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La industria de la generación nuclear enfrenta un nuevo invierno global

Con los países desde Reino Unido hasta China revisando sus programas de energía atómica, Fukushima amenaza a la industria con un nuevo congelamiento.

Por: | Publicado: Viernes 18 de marzo de 2011 a las 05:00 hrs.
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Por Ed Crooks y Sylvia Pfeifer



Desde que el terremoto y el tsunami golpearon la costa este de Japón, los ojos del mundo han estado fijos en la planta de Fukushima Daiichi. Para la industria nuclear, hay razones para estar alertas que van más allá de la simple empatía humana.

Aunque no se sabe cómo terminará la crisis, las desgarradoras escenas ya impulsaron una amplia reevaluación de la seguridad que, por lo menos, producirá significativas demoras en inversiones, inevitables incrementos en el costo y, probablemente, el cierre de algunas plantas existentes. China, el mayor constructor de nuevas plantas en el mundo, anunció ayer que congeló las solicitudes de nuevas plantas hasta que concluya una revisión de seguridad. 
La industria corre riesgo de sufrir otras dos décadas de parálisis global como la que siguió al desastre de Chernobyl en 1986. Las consecuencias incluirán un crecimiento más rápido de la demanda de combustibles fósiles, sobre todo gas natural, lo que presionará el suministro y elevará los precios. También implicará un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero – y socavará las políticas climáticas en todo el mundo.

El sector nuclear había tenido una recuperación notable en los últimos años. Hace 10 años era una industria en declinación, que sería reemplazada por tecnologías limpias y renovables, como la generación solar. Pero con las políticas climáticas exigiendo electricidad confiable y de bajas emisiones, muchos gobiernos en países desarrollados llegaron a aceptar que la nuclear sería parte de su futura matriz energética. Eso puede haber cambiado.

La industria ha advertido que no deben hacerse juicios apresurados. “La gente debe calmarse y entender qué está pasando exactamente en Japón, analizar las lecciones que pueden aprenderse y después tomar decisiones”, dijo Anthony Pietrangelo, un alto directivo del Instituto de Energía Nuclear, un grupo estadounidense de las empresas del sector.

Pero las alarmantes imágenes de los programas de noticias y las primeras planas de los diarios militan contra una respuesta fría. Como señaló Peter Bradford, ex miembro de la Comisión Regulatoria Nuclear de Estados Unidos, nunca antes habíamos visto “una planta de energía nuclear explotando ante nuestros ojos por televisión”.

En realidad, el muy discutido “renacimiento nuclear” siempre fue más una promesa que una realidad, por lo menos en Europa y EEUU. La energía nuclear es un tema profundamente político porque la escala del riesgo implica que es inevitable que los gobiernos se involucren. El apoyo ofrecido por la mayoría de los países occidentales pocas veces fue lo suficientemente fuerte como para asegurar mucha inversión privada. Y ahora los gobiernos se alejan de cualquier respaldo que puedan haber brindado.

Suiza fue la primera: el lunes suspendió la aprobación para tres nuevos reactores. Alemania siguió 24 horas más tarde, cuando la canciller Angela Merkel desactivó temporalmente siete de las 17 plantas nucleares del país y lanzó una revisión de la política de energía nuclear en su país. El desastre de Japón fue “un punto de inflexión en la historia de la sociedad basada en la tecnología”, sintetizó la primera ministra.

En el Reino Unido, donde hay planes para construir hasta 11 nuevos reactores en los próximos 15 años, el gobierno ha pedido a su máxima autoridad de inspección que prepare un informe sobre las consecuencias de los acontecimientos en Japón. 
En EEUU, el apoyo a la energía nuclear era un inusual punto de acuerdo entre el presidente Barack Obama y la oposición republicana. El secretario de Energía Steven Chu, que ganó un Nobel y es un defensor de la energía nuclear, aseguró el martes a miembros del Congreso que “EEUU tiene normas de seguridad rigurosas que garantizan que la energía nuclear se genera de manera segura y responsable”. Pero Joe Lieberman, un senador independiente que también ha defendido al sector, pidió que su país ponga “rápidamente freno” a los nuevos reactores hasta que se evalúe lo ocurrido en Japón.

En todos estos países, la opinión pública puede convertirse en un obstáculo insalvable para los planes nucleares de los gobiernos. Pero es en las grandes economías emergentes, particularmente China e India, donde el entusiasmo por las plantas nucleares era mayor. 
Sin embargo, India enfrenta los mismos problemas que otras democracias. Las compañías extranjeras ya estaban inquietas porque una ley aprobada el año pasado dispuso que los fabricantes de equipos puedan ser legalmente responsables en caso de desastre. La resistencia local a las plantas y el temor a los terremotos y atentados terroristas están acrecentando la presión política.

En China, que está erigiendo 27 de los 62 reactores en construcción en el mundo, había identificado la energía nuclear como un componente principal de sus planes para alejar el consumo energético de los combustibles fósiles en los próximos cinco años. Hasta esta semana parecía que Beijing podría ignorar el nerviosismo del público, pero el miércoles el Consejo de Estado, o gabinete anunció el congelamiento de las nuevas aprobaciones y dijo que se procederá a evaluar la seguridad en todas las plantas en construcción.

El año pasado, la Agencia Internacional de la Energía Atómica, un observador de los países ricos, anticipó que la energía nuclear crecería muy modestamente en importancia, yendo de 6% del total del uso de energía global a 8% para 2035. Hasta ese crecimiento parece ahora difícil de conseguir, reconoció la AIEA el martes.

Para salvar la brecha, es probable que las renovables reciban un impulso. Pero se necesitará también generación eléctrica confiable, que funcione incluso cuando el sol no brille y el viento no sople. Las plantas termoeléctricas a gas son de construcción rápida y barata, y el gas natural abunda en EEUU. También podría ser abundante en Europa y China si se importan las técnicas estadounidenses de extracción. Peter Voser, director ejecutivo de Royal Dutch Shell, la mayor empresa de petróleo y gas de Europa, dijo esta semana que espera que incluso en 2050 los dos grandes commodities que produce su grupo provean dos tercios de la energía del mundo. Eso representa un incremento respecto del 55% actual.

Limitar la dependencia mundial de los combustibles fósiles siempre ha sido difícil. Las agonías de Fukushima lo harán todavía más complicado.



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