Fundación Copec UC reúne investigadores con ejecutivos de viñas para acelerar innovación
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En agosto de este año, el sector vitivinícola y el mundo académico local dieron un primer paso para generar soluciones con Investigación y Desarrollo (I+D) para la industria nacional, que es el cuarto exportador de vinos embotellados a nivel mundial.
La iniciativa, convocada por Fundación Copec-UC, contó con la participación de ejecutivos de las viñas Santa Rita, San Pedro, Concha y Toro, Santa Carolina, Morandé y Koyle, entre otras, e investigadores de la Universidad de Chile, de la Universidad de Santiago y de la Universidad Católica (UC) apoyados por la fundación.
"Logramos visibilizar tecnologías demandadas por la industria, que tienen potencial de impacto. También identificar problemas de las viñas, de manera de que los investigadores desarrollen tecnologías enfocadas", afirma el director ejecutivo de fundación Copec-UC, Alfonso Cruz.
Algunas de las soluciones presentadas apuntan a diferentes etapas del proceso de desarrollo de vinos, desde la fumigación, hasta la clarificación del producto.
Kit para detectar contaminantes
Académicos de la Universidad de Chile crearon marcadores para detectar levaduras y bacterias contaminantes en los procesos de producción de vino. La iniciativa partió en 2007 y hasta la fecha ha involucrado una inversión cercana a $140 millones.
El investigador Alejandro Maass, cuenta que en 2018 crearon un spin-off llamado Diagnofast, que ofrece el diagnóstico a través de kits. Actualmente está siendo usado por cuatro viñas, principalmente por Santa Rita y San Pedro.
Maass explica que la solución, que detecta los microorganismos con un tiempo de respuesta de entre uno y dos días, puede funcionar a través de la venta del kit "para que la empresa haga su propia detección o nos envíe los vinos para que nosotros realicemos el proceso y entreguemos el resultado", dice.
Actualmente la firma, que en 2018 facturó $100 millones y para este año proyecta duplicar la cifra, está buscando desarrollar productos "enfocados a problemas individuales de cada viña".
Además, están en conversaciones con empresas de otros rubros como el de jugos ya que "la solución sirve para detectar contaminantes en todas las firmas que transformen recursos naturales en líquidos", comenta Maass.
También están buscando exportar la solución y proyectan que en 2020 iniciarán conversaciones en esta dirección.
Clarificantes con proteínas vegetales
Junto a un equipo de la UC, la ingeniera agrónoma y enóloga Natalia Brossard, desarrolló un clarificante para vinos tintos a partir de proteínas vegetales, para aumentar la calidad sensorial y eliminar la turbiedad de los vinos. El proyecto, que fue adjudicado a principios de este año y comenzará a ser ejecutado este mes, se diferencia de otros del mercado, proque utiliza proteína vegetal y no animal.
"Se suelen usar proteínas de cerdos, bovino o huevo, sin embargo, estas tiene restricciones en ciertos mercados porque tiene potencial alergénico. Por ello, han salido nuevas opciones de origen vegetal, con proteínas de papas o arvejas, por ejemplo, y a eso apuntamos", afirma Brossard.
El proyecto, que está en proceso de tramitación de patente, tiene una duración de dos años con una inversión de $80 millones. También busca que el producto sea en polvo no alergénico, inocuo y que deje la misma sensación en la boca que los clarificantes animales, que suelen tener mejor resultado.
Actualmente están desarrollando las proteínas, el siguiente paso es evaluarlas y compararlas con los estándares del mercado, con soluciones provenientes de animales.
Proyectan que a fines de este año comenzarán a realizar pruebas a nivel de laboratorio y están en conversaciones con las compañías Lallemand (Canadá) y Laffort (Australia) para probar el clarificante.
Biofungicida para uvas
En 2012 comenzaron a desarrollar un biofungicida basado en una bacteria para controlar hongos fitopatógenos –que atacan antes, durante y después de la cosecha– que infectan a frutas, como las uvas. El producto funciona como spray y se aplica directamente en los parronales. "Se prefiere el formato líquido porque es bastante estable y tiene más efectividad", dice Antonio Castillo, bioquímico y académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago.
El biofungicida apunta a frenar la pudrición de las uvas durante la pre y postcosecha, ya que el hongo provoca que aproximadamente se pierda un 19% de las uvas por pudrición. El producto, que es ambientalmente amigable y no provoca riesgos de contaminación en la fase de postcosecha, está en proceso de comercialización y Castillo señala que están en conversaciones con empresas de Estados Unidos y Suiza.
"Ya tenemos patentes concedidas en los países donde estamos teniendo acercamientos, también en otros como Italia, España, Francia, Sudáfrica, Chile y China", señala el académico.
El biofungicida ya ha sido sometido a evaluaciones toxicológicas en animales y se ha demostrado que es inocuo dérmicamente como oralmente.
Hasta la fecha el proyecto ha significado una inversión cercana a $200 millones y Castillo dice que apuntan a apresurar la transferencia tecnológica del producto a nivel local.