Las desventuras de Warren Buffett en el mundo de las fusiones y adquisiciones
El holding que preside, Berkshire Hathaway, dispone de una enorme liquidez gracias a las primas de su negocio de seguros y los dividendos de sus participaciones en cotizadas.
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A sus 90 años (la próxima semana cumplirá 91), Warren Buffett sigue siendo una referencia para los inversionistas en Bolsa. El llamado Oráculo de Omaha tiene una larga trayectoria de detectar acciones infravaloradas por el mercado, que compra y mantiene a largo plazo para generar altas rentabilidades. De su gusto son, especialmente, compañías con marcas poderosas, como Coca-Cola o Apple.
Una estrategia similar, aplicada por Buffett a través de fusiones y adquisiciones, ha tenido unos resultados más irregulares. El holding que preside, Berkshire Hathaway, dispone de una enorme liquidez gracias a las primas de su negocio de seguros y los dividendos de sus participaciones en cotizadas, lo que a veces le exige acometer grandes operaciones para poner el dinero a funcionar.
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Entre las mayores compras realizadas por este conglomerado figuran las del fabricante de pilas Duracell, la empresa de ferrocarril Burlington Northern Santa Fe y la compañía energética Dominion. Pero su habilidad en este terreno queda lastrada por algunos fracasos. Ejemplo de ello es Precision Castparts, proveedor aeronáutico que Berkshire adquirió por US$ 32.000 millones en 2016. El año pasado tuvo que provisionar US$ 9.800 millones al fallar las previsiones de ventas.
Y la gran mancha del inversor estadounidense en el ámbito del M&A es Kraft Heinz. En 2013, Berkshire se alió con el fondo brasileño 3G Capital (con el que había coincidido durante la opa de InBev sobre Anheuser Busch) para comprar el fabricante de ketchup Heinz, en una transacción de US$ 23.000 millones. La idea era clara: unir la pasión de Buffett por las buenas marcas con la capacidad de la firma liderada por Paulo Lemann para recortar costes.
Tras una primera cirugía de recortes en Heinz, sus socios decidieron redoblar la apuesta. En 2015, lanzaron la fusión de Heinz con Kraft, el grupo de los tranchetes, el queso Philadelphia y las salchichas Oscar Mayer, entre otros productos. Para ejecutar la transacción, Berkshire y 3G aportaron US$ 10.000 millones, reteniendo así el 51% de la compañía combinada. Con una facturación de US$ 28.000 millones, la idea era alcanzar unos ahorros anuales de US$ 1.500 millones.
Pero la ambición de 3G, que en el mundo de la cerveza ha creado ellíder mundial (AB InBev) gracias a cuatro grandes fusiones, no se quedó ahí. A principios del año 2017, Kraft Heinz sorprendió al iniciar el proceso de lanzamiento de una oferta pública de adquisición (opa) de US$ 143.000 millones sobre Unilever, la multinacional angloholandesa con marcas como Magnum, Knorr y Domestos.
Unilever, grupo embarcado en una transformación hacia un negocio más sostenible, rechazó de plano la propuesta, en medio de una gran tormenta política en Reino Unido.
Buffett admitió la derrota al indicar que no quería hacer nada hostil y se retiró, pero los problemas de Kraft Heinz iban más allá de la polémica opa. El foco en la reducción de costes había penalizado la inversión en las marcas, y al mismo tiempo los consumidores empezaban a buscar productos cada vez más saludables y orgánicos, segmento en el que los productos envasados industriales de la compañía no parecían encajar.
En febrero de 2019, Kraft Heinz anunció una provisión de US$ 15.400 millones para admitir la pérdida de valor de sus marcas. Buffett reconoció que había pagado demasiado en esta operación y 3G situó como consejero delegado a Miguel Patricio, procedente de AB InBev. Su reto es modernizar y dar una nueva vida a las marcas de la empresa.