Por Joe Leahy in Sao Paulo
Una queja común entre los inversionistas en Brasil es sobre el débil sistema educacional del país, caracterizado por universidades públicas de alta calidad y colegios privados que son opacados por las escuelas públicas pobres. Pero mientras esto es un problema, un grupo de empresas educacionales del sector privado comenzaron una revolución en la educación superior, que triplicó el número de lugares disponibles para las clases medias en auge.
Algunos de estos, como Anhanguera Educacional Participações, están entrando a los rankings de las empresas educacionales más grandes del mundo por número de estudiantes, a medida que rápidamente expanden su alcance en la economía más grande de Latinoamérica.
“Entre 2000 y 2010, Brasil pasó de 1,8 millón de estudiantes en la educación superior a entre 6 y 6,5 millones hoy en día”, dijo Alexandre Oliveira, oficial general de inversiones de la International Finance Corporation, el brazo del sector privado del Banco Mundial e inversionista en Anhanguera. “Esa capacidad adicional vino escencialmente del sector privado”.
La educación es uno de los desafíos clave de Brasil, porque tiene dificultades para emerger de su estatus de economía de ingresos medios. El país tiene varias universidades de clase mundial y es conocido por sus empresas innovadoras de alta tecnología, como Embraer, uno de los mayores productores de aeronaves comerciales, así como bancos con gran tecnología y otros grupos.
Pero su sistema escolar estatal débil pone a los estudiantes de clase media baja o familias pobres en una desventaja con los que pueden ir a colegios privados.
Según la OCDE, los estudiantes brasileños rinden significativamente por debajo de los promedios internacionales en compresión de lectura. El porcentaje de brasileños entre 25 y 34 años que ha obtenido una educación terciaria en 2009, fue sólo 10%, o un tercio del promedio OCDE.
Sin embargo, expertos en educación dicen que el panorama está cambiando gracias a reformas introducidas en los ‘90 por Fernando H. Cardoso, cuyo gobierno centró recursos para impulsar la asistencia escolar, abriendo la educación superior al sector privado, dice Oliveira.
Los aumentos de salarios llevaron a más de 30 millones de personas a las clases medias en la última década. A medida que esta gente empezó a salir del colegio, la demanda por educación superior explotó, conduciendo a un boom en el negocio de la educación privada, liderado por empresas como Anhanguera o su rival Kroton. Una reciente adquisición de Anhanguera aumentó el número de estudiantes educados en sus escuelas y centros a 400 mil y el grupo apunta a un millón de estudiantes en los próximos tres a cinco años.