La realidad ha acabado imponiéndose o, al menos, la realidad de la que alertaban unos cuantos expertos del mercado. A estas alturas ha quedado bastante claro que la respuesta al deseo del Banco Central Europeo (BCE) de elevar su balance en 1 billón (millón de millones) de euros (US$ 1,18 billón) no está en las cédulas hipotecarias ni en las titulizaciones.
Han pasado dos meses y medio desde que comenzó el programa de compra del primero de estos instrumentos y un mes y medio desde que el supervisor desembarcó en el segundo y el balance del BCE sigue anémico por esa vía. Tampoco las subastas de liquidez a largo plazo condicionadas al préstamo (las TLTRO) tienen ninguna pinta de ser la ansiada solución...
Ya sea por imposibilidad física o porque el supervisor ha empezado a pensar en otros planes, el programa de compra de cédulas apenas supera los 29.630 millones de euros y el de titulizaciones se queda en 1.744 millones. La suma total asciende a 31.375 millones de euros y eso que varios expertos y fuentes financieras aseguran que revitalizar el mercado de titulizaciones es clave para que la banca vuelva a prestar. Su argumento es que las entidades financieras no tienen un problema de liquidez sino de capital y que ayudaría a solucionarlo que los préstamos pudieran salir del balance sin retenciones excesivas, algo que depende de la regulación global y no del BCE.
Para demostrar su postura, estos expertos echan mano del resultado de las TLTRO: la banca tenía miles de millones de euros de liquidez barata a su disposición y pidió sólo 212.000 millones. Y, sin embargo, el préstamo sigue sin fluir, lo que demuestra, según estas fuentes, que la barra libre no es la respuesta.
Quizá por eso el presidente del BCE, Mario Draghi, tiene ya la cabeza en otro sitio: un nuevo programa de compra de activos a gran escala que ayude a combatir la caída de precios en la zona euro y la debilidad económica del Viejo Continente.
A su disposición tiene un universo de 9,77 billones de euros, según los cálculos de The Royal Bank of Scotland (RBS). Y en manos de Draghi está decidir hacia dónde apunta. En estos momentos, el balance del BCE asciende a 2,15 billones de euros. La idea es llevarlo al entorno de los 3 billones, así que la teoría dice que esa intención será más fácil cuanto más amplio sea el objetivo de compra.
Pero todo tiene sus pros y sus contras. "Cuando se estudian los detalles de un potencial programa de compra de activos, el riesgo de tener que contemporizar es elevado", señala RBS en su último informe. "La idea es que para llegar a un acuerdo más amplio dentro del consejo de gobierno y para empujar a los disidentes hacia el consenso, Draghi va a tener que hacer concesiones", añade. Y eso significa elegir entre los distintos tipos de bonos.
Bonos soberanos
Dentro del catálogo de activos disponibles, los bonos soberanos de los países del euro son los reyes. Hay 7 billones de euros en el mercado (el 71% del volumen total), lo que para muchos hace indispensable centrarse en estos instrumentos. Hay quien no lo tiene tan claro (Alemania) y quien cree que puede haber una distinción entre la deuda soberana más segura, aquella que renta casi cero o que ofrece incluso intereses negativos, y la menos acorazada, con rentabilidades positivas y que en su mayoría está firmada por países de la periferia europea. En el primer grupo hay activos por 2 billones, mientras que el segundo suma casi 5 billones de euros.
Hay quien pugna por descartar los bonos que no rentan nada y hay otros que piden precisamente lo contrario e incluso defienden su postura diciendo que beneficiará a los bonos soberanos de la periferia. ¿Cómo? Al comprar la deuda soberana más segura, los tipos caerán más y no serán atractivos, lo que hará que los inversionistas se muevan a los extremos de Europa en busca de rentabilidad extra.
En todo caso, varios expertos advierten que la emisión neta de renta fija en Europa no pasa por su mejor momento y que la meta del BCE es ambiciosa, así que cualquier merma en el universo de activos a comprar podría ralentizar o dificultar la consecución del objetivo.
De ahí que las quinielas apunten también al mercado de bonos corporativos, tanto financieros como no financieros. Es el segundo por volumen, con un saldo vivo de 1,88 billones de euros en emisiones con grado de inversión (de BBB hacia arriba), según RBS. Y en este punto también hay controversia entre quienes creen que el BCE debe comprar estos bonos porque, además, eso ayudaría a poner coto al problema de liquidez y los que piden que se quede al margen para no ahuyentar a los inversionistas reales.
El último mercado de activos potencialmente adquiribles lo conforman los bonos de agencias supranacionales y bancos de desarrollo, como el ICO español o el BEI europeo. Incluirlo o no supone mover en 889.600 millones de euros el universo de compras posibles para el BCE.
Y hay una última elección que tiene que hacer el supervisor y que será relevante: decidir quién asume el riesgo. Es posible que, para contentar a Alemania, el programa contemple que los riesgos (los activos comprados) no se queden en el BCE, sino que los asuman los bancos centrales nacionales.
El miércoles, el equipo técnico del BCE presentó al consejo de gobierno del banco diversos modelos para la compra de deuda soberana, uno de ellos contempla la compra de 500.000 millones de euros de bonos de países con grado de inversión. La decisión final se conocerá tras la reunión del 22 de enero.