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Impresión 3D toma forma en Chile

El desarrollo de la impresión 3D no sólo supone grandes avances en áreas tan distintas como la medicina y la repostería, sino que da cuenta de una nueva revolución, a partir de la fabricación digital.

Por: Catalina Jofré | Publicado: Lunes 9 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Desde una figura inspirada en un dibujo animado hasta el modelo de un órgano como el de un corazón son objetos que pueden construirse hoy, usando impresoras 3D. Este es el inicio de una nueva era que los expertos denominan como "la nueva revolución industrial", la que a través del uso y exploración de estas máquinas, establecerá un concepto de manufactura donde existirán mayores posibilidades de materializar cualquier tipo de objeto sin importar su complejidad.

Si bien las impresoras 3D tuvieron sus inicios en la década de los ochenta, de la mano del estadounidense Chuck Hull -quien posteriormente fundó la empresa 3D Systems-, las nuevas compañías que ingresaron al mercado fueron las propulsoras de los avances en fabricación digital y piezas clave para la baja en los costos.

En la actualidad, la tecnología de impresión 3D, que permite la creación de objetos por capas a partir de la adición de distintos materiales, ha llegado a campos tan complejos como la ciencia donde se avanza con miras a realizar impresión de órganos (bioimpresión).

Debido a estas expectativas, su proyección es alentadora. Gartner, consultora especializada en tecnología, en su último informe Forescast: 3D Printers Worldwide 2015, proyecta que las ventas mundiales en 2015 alcancen las 244.533 unidades y que a futuro, éstas se dupliquen cada año de aquí a 2019. Un consumo que se verá impulsado por mejoras en términos de calidad y rendimiento, algo especialmente atractivo para empresas y consumidores.

El mercado 3D en Chile

En nuestro país esta tendencia mundial comenzó a desarrollar un mercado alrededor de 2012. Un primer acercamiento fueron las impresoras disponibles en espacios colaborativos de trabajo donde los emprendedores pudiesen crear piezas y prototipos, como es el caso de Santiago Maker Space. Luego, surgieron empresas que hasta hoy prestan servicios de impresión y venden maquinaria e insumos.

Arquitectura, minería, ingeniería, salud y diseño son áreas donde esta tecnología ha ganado un espacio, convirtiéndose en un método práctico para la creación de prototipos, piezas funcionales, repuestos de maquinarias, prótesis, maquetas de proyectos inmobiliarios o mineros y regalos corporativos, entre otros objetos.

Pablo Urrutia, co fundador de la empresa Fácil 3D, señala que hace dos años, eran odontólogos quienes más requerían sus servicios para fabricar modelos que facilitaran su trabajo. En la actualidad, los clientes y requerimientos se han diversificado, así como también sus productos. Junto a su socio, Sebastián Podestá, desarrollaron maquetas topográficas para minería. Estos modelos son utilizados para el análisis de proyectos, ya que son impresos a escala y muestran información en superficie directamente desde imágenes satelitales. Se elaboran a partir de una impresión a color texturizada y cuentan con información geológica útil. Se trata de una creación propia que ha impresionado a extranjeros y que se proponen exportar.

"Nuestros requerimientos son de distintas áreas, por lo que es difícil realizar proyecciones, no obstante, respecto de las maquetas para minería nuestra idea es exportar (...) los equipos de profesionales extranjeros de empresas como Teck y BHP Billiton se han sorprendido con el producto", advierte Urrutia.

3D Makers es otra empresa que inició su actividad junto al boom de estas máquinas hace tres años. Su fundador, Mauricio Cornejo, señala que esta tecnología supone un gran potencial para sectores tan variados como merchandising y publicidad, arquitectura, odontología, minería, ingeniería y empresas de plástico y vidrio.

A su juicio, uno de los mayores beneficios es fabricar prototipos de manera rápida en una etapa previa a la de producción en serie y sin necesidad de construir un molde.

"El costo es bajo en relación a lo que cuesta hacer una matriz. Por ejemplo, hacer la matriz de una botella cuesta unos $ 8 millones sin posibilidad de hacer cambios por el costo que implica hacer un nuevo molde, en cambio, imprimir en 3D un prototipo de la misma botella cuesta alrededor de $ 150.000 ", sostiene.

Los primeros clientes de 3D Makers fueron del área de la ingeniería y luego, debido a que lograron una baja de costos en el tiempo, comenzaron a recibir requerimientos de estudiantes de diseño. Entre su actual cartera está Carabineros de Chile, con quienes trabajan en prototipado dentro de la fábrica de armas del ejército; empresas mineras que usan la impresión para reparación y generación de piezas de repuesto de maquinarias; compañías que fabrican prototipos de envases de vidrio como Cristalerías Chile y Cristalerías Toro, y también, marcas deportivas como Nike y Adidas que usan la impresión para piezas publicitarias.

Por su parte, Espacio 3D, que tienen la representación de la marca norteamericana 3D Systems en Latinoamérica, comercializan sus impresoras de las líneas de escritorio, profesional e industrial, ofrecen servicio técnico, de postventa e insumos, además de repuestos e impresión de piezas.

Las impresoras pueden tener un costo de $ 800.000 en la categoría de personales, y parten de los
US$ 15 mil para la profesional.

Su gerente general, Eduardo Guiloff, sostiene que "las universidades se han dado cuenta rápidamente de la importancia de estas máquinas. Las facultades de Medicina, Arquitectura e Ingeniería han adquirido sus propias impresoras, y otras que han solicitado el servicio se dan cuenta de lo práctico que es tener una".

