Donald Trump no ha decepcionado. Su primera semana de regreso a la Casa Blanca estuvo marcada por medidas que rompen con las convenciones y los acuerdos internacionales. Salpicadas además con declaraciones con graves consecuencias. Por ejemplo, como el decir en respuesta a una pregunta que en diez días implementaría un arancel de 10% a los productos de China. Lo dijo al pasar, sin convocatoria a una rueda de prensa especial o comunicado oficial.
Que la incertidumbre y las sorpresas que marcaron su primer Gobierno (2017-2021) volverán a estar presentes en los próximos cuatro años, es lo primero que pudo confirmar el mercado.
1 La estrategia
Algo más difícil fue entender su plan. Pero discurso tras discurso, ya sea en la inauguración o ante sus partidarios o en el foro internacional en Davos, Trump fue entregando los elementos de su estrategia. La “era dorada” que promete a sus electores se basa en bajar el precio de la energía, para con ello reducir la inflación; al mismo tiempo se atraerían inversiones y mejores condiciones comerciales bajo la amenaza de imponer tarifas.
“Mi mensaje a todas las empresas del mundo es muy sencillo: Vengan a fabricar su producto en Estados Unidos y les daremos los impuestos más bajos en el planeta… Pero si no fabrican su producto en Estados Unidos, que es su prerrogativa, entonces, muy sencillamente, tendrán que pagar un arancel”.
Tal como había percibido gran parte del mercado, los aranceles son para Trump un arma de negociación. “Tenemos un poder muy grande sobre China, y son los aranceles… Preferiría no tener que usarlos. Pero es un poder tremendo sobre China”, dijo en entrevista con Fox News.
En el caso de China, Trump busca que reduzca su superávit comercial con EEUU y presione a Rusia para terminar con la guerra en Ucrania. De los países europeos, que inviertan más en defensa. De México, que actúe seriamente contra el tráfico de drogas y personas.
2 La primera víctima
México se perfila como el primer objetivo en la agenda de Trump. El país enfrenta la amenaza de aranceles de 25% a sus productos. Más que demandas comerciales, Trump exige de México el freno del flujo de migrantes y control sobre las bandas del narcotráfico y crimen organizado.
De imponerse las tarifas, Moody’s Analytics anticipa una caída de 1% del PIB mexicano. En juego están 80% de las exportaciones mexicanas, y una posible disminución de las remesas (de haber millones de deportados). BBVA Research calcula que las remesas desde EEUU llegaron a un récord en 2024 y equivalen al 4,5% del PIB.
En lo inmediato, el Gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta la presión fiscal de financiar la construcción de albergues y dirigir personal para atender a los deportados que lleguen tras la suspensión de los procesos de asilo. A ellos se sumarían el más de millón de personas que han llegado a México sólo en el último año en su tránsito hacia el norte.
“La migración masiva es el tema más importante de nuestro tiempo… ya no se tomarán medidas que la faciliten o alienten”, advirtió el secretario de Estado, Marco Rubio, en el primer comunicado a su staff.
Que la primera gira de Rubio fuera de EEUU sea a Latinoamérica es otra muestra de la prioridad del control migratorio y el narcotráfico en la agenda de la Casa Blanca.
3 Todo vale
Sólo una de las medidas migratorias fue aprobada a través del Congreso, la ley Laken Reily, que permite acelerar la detención de migrantes indocumentados con expediente criminal. El resto de las medidas fueron resultado de órdenes ejecutivas.
Trump recordó al establishment político y empresarial que él juega con otras reglas. Sin mediar discusión legislativa, Trump retiró a EEUU del Acuerdo Climático de París y de la Organización Mundial de la Salud, creó la oficina que dirigirá su amigo Elon Musk, e incluso buscó cambiar la constitución.
Una de las órdenes ponía fin al derecho a la ciudadanía a quienes nacieran en territorio estadounidense, consagrado en el artículo 14 de la constitución. En un fallo suspendiendo la medida temporalmente, el juez federal John Coughenour declaró el jueves que era “incomprensible” cómo el equipo de Trump defendería eliminar este derecho respaldado además con jurisprudencia histórica.
