No es 1848, pero hay una ola de insurrecciones de accionistas en el mundo empresarial. Si la tendencia concluye en un fortalecimiento de los derechos de los inversionistas, todo será para bien. Con el creciente poder de los accionistas, sin embargo, debería también haber una mayor responsabilidad para ellos.
En las últimas cuatro semanas, las administraciones han enfrentado rebeliones en contra de los paquetes de pago de los ejecutivos de UBS, Citigroup, Credit Suisse, Barclays, Xstrata, Aviva, Trinity Mirror y Inmarsa, todos grandes nombres para los activistas de gobierno societario. Esta “primavera de los accionistas”, como la versión árabe, le ha costado a los ejecutivos sus puestos o: Sly Bailey de Trinity Mirror y David Brennan de AstraZeneca, fueron obligados a renunciar por los molestos dueños de sus compañías.
Algunas veces, hace falta una crisis para reparar una equivocación. Durante años, los accionistas despreocupadamente compraron la teoría de que las enormes remuneraciones para los ejecutivos los beneficiaba por alineaba los incentivos de los administradores con los intereses de los inversionistas. La teoría tenía buenas credenciales académicas y, durante un largo periodo de auge financiero, quizás fue creíble a pesar de los ocasionales escándalos.
Pero, a medida que las épocas duras hacen más difícil registrar retornos impresionantes para los inversionistas, los accionistas están despertando al hecho de que el “pago por desempeño”, muchas veces quiere decir pagar mucho más que el desempeño. Pero los accionistas tienen que culparse a sí mismos por su autocomplacencia. Si los inversionistas no mantienen a los altos ejecutivos a raya, nadie lo hará por ellos.
Optar por voto vinculante
Con los accionistas despertando de su hibernación y ansiosos por hacer responsables a los administradores, el tiempo está maduro para darles el poder necesario. Los derechos no vinculantes para opinar sobre la remuneración han puesto presión sobre los ejecutivos. Pero los accionistas merecen más influencia. Los votos el pago de los ejecutivos deberían ser vinculante.
Los votos vinculantes no están libres de complicaciones. Los contratos de remuneración deberían adaptarse y habrá que establecer reglas sobre qué pasa en caso de que un paquete de pago sea rechazado. A la inversa, obligaría a la administración a hacer mayores y más tempranos esfuerzos para entender lo que los inversionistas quieren para anticiparse a una votación negativa. Los votos vinculantes también pondrían la responsabilidad en los administradores de fondos mutuos, a quienes raramente se les ve oponiéndose a los paquetes de pago que van en contra de los intereses de sus beneficiarios.
Los votos vinculantes no cambiarán nada a menos que los accionistas hagan un completo uso de ellos: aunque al actual agitación de los accionistas es alentadora, la prueba real llegará cuando la economía se recupere. Si los dueños de las compañías vuelven a su letargo inicial, sin embargo, difícilmente podrán quejarse de haber tomado ventaja de eso.