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¿Traerá el Mundial otro susto para la economía?

Cuenta atrás para el Mundial de fútbol: partidos, goles, amigos, celebraciones, gritos, cerveza y... ¿crisis? Sí, crisis. La cita deportiva más vista del planeta, que comenzará el próximo 12 de junio, podría significar un problema para la economía.

Por: Expansión, España. | Publicado: Sábado 24 de mayo de 2014 a las 05:00 hrs.
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“Los mercados también sufren cuando empieza el Mundial de fútbol”, avisa Darío Perkins, reputado analista de Lombard Street Research.

Su teoría parte del campeonato inaugural de 1930, el primer año completo de la bautizada como la Gran Depresión. Más recientemente, la Copa de 1990 (el evento se celebra cada cuatro años) coincidió con la recesión de Estados Unidos, y la de 1994, con la crisis del mercado de bonos, que se inició en territorio norteamericano y se extendió a través de los países desarrollados.

En 1998, el Mundial despegó de la mano de la crisis financiera asiática y el colapso del Long Term Capital Management (LTCM), el hedge fund más importante de la década de los noventa, que llegó a controlar el 5% de la renta fija mundial y que estuvo a punto de provocar uno de los mayores colapsos de la economía a escala internacional.

Y ya en el presente siglo, y con el único descanso del eufórico año 2002, estalló en 2006 la burbuja inmobiliaria de EEUU, cuyas secuelas aún resuenan en todo el planeta, para dar paso en 2010 -cuando España ganó el Mundial en Sudáfrica- a la verdadera crisis de la zona del euro.

“Estas coincidencias me hacen pensar... ¿Qué podrá salir mal esta vez ?”, se pregunta el analista. Las apuestas están abiertas y Perkins tiene candidatos: “Basándome en los episodios del pasado, deberíamos empezar por mirar las burbujas”.

De todas ellas, destaca tres: el boom inmobiliario chino, posibles sobresaltos en los estímulos de la Reserva Federal y, sobre todo, el Abenomics, nombre del plan de reactivación económica del primer ministro de Japón, Shinzo Abe, basado en un masivo estímulo económico estatal, otro monetario y una reforma estructural. “Ahora estas políticas parecen estar perdiendo fuerza, y existe el riesgo de que sus efectos comiencen a desmoronarse”, advierte el experto.

¿Y la economía de Brasil?


Por otro lado, en la sede del Mundial las expectativas de que la Copa significará un fuerte impulso a la economía de Brasil han sido reemplazadas por pronósticos más sobrios y temores de que manifestaciones callejeras y otros problemas podrían ahuyentar las oportunidades de negocios y mancillar la imagen del país entre inversores extranjeros.

El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff estima que el evento, que comienza el 12 de junio en São Paulo, podría agregar más de medio punto porcentual de crecimiento económico este año y crear más de medio millón de empleos. No obstante, los economistas son más conservadores y estiman un impulso más cercano a 0,2 puntos porcentuales.

El ministro de Deportes, Aldo Rebelo, ha dicho que el torneo podría agregar 0,4 puntos porcentuales de crecimiento cada año hasta el 2019, pero economistas del sector privado afirman que esa cifra está inflada y han apuntado a otros efectos secundarios que podrían desacelerar a la economía.

Se prevé que la economía brasileña crezca sólo un 1,6% este año, lo que presionará a Rousseff, que buscará la reelección en octubre.

“Sería peor si no tuviéramos la Copa, pero el torneo no salvará a nuestra economía de un año bastante malo”, comentó Fabio Bentes, economista de la Confederación Nacional de Comercio, que representa a empresas minoristas y de servicios.

Cuando Brasil fue elegido como sede del Mundial en el 2007, los políticos dijeron que el torneo mostraría el esperado arribo del país como una gran potencia económica y que daría buenas razones para transformar completamente sus deficientes aeropuertos, carreteras y otra infraestructura de transporte.

Sin embargo, se han ejecutado sólo cerca de US$ 7.000 millones de los US$ 11.700 millones en inversiones previstas para el Mundial, según la Oficina del Contralor General, un déficit que la mayoría de los analistas atribuyen a una mala planificación y a la burocracia. (Con información de Reuters en Brasil)

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