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Los datos capturados por teléfonos celulares pueden ser una mina de oro

Desplegando información actualizada al minuto de todo, desde horarios de trenes hasta carteleras de cine...

Por: | Publicado: Lunes 9 de mayo de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Richard Waters


Desplegando información actualizada al minuto de todo, desde horarios de trenes hasta carteleras de cine, las aplicaciones para teléfonos celulares se han convertido en una característica ubicua en los smartphones. Para la mayoría de los usuarios, simplemente son herramientas útiles y entretenidas.

Sin embargo, además de ofrecer información a los usuarios, estas aplicaciones móviles también son recolectores de datos insaciables. Incluso las aplicaciones más mundanas con frecuencia toman una cantidad sorprendente de los teléfonos sólo para hacer sus tareas.

Esto las ha puesto a la vanguardia de una ciencia en veloz evolución basada en el uso empresarial de datos de consumidores. Si hay una ventaja comercial que obtener, parece, casi nada es demasiado insignificante para ser recogido y analizado.

Un ejemplo es una aplicación lanzada hace poco por Color, un emprendimiento de Silicon Valley. Fotos tomadas por los usuarios se combinan con las tomados por otros cerca o con quienes los usuarios tienen contacto frecuente, en redes sociales ad hoc. El software usa componentes como chips GPS, giroscopios y acelerómetros para determinar dónde están, lo rápido que se están moviendo y el ángulo en que se sostienen. Las condiciones de iluminación y las “huellas digitales” de los ruidos del entorno que se obtienen de los micrófonos brindan datos adicionales. Con todo, Color puede determinar con quién camina el usuario por la calle, dice Bill Nguyen, el emprendedor serial tras la empresa.

Estas innovaciones son el tip del iceberg de datos. Los smartphones, redes sociales y otros aparatos de la vida digital moderna están generando amplios conjuntos de datos que incentivan la economía digital.

Todo esto va acompañado por una tendencia que dio un nuevo término al léxico tecnológico: big data. En lugar de muestrear sólo partes del diluvio de datos digitales, las empresas modernas tienen una nueva opción: estudiarlo todo.

La capacidad de capturar y analizar esta masa de información crea ideas de negocios y altera la relación entre empresas y clientes.

También alimenta preocupaciones por la privacidad. Cuando Steve Jobs, director ejecutivo de Apple, se vio obligado la semana pasada a disculparse por el manejo de datos respecto de la ubicación de dueños de iPhones e iPads, tocó un nervio público vivo y se tradujo en audiencias parlamentarias inmediatas en Washington.

Con la marea de información digital subiendo con rapidez (y vías más sofisticadas para hacer negocios con ellos), muchas empresas están siendo arrastradas al nuevo mundo de sofisticados recolección y análisis de datos.

Algunos lo usan para ajustar sus productos a las preferencias de sus usuarios, otros para dirigir con más precisión la publicidad de sus productos. Otros venden los datos de sus clientes a intermediarios en los mercados de datos que han surgido para reciclar esa información.

Se necesita un nuevo consenso para gobernar el uso de este commodity cada vez más valioso, dice Michele Luzi de la consultora Bain & Company, que realizó un estudio sobre el tema para el Foro Económico Mundial. “Al final, hay que tener un sistema de derechos”, dice, algo que equilibre los intereses válidos, pero con frecuencia contrapuestos de personas, gobiernos y empresas.

Legisladores y reguladores a ambos del Atlántico lo piensa, pero tal acuerdo (sin mencionar la infraestructura y regulaciones para apoyarlo) sigue algo lejos.

Para los líderes de negocios, “la gran habilidad en el futuro será hacer la pregunta correcta”, dice Tim O’Reilly, consultor y comentarista de tecnología.

Además de los smartphones, las nuevas fuentes de datos incluyen las redes sociales, blogs y otras fuentes de contenido generado por el usuario; los sensores que recogen todo, desde patrones de tráfico hasta el ritmo cardiaco de un usuario, y los flujos de clics generados por las personas que pasan cada vez más tiempo online.

A veces se requiere el análisis de enormes conjuntos de datos para detectar patrones útiles, dice Michael Olson. Su emprendimiento de California, Cloudera, comercializa el tipo de tecnología usado por empresas como Facebook y Yahoo para revisar enormes bases de datos. Los minoristas, por ejemplo, pueden aprender mucho más de los diez años de información de clientes que pueden analizar ahora de una vez que de las incursiones más limitadas a las que estuvieron restringidos, dice.

Los datos sociales, en particular, están en el centro de una especie de fiebre del oro. Obtener conocimiento de la nueva conducta online a la que abrieron paso sitios como Facebook y Twitter tiene el potencial de crear fortunas empresariales.

Empresas establecidas se están subiendo al carro. El gigante minorista Walmart compró Kosmix el mes pasado, una firma de Silicon Valley que filtra el diluvio de mensajes en Twitter. Hasta ahora la comprensión de Walmart de sus clientes se limitaba a datos sobre historiales de compra y hábitos de navegación, dice Theresia Gow Ranzetta, miembro del directorio de Kosmix. En el futuro, también podrá tener información acerca de sus preferencias e intereses personales.



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