Por William Pesek
China y Estados Unidos finalmente encontraron algo en qué coincidir: Europa está condenada y harían falta las dos mayores economías del mundo para rescatarla.
Las autoridades en Beijing y Washington en realidad todavía no están hablando de “Depresión”. Pero no hace falta, no con Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco de China, hablando de que las naciones emergentes rescatarán a la eurozona y al secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, advirtiendo sobre “default en cascada, corrida bancaria y riesgo catastrófico” en Europa.
El precio por evitar que la turbulencia griega termine matando al euro está subiendo rápidamente. Los estadounidenses que visitan china escuchan frecuentemente una terrible pregunta: ¿El presidente Obama estaría dispuesto a participar en un gigantesco rescate europeo? Es difícil decidir qué es más inquietante: lo obvio de la respuesta -sobre los cadáveres de los republicanos-, o el hecho de que se haga la pregunta y quién la hace.
Aquí hay una cosa que sabemos: mantener a Europa unida, si acaso es posible, será extremadamente caro. Eso está totalmente fuera del alcance del Fondo Monetario Internacional. Sus US$ 384 mil millones en préstamos serán apenas suficiente para salvar a Grecia, ni pensar en España o Italia. El FMI necesita un rescate.
Asia, inundada con billones de dólares en efectivo, suena como el potencial salvador del capitalismo mundial. Ser considerado un moderno J.P. Morgan, el financista de Nueva York que restauró el orden durante el pánico de 1907, es lo que Asia obtuvo por sus ahorros para días lluviosos. Pero nunca imaginó que sus reservas serían usadas para un rescate en otro continente.
Asia debiera ser cautelosa. Hay al menos dos formas en que la potencial generosidad de Asia puede terminar mal. Una, las naciones en desarrollo salvando el irresponsable estilo de vida de los ricos occidentales eleva la idea de riesgo moral a un nivel totalmente nuevo. Dos, Asia necesita su dinero más de lo que cree.
Europa debería haber forzado a Grecia a reestructurar su deuda hace años. Ahora que los contribuyentes alemanes están molestos por tener que aportar más para rescatar al escalón más débil de la moneda única, Europa está mirando a Oriente. Zhou ha dicho que aún es “muy temprano” para determinar cómo las economías emergentes pueden ayudar a la eurozona. Pero él sabe que esto es sólo un asunto de tiempo. En conjunto, Brasil, Rusia, India y China tienen US$ 4,3 billones (millones de millones) en reservas, y Europa, un importante socio comercial, necesita dinero.
Eso podría calmar a los mercados, pero no reducirá la necesidad de reformas. ¿Para qué embarcarse en el complicado proceso de crear una unión fiscal de 17 miembros y generar un bono europeo si el dinero de Asia puede comprar tiempo? Darle a Europa la posibilidad de demorar nuevamente sus mejoras económicas no le hará bien a nadie.
Lo que es más, Asia necesita sus ahorros para financiar prioridades como la creación de empleos, educación e infraestructura. Y está la pobreza. Las reservas de más de
US$ 3 billones de China crean la ilusión de que la nación más popular tiene mucho dinero. Sí, es una gran suma, pero se pasa por alto cómo afectaría a la economía de China una repetición de los eventos de 2008.
Mantener el crecimiento sobre 10% requerirá incluso más estímulos que la última vez, cuando cientos de miles de millones de dólares fueron a gasto público. Esas deudas podrían resultar mal si el crecimiento del mundo vuelve a contraerse. China probó que puede sobrevivir a tres años de caída en la demanda de los consumidores estadounidenses y europeos. Pero llegar a cinco años o más puede ser otra historia.
Existe la idea de que los bonos de los mercados emergentes son refugios confiables. Eso está bien por ahora, pero mientras más esté el mundo sin la expansión de las grandes economías, esa premisa se vuelve más riesgosa. Sin crecimiento en el núcleo, la periferia sufrirá.
Mientras Europa se estrella, China y Asia podría recibir llamados de auxilio tal como Morgan hace un siglo. Pero no es tan simple. Tampoco beneficia al sistema financiero mundial a largo plazo. Hay algo obsceno en ver a los países pobres y ahorradores rescatando a los ricos y derrochadores. Y eso es algo en lo que todos podemos coincidir.