A muchos comentaristas e incluso actores de la misma industria también les pareció incomprensible cómo Trump fue capaz de lanzar su propia criptomoneda (Official Trump $TRUMP) dos días antes de asumir la presidencia.
4 Un nuevo amigo y aliado
Una de las mayores sorpresas de la semana fue el rol casi secundario, si no menor, que China tuvo en las intervenciones de Trump. El estadounidense incluso declaró ante Davos que “le cae bien Xi Jinping” y que espera que le “vaya muy bien” con China.
Por el contrario, en el mismo escenario, Trump destacó el rol clave que tiene Arabia Saudita en su estrategia. Primero, como fuente de inversiones. Segundo, como aliado geopolítico. Tercero, como factor en la lucha contra la inflación.
No es secreta la buena relación personal y comercial entre Trump y sus hijos con el príncipe regente saudita Mohammed bin Salman (MBS). Durante el primer Gobierno de Trump, su relación con MBS se caracterizó por la firma para la venta de armas estadounidenses y su alineamiento contra Irán.
El 22 de enero, MBS anunció que aumentarán sus inversiones en EEUU en al menos US$600.000 millones durante el Gobierno de Trump. “Le voy a decir que sea US$ 1 billón, lo va a hacer”, declaró Trump dos días después.
Trump quiere a Arabia Saudita como un socio geopolítico para garantizar la estabilidad en Medio Oriente tras la reconstrucción de Gaza, pero además lo considera clave para terminar con la guerra en Ucrania. "Voy a pedir a Arabia Saudita y a la OPEP que bajen el costo del petróleo.... Si bajara el precio, la guerra entre Rusia y Ucrania terminaría inmediatamente”, sentenció ante el auditorio en Davos.
Una baja del petróleo ayudaría además una desaceleración de la inflación, que es una de sus principales promesas.
5 Negocios son negocios
Pero quienes se creen aliados o cercanos a Trump deberían notar una lección que aprendió Elon Musk esta semana: No basta ser amigo de Trump, ni haber financiado su campaña; si tu rival le ofrece una buena oportunidad de negocio, no dudará en abrazarlo.
Sam Altman, CEO de OpenAI y rival de Musk, fue celebrado por Trump tras comprometer inversiones por hasta US$ 500 mil millones en EEUU en una joint-venture junto a Softbank y Oracle. Trump llamó a Altman “el líder -por lejos- de la IA generativa”. Un título reclamado por Musk y su firma xAI.
Musk y Altman son parte del grupo fundador de OpenAI, que surgió como una fundación sin fines de lucro. El quiebre se produjo en 2018 y desde entonces se ha intensificado de la mano del crecimiento de OpenAI. La rencilla incluye una demanda de Musk contra Altman, a quien acusa de haber engañado a los fundadores de OpenAI con la idea de ONG para convencerlos en invertir.
6 Rápido alineamiento
Mientras, los elogios de Altman a Trump y sonrisas mutuas son una muestra del rápido alineamiento de las élites a la política y agenda del presidente estadounidense. Altman, quien en 2016 aseguró que un triunfo de Trump “sería un desastre para la economía estadounidense” y en 2017 llamó a la comunidad tecnológica a “tomar una postura” y actuar contra las políticas migratorias del primer Gobierno del republicano.
No ha sido el único, Tim Cook, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg, antiguos críticos del mandatario, tuvieron un palco especial en su posesión.
Esta semana, el presidente de la OTAN, Mark Rutter, sorprendió al darle la razón a Trump en su demanda por más gasto en defensa de parte de la UE. Mientras, el presidente finladés, Alexander Stubb, dijo que “los países deberían escuchar lo que Trump tiene que decir”. En Davos, las empresas están evitando términos como ESG y DEI (diversidad, equidad e inclusión), prohibidas en el diccionario trumpiano.
Trump mantiene su sello: una mezcla de pragmatismo, mirada empresarial y audaces gestos políticos. En medio de estas estrategias, los otrora críticos se convierten en aliados; las reglas del juego parecen reescribirse a diario y la incertidumbre es una nueva constante para los mercados.