Por Guy Dinmore en Roma
A pesar de que Mario Monti volvió de un esperanzador viaje para reconstruir la credibilidad de Italia en Asia, su gobierno tecnócrata reconoce que la luna de miel se acabó en casa y que su mayor desafío político está por comenzar.
El controvertido plan de reforma laboral del premier, al que se oponen sindicatos de izquierda y el partido Democrático de centro-izquierda, debería finalizar ahora para su presentación al parlamento, donde la supervivencia de su gobierno no electo depende de un apoyo entre partidos. “Tuvimos unos increíbles 100 días de luna de miel”, dijo un oficial senior. “La gente estaba muy contenta de deshacerse de Silvio Berlusconi y ver restaurada la confianza en Italia. Pero esa fase se acabó”.
El efecto completo del paquete de austeridad de 30.000 millones de euros
(US$ 4.772 millones) de Monti, que fue aprobado en diciembre, está empezando a sentirse, a medida que parten las alzas tributarias, exacerbadas por crecientes precios del petróleo y drásticos aumentos en las cuentas de luz de los hogares.
Las encuestas de opinión del gobierno se han visto afectadas. Su previsión de una caída de sólo 0,4% en el PIB este año parece irrealmente esperanzadora. Igual de preocupante para Monti, dicen oficiales y analistas de deuda, es que los inversionistas extranjeros no están volviendo a comprar bonos del gobierno italiano.
La fuerte caída en los rendimientos este año, dicen, es por las compras de bancos italianos, que están haciendo uso de préstamos baratos del Banco Central Europeo. Ese efecto tal vez sea efímero, aunque Roma lleva casi un cuarto del camino de sus necesidades de financiamiento de este año, por 450.000 millones de euros.
Y como Monti advirtió el mes pasado, existe el peligro continuo de “contagio” desde España, donde el gobierno de Mariano Rajoy no ha podido cumplir las expectativas de los inversionistas, pese a que Italia las ha excedido.
Confindustria, el principal lobby de empleadores, y sus adherentes pro-mercado, urgieron ayer a Monti a “mostrar su entereza” y no ceder a presiones de izquierda de diluir sus cambios propuestos al Artículo 18 del estatuto de los trabajadores, que haría más fácil para las empresas despedir a sus trabajadores.
Sin embargo, la mayor preocupación entre los inversionistas en presencia de la crisis de la eurozona, es la amenaza de inestabilidad política a corto plazo en Italia y no si el premier seguirá con las decisivas reformas al mercado laboral con una influencia a más largo plazo. Esto le daría a Monti margen para comprometerse sobre el Artículo 18 y no arriesgar separarse de los Demócratas, lo que destruiría su amplio apoyo en el parlamento.