Guiloff destaca la labor que realizan con la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.

"Estamos trabajando para implementar una máquina de prototipado para que puedan fabricar sus propios modelos de órganos y esqueleto humano", adelanta. Y como casi no existen cuerpos humanos disponibles para estudio y dado que el trabajo práctico es indispensable para los estudiantes, el replicar partes humanas, mediante impresión 3D, es una solución segura y útil, afirma.

También enfocada en resolver problemáticas del área de la salud,Todo 3D, fundada por Benjamín Canete, trabaja junto a 3D Prot en el desarrollo de una prótesis con características de resistencia y diseño superiores a las habituales, la que hoy está en etapa de prototipo y que esperan se comercialice en clínicas privadas desde el próximo año.

Canete asegura que, a pesar de la popularidad que tienen las prótesis impresas en 3D a nivel mundial -hoy Gino Tubaro, emprendedor argentino, trabaja en la creación de una plataforma que permitirá creaciones de prótesis a medida llamada Limbs-, en Chile esto recién comienza.

"Aún no hay nadie que sea experto en esto. No tenemos muchos médicos insertos en estos temas y si bien es posible hacer una mano mecánica para jugar, eso no significa hacer una prótesis. Hay poca investigación en esta área", advierte.

Máquinas made in Chile

Si bien la popularización de las impresoras 3D se produjo a través de marcas internacionales como Stratasys o Makerbot, un grupo de emprendedores, liderados por Víctor Ruz, creó una de las primeras impresoras 3D 100% chilenas, la DreamBox 3D. Este desarrollo que salió al mercado en agosto de 2014 y tiene un valor aproximado de $ 1,3 millones es un proyecto que tiene por objetivo romper la brecha tecnológica entre los usuarios comunes y la impresión 3D.

A la fecha, quienes han adquirido esta impresora son empresas que están innovando, colegios que las incorporan a materias de su currículum y facultades de ciertas universidades, tanto en el mercado nacional como en Latinoamérica. Con dos modelos disponibles Delta (de escritorio) y Pro (profesional), DreamBox aspira a convertirse en un ecosistema de impresión 3D, por lo que hoy no sólo trabaja en fortalecer su línea de producción para satisfacer su demanda sino también en realizar talleres para dar a conocer su uso.

"Existe un enorme potencial, hay mucha gente con ideas brillantes y éstas no pueden morir en la mente de alguien. DreamBox es para llevar la creatividad al siguiente nivel", sostiene Ruz.

Una nueva era

Para Leo Prieto, director ejecutivo de Santiago MakerSpace, pasar al siguiente nivel de la creatividad significa que hoy vivimos la cuarta revolución industrial.Y aunque estemos en etapa inicial, sólo será cuestión de tiempo para que los avances sean sorprendentes. Prieto asegura que a medida que el precio de la impresión 3D vaya bajando y se incorporen nuevos materiales para fabricar, se irán juntando poco a poco, por una parte, los avances de los fabricantes, y por otro, el interés de los consumidores.

"Tengo una visión de que el modelo de fábrica gigantesca con producción de más de mil unidades iguales, o donde China es la fábrica del planeta va cambiando. De aquí a 2030 vamos a estar rodeados de fábricas en nuestros barrios, podremos crear lo que nos haga falta", proyecta Prieto.

Juan Cristóbal Zagal, director de Fab851, el laboratorio de fabricación digital de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, coincide con esta visión y ve que las oportunidades de negocio en esta área, estarán ligadas, a futuro, a nuevos productos tecnológicos que combinen la impresión 3D con otros componentes electrónicos y sean creados por personas comunes quienes los comercialicen en el mercado global. Esto, bajo la concepción de un nuevo paradigma donde las impresoras 3D representen fábricas personales y estén en el futuro en nuestros escritorios de manera indispensable tal como hoy lo hacen los computadores.

Guiloff, ejecutivo de Espacio 3D, da cuenta de la misma realidad. "Estamos hoy en una etapa de gateo respecto de esta tecnología y creo que en unos dos años esto puede tener un impulso importante en el país", asevera

Todavía habrá que esperar unos años, para ver si las impresoras 3D destronan a las fábricas en China. Pero por ahora, los avances y nuevos modelos abren un mundo de infinitas posibilidades en todas las áreas.

 

avances chilenos en bioimpresión

Una de las áreas más fuertes de la impresión 3D está en la medicina y un ejemplo es la bioimpresión. Es por esto que investigadores de la Universidad de los Andes y del spin off Cells for Cells se dedican hoy al desarrollo de un biomaterial hecho en Chile y con características eficientes para la creación de tejidos ya que ayuda a la estructura de las células y permite una alta precisión. La innovación, que está en proceso de patentamiento, utiliza material reprocesado de desechos de la industria pesquera.

Anil Sadarangani, subdirector de Desarrollo y Comercialización de la Dirección de Innovación de la universidad, indica que el entrar al mercado de la impresión 3D mediante el desarrollo de biotinta, es una oportunidad interesante, ya que se proyecta que éste represente a 2020, entre U$ 4 mil a US$ 6 mil millones.

Los investigadores trabajan en colaboración con la empresa israelí Stratasys, con quienes establecieron las características físico químicas del biomaterial y una vez obtenida la patente estudian licenciar la tecnología o distribuirla, según su capacidad.

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