Por Nirupama Rao
NUEVA DELHI El papel fundamental de los países en desarrollo y en ascenso incluidos el Brasil, la India y China en el sostenimiento del crecimiento económico mundial resultó patente durante la reciente crisis mundial y ha quedado bien documentado. Es probable que esa tendencia continúe en 2011 y más adelante.
De hecho, el FMI espera que las economías en desarrollo y en ascenso crezcan un 6% en 2010 y un 6,3% en 2011. Las economías con mercados en ascenso no sólo han amortiguado las repercusiones mundiales de la reciente crisis, sino que, además, han ayudado a los países industrializados a invertir la tendencia recesiva del período 2008-2009, pero la recuperación sigue siendo frágil en el mundo desarrollado, pues su desempleo sigue en niveles de crisis.
Pero, si bien las economías en ascenso están impulsando la demanda mundial, aún sigue siendo necesaria una combinación idónea de iniciativas y políticas gubernamentales para velar por que sigan dando impulso a una recuperación económica mundial más rápida a corto plazo y sean los motores del crecimiento sostenible a medio y largo plazo.
También es muy necesario apoyar las corrientes de capitales a largo plazo destinadas a las economías en ascenso para estimular aún más la inversión, en particular en sus sectores de infraestructura, con lo que se inyectará una demanda suplementaria y muy necesaria a la economía mundial.
A ese respecto, otra novedad importante es el número cada vez mayor de consumidores de clase media en los países con mercados en ascenso, su poder adquisitivo cada vez mayor y, por tanto, su potencial repercusión en la demanda mundial. Según cálculos aproximados, los consumidores de clase media en una docena de economías en ascenso representan un poder adquisitivo anual de 6,9 billones de dólares, aproximadamente.
De hecho, las proyecciones de McKinsey y Cía. indican que el poder adquisitivo de esa clase media en aumento en los mercados en ascenso puede ascender a 20 billones de dólares a lo largo del próximo decenio: el doble del nivel actual de consumo en los Estados Unidos. Las cuatro mayores economías en ascenso el Brasil, Rusia, la India y China (los BRIC) son grandes productoras y consumidoras de bienes y servicios y también desempeñarán un papel importante en la configuración del ritmo, la dirección y la sostenibilidad del crecimiento económico mundial.
Fijémonos en el caso concreto de la India. En los cinco años anteriores a la crisis del período 2008-2009, la economía india creció a una tasa media de casi el 9% anual. Durante la crisis, el crecimiento anual se aminoró, pero sólo hasta el 6,7%, lo que reflejó la inherente resistencia de su economía. Posteriormente, la tasa de crecimiento se recuperó hasta el 7,4% en el período 2009-2010 y esperamos que en el de 2011-2012 sea del 9%.
La fortaleza de la economía india está sustentada por una elevada tasa de ahorro y una inversión sólida. La pronta actuación del gobierno para contrarrestar la crisis estímulo fiscal, planes de crecimiento y relajación monetaria resultó eficaz. También ha contribuido a ello un sistema bancario y financiero sólido, con poca exposición a los mercados mundiales, junto con la importancia del consumo interno para sostener la demanda, pero lo que distingue a la India de otras economías en ascenso, en particular China y los países del sudeste de Asia, es que el motor primordial del crecimiento es la demanda interna y no las exportaciones.
La vuelta a las tasas elevadas de crecimiento a escala mundial requerirá una reactivación más amplia de la demanda. Huelga decir que sólo se producirá gradualmente, en particular en los países desarrollados. Así, pues, las elevadas tasas de crecimiento de la India tendrán que seguir dependiendo de una fuerte demanda interna. Para afrontar ese imperativo, estamos centrándonos en inversiones en los sectores de las infraestructura, como, por ejemplo, la electricidad, las telecomunicaciones, las carreteras, los puertos y los aeropuertos.
Si bien el sector público seguirá desempeñando un papel importante, en vista de la magnitud de la inversión necesaria, haría falta una considerable inversión privada incluida inversión extranjera para abordar el enorme déficit de infraestructuras de la India y el desfase financiero que lo acompaña. Se ha adoptado una estrategia de asociación entre el sector público y el privado para abordar el imperativo de las infraestructuras. Al mismo tiempo, necesitamos invertir en nuestro capital humano, apoyando el desarrollo y mejorando las aptitudes y la capacidad para la innovación de la fuerza de trabajo.
En su cumbre celebrada en noviembre en Seúl, el G-20 situó firmemente el desarrollo en el centro de su programa. El Primer Ministro indio, Manmohan Singh, al subrayar la importancia de la inversión en infraestructuras, formuló la siguiente propuesta, que varios dirigentes hicieron suya: Reciclando el ahorro excedente en la inversión en países en desarrollo no sólo abordaremos el desequilibrio inmediato de la demanda, sino que, además, contribuiremos a abordar los desequilibrios en materia de desarrollo. Dicho de otro modo, debemos allanar los desequilibrios de un tipo para reducir los de otro tipo.
Cuando avanzamos hacia el segundo decenio del siglo, se deben aplicar en serio las ideas innovadoras, como la utilización del ahorro o los superávits mundiales para financiar infraestructuras en los países en desarrollo y en ascenso.
Con ello no solamente se sostendrá el impulso del crecimiento de dichas economías, sino que, además, se contribuirá a la recuperación mundial creando una demanda suplementaria y muy necesaria en los países desarrollados.
Si bien el papel mundial de las economías en ascenso aumentará inevitablemente en los próximos años, ese cambio deberá estar basado en una asociación cooperativa con el mundo desarrollado.
En cuanto a la India, nuestros sólidos valores democráticos, capacidad para gestionar la diversidad y fuertes fundamentos económicos respaldan la actual situación mundial de nuestro país.