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Opinión FT: Las potencias de Medio Oriente deben revisar sus lealtades a la luz del conflicto de Ucrania

A medida que aumentan las hostilidades, será más difícil para países como Turquía mantenerse al margen.

Por: Financial Times - Traducido por María Gabriela Arteaga | Publicado: Miércoles 2 de marzo de 2022 a las 11:02 hrs.
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Foto: Reuters
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Por David Garner

La guerra de Vladimir Putin contra Ucrania no solo ha provocado un raro grado de unidad en Occidente y la OTAN, sino que también ha galvanizado a la UE. Además está enviando ondas a todo el Medio Oriente, el escenario de la última guerra de Putin.

En medio de mucha ambigüedad regional y de mantenerse al margen, es la posición de Turquía, miembro de la OTAN durante 70 años y candidata frustrada a la UE, la que parece más expuesta.

En los últimos años, el presidente Recep Tayyip Erdogan se ha enfrentado a sus antiguos aliados en Occidente, violando las sanciones contra Irán, acosando a sus oponentes en casa y lanzando operaciones militares regionales en Siria e Iraq, Libia y el Cáucaso. La compra del sistema de defensa antimisiles S-400 de Rusia fue un movimiento particularmente provocador que hizo temer que Turquía se convirtiera en un pájaro cucú en el nido de la OTAN.

Erdogan cree que Estados Unidos y algunos países de la UE apoyaron el golpe fallido para derrocarlo a mediados de 2016, y funcionarios en Ankara dicen que EEUU y Alemania retiraron sus baterías de misiles Patriot del país. Pero Turquía fue expulsada del consorcio europeo que construye el F-35, el avión de combate furtivo de nueva generación, por esta compra del S-400. Incluso hay dudas sobre si EEUU está dispuesto a mejorar la flota actual de cazas F-16 de Turquía.

Sin embargo, después de abrir un agujero en la solidaridad de la OTAN, es posible que la crisis de Ucrania esté empujando a Turquía de vuelta a los brazos occidentales.

Erdogan y Putin se admiran narcisistamente como hombres fuertes que luchan contra lo que ven como las restricciones arrogantes de un régimen de reglas dominado por Occidente. Pero la suya es una inestable alianza de conveniencia. Solo con la luz verde de Rusia, cuya fuerza aérea cambió el rumbo de la guerra civil de Siria, los turcos pudieron asegurar cuatro enclaves en el norte de Siria. Esto impidió que las fuerzas kurdas sirias respaldadas por Washington unieran sus territorios en una entidad autónoma, lo que Ankara deseaba evitar debido a sus preocupaciones sobre una insurgencia kurda reavivada dentro del país.

Ahora, Turquía se ha comprometido a aplicar la Convención de Montreux de 1936, que rige el paso de buques de guerra por el Bósforo y los Dardanelos en tiempo de guerra. Esto debería detener más tráfico ruso hacia el Mar Negro, desde donde ha atacado a Ucrania, excepto aquellos barcos que regresan a la base.

En la línea de fuego

Esto podría ser un gran paso. Pero Erdogan todavía está tratando de mantener las líneas abiertas tanto con Rusia como con Ucrania. Es cierto que ha suministrado a Kiev algunos de los drones de combate turcos que cambiaron el rumbo de la guerra en Libia y contra Armenia en Nagorno-Karabaj. Un video publicado por la embajada de Ucrania en Ankara muestra a uno disparando un grupo de tanques rusos.

Sin embargo, Ankara hasta ahora no se ha unido a la campaña de sanciones contra Moscú; y Turquía se abstuvo en la votación del Consejo de Europa para suspender a Rusia. Erdogan está atascado en la cerca: el neosultán, como su vecino neozarista Putin al otro lado del Mar Negro, también alberga grandiosas ideas restauracionistas neo-otomanas de expansión territorial y marítima. Si Putin tiene éxito en Ucrania, además, Erdogan puede concluir que la OTAN es un tigre de papel sin valor.

Irán también ha respondido con cautela al ataque contra Ucrania. Teherán está cada vez más cerca de revivir el acuerdo nuclear de 2015 que firmó con Estados Unidos y cinco potencias mundiales. Es el único país antes de Rusia que ha sido golpeado con la expulsión de Swift, el sistema de mensajería que conecta la gran mayoría de las transacciones financieras globales, y con su banco central embargado. Pero los efectos de este movimiento occidental hecho con pinzas en una superpotencia real pueden frenar su entusiasmo por su alianza de conveniencia con Rusia, incluso podría inhibir sus incesantes golpes de pecho sobre grandes y pequeños satanes.

Tanto Turquía como Irán, históricamente, han perdido guerras con Rusia y han sufrido por sus ocupaciones. Ahora, sin embargo, Turquía puede enfrentar represalias rusas en sus enclaves en Siria. Irán y sus aliados como Hezbolá, cuyas fuerzas terrestres salvaron al régimen de Bashar al-Assad de una rebelión popular, pueden tener más libertad en Siria mientras la atención de Putin está en otra parte.

Algunos de los aliados regionales tradicionales de Occidente en el Golfo y Medio Oriente sienten que Estados Unidos ya no es el garante de su seguridad y han ampliado su alcance. Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita están desconcertados por esta guerra, como se demostró cuando los Emiratos Árabes Unidos se abstuvieron en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas junto con China e India. Los saudíes y los emiratíes, además, operan los acuerdos de producción de petróleo de la OPEP+ de acuerdo con Rusia. Israel, por su parte, valora su relación con Rusia y sabe que necesita la aquiescencia de la fuerza aérea y las defensas antimisiles de Rusia para llevar a cabo su guerra en la sombra de misiones de bombardeo contra las fuerzas iraníes dentro de Siria.

En los próximos días, sin embargo, la ambigüedad o la ambivalencia serán más complicadas. Putin podría enfurecerse cada vez más por la resiliencia de los ucranianos para contener una fuerza de invasión rusa masiva. Si opta por arrasar Kiev con el tipo de bombardeo que usó en Grozny en la segunda guerra de Chechenia, o en Alepo en la guerra civil siria, entonces quedarse sentado se volverá realmente incómodo.

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