La política china de un solo hijo cumplió hace tiempo ya su objetivo de controlar el crecimiento de la población para conseguir un progreso económico más rápido. Sin embargo, persistirá su legado de determinación del sexo de los niños, abortos, envejecimiento de la sociedad y millones de hombres destinados a permanecer solteros, la que se mantendrá por años.
Cientos de millones han salido de la pobreza, los ingresos y la calidad de vida continúan subiendo, así es que las políticas económicas del Partido Comunista han funcionado. Pero si es que existe una política que deba ser revisada ahora es la política poblacional, antes de que muy pocas personas en edad de trabajar tengan que mantener a muchos ciudadanos mayores y que el desequilibrio de género cree inestabilidad social.
Guangdong pidió permiso a Beijing para probar en la provincia un relajamiento de la política de un hijo por familia, para que las parejas puedan tener un segundo bebé si uno de los esposos es hijo único. Eso va más allá que las iniciativas de algunas provincias de permitir que las parejas urbanas tengan un segundo hijo si ninguno de los esposos tienen hermanos, y liberalizará aún más la regla de que las parejas rurales puedan tener un segundo hijo si su primer hijo es una niña. Pese a que Guangdong es la provincia más poblada, con más de 100 millones de habitantes, es poco probable que el plan haga una diferencia, si Beijing no implementa un cambio mayor a corto plazo.
Las últimas cifras del censo, que se realiza cada diez años, muestran que las personas de 60 años y más aumentaron casi 3% a 13,3% de la población, mientras que los de catorce años o menos cayeron 6,3% a 16,6%. Si esas tendencias se proyectan, representan un riesgo para los avances económicos. Muchos economistas advierten que el fenomenal crecimiento de China podría ser ralentizado por una sociedad que envejece, una decreciente oferta laboral y presión sobre la seguridad social.