La apertura del cepo cambiario, en Argentina, trajo consecuencias nefastas para los “arbolitos” (personas que compran y venden monedas extranjeras, sobre todo dólares, en el mercado negro) de Florida: más de la mitad se quedó sin trabajo. De 250 que había durante el año pasado, hoy sólo quedan 110, según la Asociación Amigos de la Calle Florida.
Muchos de los cambistas extranjeros (varios sin documentación) se fueron de vacaciones a sus países de origen: colombianos, peruanos, paraguayos, bolivianos y venezolanos, y quizás ya no vuelvan.
Los venezolanos que estaban en Lavalle son los más golpeados, porque trabajaban con la avalancha de burócratas chavistas que venían a cambiar billete. Todas las semanas llegaban contingentes de venezolanos con divisas de privilegio, y se pasaban quince días en Argentina para cursos de preparación o cosas así. Ahora todo eso se cortó.
El fin de las restricciones para las compras de dólares redujo la especulación y estrechó el diferencial entre el tipo de cambio oficial y el denominado “dólar blue”. Y eso significa menos negocios.
Muchos turistas que antes cambiaban en el blue, hoy pagan con tarjeta, al estar más seguros y no tener que andar con dinero encima en la calle. De todas formas, el mercado negro todavía tiene su spread: al comprar a 13,50 pesos y vender a 14,30 pesos, ganan 800 pesos (US$ 60) por cada US$ 1.000, utilidad que por lo general comparten en partes iguales entre el “arbolito” y el dueño del local dentro de la galería, que es el financista. En cambio, los “tarjeteros” que promocionan “ropa de cuero” suelen tener un sueldo fijo y comisión por la gente que llevan dentro del local.
Despidos en las “cuevas”
En la City porteña advierten que la reducción de “arbolitos” obedece también a que la mitad de las mesas están cerradas o trabajando a media máquina y recién en febrero, cuando vuelvan a estar activas, será la prueba de fuego. Calculan que hubo 30% de despidos en las “cuevas” (casas de cambio ilegales).
En la nueva era post cepo, las mesas grandes deben trabajar más y con menos personal, porque la ganancia es menor. “Antes el arbolito captaba asalariados y ahorristas, no sólo turistas, ahora su universo operativo se redujo y la ganancia colapsó”, revelan en el sector.