Por Chris Giles
Las primeras señales indican que la campaña “cóbrenme más” impuestos (organizada por multimillonarios como Maurice Lévy, presidente y CEO de la agencia publicitaria francesa Publicis) tiene pocas probabilidades de prosperar.
La semana pasada, miembros del parlamento italiano se negaron a subir la tasa máxima del impuesto a la renta y rechazaron el gravamen a la riqueza. España también le bajó el pulgar a un impuesto a la riqueza. En Estados Unidos, los republicanos cerraron filas contra un alza en las tasas.
En Reino Unido, uno de los tres países que elevaron los impuestos a la renta desde la crisis, junto con España y Grecia, el canciller George Osborne insiste en que la medida es temporal.
Según Jeffrey Owens, director de política tributaria en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), si bien los gobiernos de todas las economías avanzadas buscaron elevar la renta proveniente del cobro de impuestos, ninguno llegó al punto de gravar aún más a los ricos.
Si bien durante los ‘70 y principios de los ‘80 los países fijaban impuestos muy altos a las personas más adineradas y a menudo hacían la vista gorda con la evasión, desde entonces se tiende a reducir los gravámenes que recaen sobre los ricos.
En las economías avanzadas, el impuesto máximo a la renta fijado por el gobierno central era de 70% en 1981, pero desde principios de este siglo cayó a cerca de 40%. Esto, según Ownes, ha beneficiado los ricos, en especial porque gradualmente fueron disminuyendo los intentos por evitar la evasión y bajando las tasas a pagar. “Los regímenes impositivos son menos progresivos en comparación con mediados de los ‘80”, comentó.
Las tendencias en los impuestos a las ganancias se replicaron en otros gravámenes que afectan a los ricos. Los tributos a las ganancias corporativas cayeron rápidamente; en 2011 sólo tres países de la OCDE gravan a los ricos, comparado con 15 naciones en 1995 y 10 en 1976; y los impuestos a las transferencias de activos, como los impuestos a la herencia y donaciones también fueron bajando.
En general, se dice que el principal motivo para bajar los impuestos a la renta de empresas y personas es no dañar la competitividad. Los ministros de Finanzas aseguran que no reciben ningún reconocimiento exprimiendo a los ricos en pos de una mayor igualdad, sino que prefieren ganar capital político fijando impuestos más eficientes.
Antes de que los ricos celebren que sus ingresos están a salvo del fisco, hay dos cuestiones que deberían preocuparles.
En primer lugar, las agencias de recaudación otra vez están criticando las exenciones impositivas. Owens sostienen que en algunos países de la OCDE, en particular Francia y Estados Unidos, las autoridades están tratando de reducir la generosidad de esas exenciones para recaudar más.
Segundo, ahora es más difícil evadir impuestos transfiriendo dinero a otro país, dado que los refugios offshore no quieren aparecer en las listas negras de países que no cooperan. Eso podría elevar la carga impositiva de los que obtienen mayores ingresos, pero no hay señal de sistemas fiscales que vuelvan a las elevadas tasas que se fijaban durante la última generación.