Por William D Cohan
Los bancos de Wall Street hacen lo posible para que sus empleados entiendan la importancia de no hablar con la prensa. El dictamen de omertà (código del silencio) es reforzado tan poderosamente que incluso después de que los banqueros y los operadores ya no trabajan en Wall Street, muchos se mantienen apegados a esta línea.
Por eso es tan difícil escribir la historia de cómo los banqueros y los operadores de Wall Street lidian con la pérdida de sus trabajos altamente remunerados después de ser despedidos, con frecuencia con poca indemnización o razones, más allá de un comunicado diciendo “reducción de personal”.
Aunque estos empleados no generan mucha simpatía en general, sus salidas de la escena bancaria no son un tema trivial. Según datos de Bloomberg, cerca de 200.000 trabajadores de Wall Street perdieron sus puestos en 2011, y muchos de ellos fueron despedidos, según Gary Goldstein, co fundador y presidente de Whitney Partners, una firma de reclutamiento de servicios financieros.
Cerca de 40.000 fueron banqueros de alto nivel u operadores en el nivel de director gerente o vicepresidente, quienes “no tienen habilidades que son fácilmente transferibles”, dice Goldstein. Generalmente, creen que aún valen las grandes sumas que solían recibir “y no aceptan trabajos que les ofrecen porque creen que valen más”.
Para un ex director gerente de JPMorgan Chase, que perdió su trabajo durante la crisis financiera, el desafío inmediato fue lidiar con la noticia inesperada. Aunque hubo un elemento de alivio. “Fue casi como una aceptación de renuncia de ‘¿Y qué? No voy a extrañar nada. No ha sido tan entretenido. Ha sido desagradable estar rodeado de gente que no está feliz y que está viendo quién debiera ser despedido’”.
Al principio, disfrutó su tiempo libre. Jugaba mucho golf. Pero durante los primeros meses después de “el evento” estaba muy enfurecido por su despido, especialmente después de que la Fed, el Tesoro y el Congreso inundaron los bancos con capital, ayudándolos a sostenerse y reafirmando su status quo.
Ansioso por volver a trabajar, aceptó un trabajo en una empresa regional pequeña, pero rápidamente se arrepintió y renunció. En 2011, se unió a una consultora como socio y a pesar de que estaba feliz de volver a trabajar, nunca más nada resultó tan fácil sin el prestigio de antes. “Yo solía acarrear una bomba nuclear cuando estaba visitando a clientes. Ahora llevo una pistola que está amarrada a mi tobillo”, dijo. Antes, su compensación era en millones de dólares antes de impuestos, ahora tiene cientos de miles de dólares en ingreso anual.
Espíritu empresarial
Joe Nelson encontró su espíritu empresarial cuando abandonó Goldman Sachs en Londres después de nueve años de trabajar como operador de ventas algorítmicas.
En diciembre del año pasado, Nelson comenzó Theyfit, una compañía que vende 95 tipos de condones hechos a la medida. Se describe a sí mismo como un “revolucionario de los condones”. Después de una semana, Nelson informó en su sitio web que cada uno de los estilos de Theyfit habían sido encargados online.
Reconoce que dejar Goldman fue “absolutamente aterrador” porque ya no podía depender del cheque y de la red de seguridad, pero tampoco se arrepiente. “Ser un banquero solía ser sexy. Era cool”. Luego vino la crisis financiera.
“Cambió rápidamente de algo de lo que te enorgullecía decir a la gente -’trabajo en Goldman’- a algo que estabas reticente a revelar”.
Se fue del banco sin un bono 2011. Ahora por su cuenta, no tiene sueldo y confía en la previsión de salud estatal.
Para la generación pasada, Wall Street ha sido un hoyo negro que succiona a las mejores y más brillantes mentes del mundo, atraídos por la irresistible perspectiva de riqueza obscena.
Pero ahora está perdiendo atractivo seguir una carrera ahí. Un ex banquero de Goldman dijo que por primera vez en décadas los graduados están rechazando ofertas del banco, y han optado por trabajos más altruistas como “Teach for America”.