diferentes problemas personales que les obligaron a establecerse allí.

A ello, se sumó que los dos eran emprendedores: Procter se estableció como fabricante de velas y Gamble se dedicó al jabón. Y el colmo de la casualidad es que se casaran con dos hermanas, Olivia y Elisabeth Norris (Procter ya lo había estado, pero su primera mujer murió por el cólera).

Fue el suegro de ambos el que animó a estos dos cuñados a juntar sus negocios. Así nació P&G, con Gamble centrado en la producción y Procter en el márketing, un área que siempre ha sido clave para la firma y que comenzó en 1838 con los primeros anuncios de la misma en la Cincinnati Daily Gazzete. Su éxito fue inmediato: en 20 años la empresa ya tenía 80 empleados y facturaba un millón de dólares anuales.

Imagen foto_00000009William Procter y James Gamble.

Un crecimiento vertiginoso


Pese a ello, el primer gran ejemplo de utilización de publicidad de forma continuada para comercializar en masa un producto llegaría en 1879, cuando James N. Gamble, el hijo del fundador, creó un nuevo jabón al que denominó Ivory Soap. También fue un éxito y antes de que se acabara el siglo la compañía ya vendía 30 tipos de jabones diferentes, había inaugurado una gran planta de producción llamada Ivorydale, creó sus primeros laboratorios de investigación y análisis de productos, y estableció sedes fuera de Cincinnati para mejorar la distribución de sus mercancías.

El siguiente paso sería dar el salto a otro tipo de productos, lo que llegaría de la mano de la margarina Crisco (1911), y mercados, con la inauguración de la primera fábrica fuera del país, en Canadá (1915). De esta forma, P&G entraba en el siglo XX convertida ya en una empresa internacionalizada y diversificada en su oferta.

Los primeros años del nuevo siglo estarán marcados por el espíritu innovador de la compañía. Así, crearon una división química destinada al desarrollo de nuevos productos y un departamento de estudios de mercado para analizar cómo compran los consumidores: los empleados de esta división iban puerta por puerta preguntando a las amas de casa por sus hábitos y por productos para el hogar que les gustaría tener. Fruto de este aprendizaje se lanzó el primer detergente de uso doméstico -Dreft- y un champú -Drene-.

La gran expansión internacional de la compañía llegará un poco más tarde, en los años 30, con la compra de la firma inglesa Thomas Hedley & Sons, lo que supuso su entrada en Europa, y de la Philippine Manufacturing Company, con la que desembarcó en Asia. Cuando P&G cumplió 100 años en 1937, sus ventas ascendían ya a US$ 230 millones al año.

Una empresa de marcas


A partir de ese momento, comenzó un proceso de expansión internacional y de ampliación de su portfolio de productos que se ha extendido hasta la actualidad. En los años 40 y 50, la empresa lanza el detergente Tide y la primera pasta dentífrica con flúor, denominada Crest. Además, comienza a operar en Latinoamérica a través de México y extiende su presencia en Europa. Mientras, la década de los 60 empieza con su llegada a Oriente Medio, abriendo una sede en Arabia Saudí, y acaba con su desembarco en España, en 1968, con el lanzamiento de Ariel Alta Espuma.

Los años 80 serán especialmente prolíficos tanto en el lanzamiento de marcas (Fairy y Don Limpio), como en la adquisición de firmas. Se compra Blendax, la farmacéutica Norwich Eaton, Richardson-Vicks (Olay o Vicks Vaporub) y Noxell (Noxzema). Por si fuera poco, y coincidiendo con su 150 aniversario, P&G reestructura su organización interna, cambia el sistema logístico y comienza a fabricar en China. ¿Resultado? A principios de los años 90 sus ventas superaban ya US$ 30.000 millones, más del 50% fuera de EEUU.

La última década del siglo verá el nacimiento de la Fundación de la compañía, la compra de Tambrands (Tampax), Max Factor y Old Spice, así como la fusión de Arbora y Ausonia (Dodot, Evax, Ausonia...), ambas participadas por P&G, que pese a ello no adquirió la totalidad de la nueva empresa en el año 2012. Ya en el siglo XXI, la expansión de la firma ha seguido con Wella, Gillette (su mayor compra hasta la fecha y que incluyó las marcas Duracell, Oral-B y Braun), Fluocaril y Ambi Pur, por poner algunos ejemplos.

La empresa cuenta en la actualidad con más de medio centenar de marcas en el mercado español (algunas de las que no se han citado hasta ahora son Pringles, Viakal, Kukident, Clearblue, Pantene o H&S) y bastantes más en otros países, divididas en cuatro grandes áreas de negocio: belleza, cuidado de la salud y aseo personal, cuidado de la ropa y del hogar y cuidado femenino y del bebé.

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