Mientras el Partido Comunista de china (PCC) realizaba grandes fiestas la semana pasada para celebrar sus noventa años, a primera vista el contraste en la cobertura entre el continente y la prensa extranjera no podría haber sido mayor.
La prensa continental lanzó una propaganda sin precedentes para celebrar los logros y beneficios que el partido ha traído al pueblo de china, mientras que la prensa extranjera se concentró en sus enormes desafíos, preguntándose por su futuro, en particular la falta de una estrategia clara para su supervivencia de largo plazo.
Con una mirada más cercana, sin embargo, no es difícil inferir que tanto la dirigencia del partido como la prensa foránea comparten al menos una observación fundamental: el partido no puede mantener el rumbo actual y la reforma es imperativa.
Lo dijo el mismo presidente Hu Jintao en un largo discurso por televisión el viernes. Al exponer los desafíos para el partido, los resumió en “cuatro pruebas y cuatro peligros” que podrían amenazar la supervivencia del partido.
“Enfrentamos pruebas de largo plazo, complicadas y severas en el gobierno del país, en la implementación de reformas y apertura, en el desarrollo de la economía de mercado, así como pruebas en el ambiente externo”, dijo. “Todo el partido enfrenta los peligros crecientes de una falta de conducción, de incompetencia, de separación entre las personas, de una falta de iniciativa y de corrupción”.
En otras palabras, el partido, junto con la economía y sociedad del continente, se encuentra en una encrucijada crítica, una frase que Hu y otros altos líderes han repetido en los últimos años.
Así que este es el desafío último para la dirigencia del partido: sabe claramente lo que no desea (una democracia de estilo occidental con un sistema político multipartidista) pero no tiene un mapa rutero y estrategia claros respecto de cómo puede seguir el partido y mantener la dictadura unipartidista superando “cuatro pruebas” y “cuatro peligros”.
De hecho, el mapa rutero no es difícil de encontrar y yace en los esfuerzos del partido por presionar por una democracia intrapartidista, algo que los dirigentes han reconocido como “la savia del partido” pero en lo que no han hecho grandes avances en años recientes.
Ahora es el momento para que los líderes del partido renueven el impulso. Tienen un antiguo argumento que ha ganado seguidores en casa y el exterior - que el continente, dada su diversidad y desarrollo desigual, no está listo para la democracia al estilo occidental, ya que esto traería caos y turbulencia.
Pero la dirigencia del partido está cada vez más presionado en sus argumentos contra los llamados a un desarrollo democrático dentro del partido, ya que sus 80 millones de miembros son los mejor educados e iluminados, representando la crema de la sociedad - una afirmación planteada por el mismo partido.
Estas son algunas medidas que la dirigencia puede adoptar para fortalecer la legitimidad y capacidad de gobernar del partido sin arriesgarse a perder el control.
Primero, como planteó el periodista Hu Shuli la semana pasada, deberían introducirse verdaderas elecciones, el punto de partida de la democracia intrapartidista, en todos los niveles de elecciones de dirigentes del partido. Segundo, verdaderas elecciones implican varios candidatos para cada puesto. Esto significa que las varias facciones dentro del partido pueden proponer a sus candidatos y permitir que los mejores gobiernen el partido y el país. Suena improbable, pero se puede.
Debido a la tumultuosa historia partidaria de sucesión, la mayoría de los líderes continentales tiene preocupaciones genuinas respecto de los cambios. Pero eso se debe a que el partido carece de un procedimiento democrático y transparente para elegir líderes. Puede aprender del Partido Liberal Democrático de Japón, que gobernó el país por casi 54 años. También de sus errores, con un mecanismo que evite un cambio de líderes demasiado frecuente.
Tercero, el partido debe dar pasos para asegurar que su membresía no se expanda indefinidamente. La dirigencia ha hecho de sus 80 millones de miembros una escarapela de honor, como señal de su fortaleza y popularidad. Pero una mayor expansión de la membresía, que ya es mayor que la población de Alemania, lo haría difícil de manejar y debilitaría el control del partido.